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Ya un rato más tarde, cuando finalmente llegaron a la casa y guardaron todos los alimentos en los sitios correspondientes, los Vachirawit se amontonaron en la sala principal para ver la película.

Habían decidido entre todos ver Hotel Transylvania, una película divertida y apta para todos los públicos. Los niños, en definitiva, estuvieron muy contentos con aquella decisión, siendo los primeros en acomodarse en el sofá. Gemini, con ayuda de JJ había hecho algunos bowls de palomitas para repartirlos entre todos.

Cuando el azabache le entregó un bowl a Neo y otro a Ford, el castaño se levantó.

"¿A dónde vas, Satang?" Gemini preguntó, observando como éste se dirigía a la cocina.

"A por mi bowl."

"No es necesario, yo lo traeré para ti."

Una mirada más, igual de aterradora y fulminantes que las anteriores, y Gemini mantuvo silencio.

"Descuida. Puedo hacerlo por mí mismo, no soy un impedido."

Posiblemente, detrás de esas palabras, se hallase una indirecta bastante directa, o quizás no, de cualquier modo, el mayor no pudo pillarla.

"Uh... Está bien" murmuró el azabache, asintiendo suavemente con la cabeza, pero con una expresión confusa en el rostro.

"Phi," la vocecita de Ford sonó detrás de él, obligándolo prácticamente a girarse y agachar la mirada para encarar al pequeño. "¿puedo poner caramelo en mis palomitas?"

Gemini lo miró con una ceja alzada. "¿Quieres tener caries e ir al dentista?"

"¡No!" La expresión de pavor en el rostro del menor fue demasiado cómica.

"Entonces..."

"Las comeré solas, Phi. ¡No quiero ir a ese lugar otra vez!"

Ford hizo un pequeño puchero con sus regordetes labios, agarrando aún más fuerte el bowl en sus chiquititas manos y girándose para caminar de vuelta al sillón.

Fourth, quién había observado esa escena, se acercó a Gemini y suspiró. "No lo asustes..."

"No lo hago, Fourth." Gemini lo miró, escondiendo las manos en los bolsillos. "Soy realista. Si comes muchos dulces tus dientes se pican y se ponen feos, duele y es horrible. No voy a dejar que con tres años, Ford tenga muelas picadas."

El pelinegro sonrió enormemente. "¡Aow! Tan lindo..."

Alzando las comisuras de sus labios, Gemini alargó una mano para acariciar la mejilla de su menor suavemente. "¿No lo soy siempre?" Fourth hizo un mohín, pensativo, tardando un inecesario tiempo para contestar.

"Sólo a veces..."

"Bueno, pues si me disculpas, hermanito. Este 'a veces lindo' chico, tiene que ir a repartir casi diez bowls de palomitas entre todos sus primos y hermanos."

"Adelante entonces, chico lindo." él le dedicó una pequeña pero hermosa sonrisa. "Sólo a veces, claro."

Gemini negó, pero aún así la sonrisa inconsciente en sus labios no se había desvanecido desde que apareció ahí.

En el camino de vuelta a la cocina, el azabache se encontró con Satang cruzando el pasillo para ir hasta el salón otra vez, probablemente a reunirse con el resto. Satang no lo miró, ni siquiera parpadeó en su dirección.

Gemini se sentía extraño. Satang actuaba como tal. Él estaba seguro, en todo el tiempo que él y ese niño castaño habían estado conviviendo (que déjame decir, han sido años), Satang nunca ha actuado de esta forma antes. Ni siquiera con AJ.

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