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Todo lo que pudo hacer el pelinegro ante aquella situación fue actuar lo más natural posible, sonriéndole a los tres inocentes chiquillos que le devolvían radiantes sonrisas. Después de todo, eran sólo eso: niños inocentes. Personitas que no tenían ni idea de que inconscientemente, estaban interrumpiendo algo.

Los tres hermanos estaban frente a ellos. Perth, Jun y Third.

"¡Hey!" Fourth se agachó a su altura. "¿Cómo están mis primos favoritos?" preguntó con voz cantarina, haciendo cosquillas en la barriguita de Third, que era el más pequeño. Él rió, retorciéndose entre dulces carcajadas.

"¡Phi! ¿Puedes llevarnos abajo a la playa?" pidió Jun, mirando arriba hacia el mayor.

"Mamá nos ha dicho que podemos ir, pero Kapook no quiere llevarnos" Perth hizo un puchero.

Fourth los miró uno a uno por un par de segundos, mientras que alzaba en sus brazos al jugetón Third.

Era demasiado obvio que Kapook se negaría completamente a llevar a sus hermanos pequeños a alguna parte. Era demasiado egoista para aquello.

"Claro, ¿por qué no?" asintió sonriente, escuchando los aclamos de victoria de sus primos. Miró a Gemini, quién seguía a su lado. "¿Vienes?"

El azabache lo observó en silencio por unos segundos antes de encogerse de hombros, asintiendo.

[...]

Una vez llegaron a la playa que se encontraba abajo del lugar en el que se estaba celebrando el convite, Fourth bajó al bebé de sus brazos y el azabache soltó a los dos más mayores para que corretearan y jugasen por allí.

"¡No se alejen demasiado!" exclamó Fourth. "¡Ni tampoco se acerquen al agua!"

Fourth suspiró una vez vio a los niños sentarse en la arena y comenzar a hacer un castillo, mientras Third aplaudía a un lado de ellos y enterraba sus pequeñas manos en la tierra. Se apoyó en una roca grande cercana a ellos y vio a Gemini hacer lo mismo.

"Era demasiado obvio que ella no iba a traerlos" Gemini murmuró, observando a los niños.

Fourth le dedicó una mirada. "Sí, es cierto. Kappok ni siquiera los trata como si fuesen sus hermanos, más bien como si fuesen extraños."

"Lo sé. Apenas puede mirarlos."

El pelinegro se relamió los labios, una pequeña presión apareciendo en su pecho. "Yo sé que eso se debe a que no son hijos de su padre... Pero ella debe entender que ha pasado mucho tiempo y que su madre tiene todo el derecho a enamorarse de nuevo."

"Pero no lo entiende." Gemini terminó la frase. "¿Sabes? A veces puedo entenderla, no del todo, pero sí ponerme un poco en su piel. Ve a su madre ser feliz con otro hombre mientras su papá está en una caja de pino y Yuna tiene hijos pequeños de los que hacerse cargo ahora, ya ni siquiera tiene tiempo para ella."

"Vaya... qué sensibilidad tan envidiable e inexistente la tuya, Gemini..." Fourth entrecerró los ojos. "Aunque, igualmente, sí, es triste que ella tenga que ver eso. Pero ni siquiera lo justifica. Yuna no tiene la culpa de enamorarse, su marido tampoco, ni los niños. ¿Qué tan culpables pueden ser niños de dos, tres y cinco años?" Él negó con la cabeza, sin comprenderlo. "Entiendo su dolor, pero no que eso le de el derecho de fastidiar a todo el mundo que la rodea."

Gemini se quedó pensativo por unos momentos, con su mirada fija en un punto muerto. Una expresión que el pelinegro no supo entender.

"Supongo que tienes razón." habló con la voz un poco ida.

"Gracias." murmuró. "Por cierto, ¿qué era lo que ibas a decirme?"

El mayor finalmente reaccionó, parpadeando y devolviendo su mirada hacia Fourth, quién seguía a su lado.

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