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Un enormemente feliz pelinegro correteó por todo el pasillo, con sus manos entrelazadas sobre su pecho y una enorme sonrisa en el rostro.

¡Ese era su hermano, sí señor! AJ había estado genial ahí afuera, defendiendo a Satang como él se merece después de tantos años.

Entró en su habitación, encontrándose de pleno con Gemini, acostado boca arriba en su correspondiente cama. Sin una jodida camiseta. El azabache lo miró detenidamente cuando vio a su hermano llegar dando saltitos como si fuese un Duende del Polvo. Alzó una ceja en su dirección, y colocó el brazo debajo de su cabeza.

"¿A qué se debe tanta felicidad, hermanito?" inquirió.

Fourth lo miró, dirigiéndose a su cama, antes de contestar. "Cosas mías."

"¿No vas a contarme?"

"¿Debería?"

Gemini hizo un puchero. Fourth suspiró. Ególatra. "Bien... Te contaré, pero que no salga de aquí, ¿entendido?"

"Soy una tumba."

"No. Ahí acabarás si no cumples tu promesa. Así que, ¿entendido?" volvió a preguntar, elevando su dedo meñique y mostrándoselo a su hermano, quién lo entrelazó de igual manera.

"Cuéntame." repitió, tomando una camiseta que se encontraba enredada en las sábanas y colocándosela ante los atentos ojos del menor.

"Verás... Ya sabes que Satang va a dormir con La Amargada, así que AJ le dijo que si se atrevía a hacerle daño iba a poner polvos de talco en sus cereales. ¿No es genial?"

Las cejas del azabache bajaron consideradamente. "No sé, nunca he probado los cereales con polvo de talco." Fourth bufó y le dio un golpe en la cabeza con su mano libre (la que no estaba con su dedo meñique todavía entrelazado al de su hermano mayor).

"¡Idiota! Eso no, lo de AJ defendiendo a Satang"

Gemini rió aún más ante los gruñidos del menor. "Lo sé, lo sé." Él respiró hondo, observando minuiciosamente cada minúsculo detalle en el rostro ajeno. Fourth era tan malditamente hermoso que parecía etéreo. Un jodido ángel.

"¿Y bien?" Dejó de prestarle atención a todo su rostro en general, y parpadeó hasta dar con sus bonitos ojos, que casualmente, estaban fijos en él.

"No tengo nada que decir... Sólo que, es normal que lo haga. Digo, él ha estado mucho tiempo enamorado de Satang, estaba tardando demasiado en protegerlo. Pensé que jamás lo haría, pero, hey, me sorprendió." Fourth asintió, en acuerdo con él. "Generalmente, haces todo lo posible para que nadie moleste o haga daño a la persona que amas. Eso es lo que hizo él."

A pesar de que en un principio, él era el primer causante. Quiso decir, también, pero era obvio que no se encontraba en las condiciones de decirlo, cuando también había sido protagonista en una historia parecida.

El pelinegro sonrió, sus comisuras elevándose y su cabeza ladeándose. Un pequeño halo posándose sobre la cabeza. "¿Proteger?" Gemini asintió. "¿Cómo tú hacías conmigo cuando éramos unos niños?"

El Vachirawit mayor rió, mordiendo su labio inferior y jalando del dedo meñique de su hermano, hasta que Fourth cayó sobre él prácticamente.

Dos pares de ojos terminaron fijos el uno en el otro después de aquella acción.

"Hubo una vez en la que no lo hice," el azabache susurró. "una jodida vez en la que pude haberte defendido en lugar de observar como aquel gilipollas te maltrataba."

"Lo sé." Fourth parpadeó suavemente, susurrando del mismo modo.

"Te juro que su yo tuviera una máquina en el tiempo eso jamás hubiese sucedido. Ese idiota no hubiera puesto sus manos sobre ti nunca en su puta vida. Ni siquiera yo te hubiese molestado en el modo en que lo hice siempre. Todo sería distinto."

Las cejas de Fourth se fruncieron. "¿Distinto? ¿En qué manera?"

"En una buena. Seguiría enamorado de ti, pero no intentando de ignorarlo ni evitarlo. Sólo intentando conquistarte para lograr que te enamores de mí."

El pelinegro hizo un mohín, abultando sus labios y asintiendo de nuevo.

"Sí... supongo que eso sería una buena idea. No dudo que podría haber sentido lo mismo por ti si eso hubiese sido así."

Gemini chasqueó la lengua. "Mierda..." murmuró.

Fourth rió silenciosamente y recorrió con sus ojos el apuesto rostro de su hermano mayor. Deteniéndose en los orbes negros y sonriendo.

"Hey... No desesperes, Phi" Fourth susurró. "Has logrado que pase de detestarte a quererte un poquito... ¿Tal vez consigas que te quiera del todo?"

Gemini pareció realmente sorprendido ante aquello, interesado como el que más. Se incorporó, aún con el pelinegro sobre él y lo escrutó con ojos muy abiertos.

"¿Estás hablando en serio?"

"¿Alguna vez he bromeado con esto?"

Negó. "En absouto, pero... ¿De verdad piensas que puedo tener tu corazón?"

"Claro." Asintió. "Dijiste que me ibas a demostrar que podías ser un gran hermano, y aunque yo siempre pensé que jamás iba a pasar, mírate ahora. Opino que eres un hermano genial y que yo estaba equivocado; puedes ser genial si te lo propones. Así que, ¿por qué no lo mismo conmigo?"

"Wow..." Gemini no pudo evitar la enorme sonrisa que surcó su rostro, con sus ojitos desapareciendo en el transcurso. Fourth tampoco pudo evitar sonreír de igual manera ante aquello. Incluso si fue de forma inconsciente.

"Además... Siempre dicen que nos enamoramos de quienes menos lo esperamos, ¿cierto? Bueno, yo nunca imaginé el enamorarme de ti, ¿quizás puedo sorprenderme?"

El azabache lo jaló más cerca, dejándose caer de nuevo en el colchón. "Oh, tú vas a hacerlo, hermanito. Definitivamente lo harás."

"Entonces... Sorpréndeme, Phi." Fourth susurró.

Gemini lo miró con ojos expresivamente oscuros. "Phi... Amo como suena eso. Nunca me llamaste así."

"Tampoco te acostumbres... Creo que Kapook me drogó"

"¡¿Qué?!" Los ojos del mayor se salieron de sus órbitas, y Fourth se tuvo que agarrar de su camiseta para no caer cuando volvió a incorporarse rápidamente.

"¡No, no! Era una broma, tranquilo, fiera."

Gemini suspiró y lo fulminó con la mirada. "Me asustaste, gilipollas"

"¡Hey!" Él se quejó con un puchero. "¿Así planeas obtener mi corazón?"

"No así." Gemini arrugó la nariz, mirándolo. "Así."

Lo volvió a jalar más hacia sí mismo, poniendo sus rostros tan cerca que ni siquiera tuvo que alzar su cuello para tomar los labios del menor entre los suyos. Sintió como su camiseta era empuñada en las manos delgadas de Fourth y sonrió ante aquello, notando también el cuerpo más fino temblando encima suyo.

Delineó con su lengua el labio inferior de Fourth y oyó su jadeo. Música para sus oídos. Gemini pasó uno de sus brazos por la espalda baja de su queridísimo hermanito y tiró de su labio inferior para que éste le permitiese la entrada a su cálidad cavidad. Su boca se entrelazó con la del pelinegro y Fourth sintió deshacerse como gelatina ante el enjambre de abejas en su estómago.

Le besó lentamente hasta que se separó con un ruidoso chasquido. La respiración de Fourth era irregular, con el pecho bajando y subiendo en un ritmo frenético. Parpadeó, y lo miró a los ojos, un bonito sonrojo cubriéndole las mejillas.

"¿He logrado que tu corazón lata por mí ahora, hermanito?" inquirió, elevando una de sus comillas en una ladeada sonrisa.

Fourth, claramente, se la devolvió, juguetón. "Nunca lo sabrás, Phi."

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