Capitulo 23 .. En medio del caos

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Miguel Arango

Decepción, es un sentimiento causado a partir de descubrir un engaño, una emoción acompañada de desilusión y desagrado, porque esas son las cosas que siento por mi hermano en estos momentos. Es desagradable, que la persona menos esperada sea un manipulador y un mentiroso. ¡No!... es que no lo puedo creer, todo esto debe ser una broma de mal gusto, un show para la TV...

—¡Qué salgan las cámaras escondidas!. —hablo en un tono de voz fuerte, pero nadie me escuchará, porque me encuentro por un largo pasillo oscuro y solitario, bajando las escaleras hacia el sótano para ver pelear el farsante del año.

¿Cómo ha tenido el descaro de mirarnos a la cara todos los días, después de gritar a los cuatro vientos que no tiene familia?. Me encantaría saber también. ¿Cómo se ha atrevido a mentirle a toda esta gente, sobre quién en realidad es?. Haciéndose pasar por un huérfano sin dinero.

¡Me siento como un completo idiota!... Todo este tiempo estuve orgulloso de él, por lograr ser un ingeniero profesional en tan poco tiempo y estar en la empresa de la familia desempeñando la labor que nos representa, pero resulta que mi hermano compite en peleas clandestinas a escondidas... estoy emocionado por ver la cara que pondrá Milan cuando me vea, ya quiero escuchar sus estúpidas excusas.

Terminó de bajar las escaleras encontrando en mi campo de visión dos portones de metal en negro, con dos hombres a cada extremo, ambos están vestidos en trajes oscuros, supongo que son la seguridad del lugar. En este instante se encuentran con sus miradas fijas en mí.

—Muéstranos tu volante. —me dice el que se encuentra al extremo de la derecha.

Alcanzó a escuchar una fuerte música, viene detrás de los portones, los cuales impiden ver lo que se encuentra del otro lado.

—Si no traes volante, no tienes permitido el acceso a pasar. —secunda la seguridad de la izquierda.

Me imagino, que se refiere al volante que encontré en la habitación de Milan sobre su cama, hace unos días, gracias a ese famoso volante estoy aquí. Llevo mi mano hasta el bolsillo de mi blazer y extraigo lo que me piden.

Le extiendo el divino volante de mala gana, porque me parece ridículo tanta restricción para ver una jodida pelea... de pronto, me empiezo a molestar cuando pasan unos largos segundos y no lo reciben, solo continúan con sus ojos puestos en mí, mientras yo sigo como un completo idiota con la mano extendida, a la espera de entregarles el puto volante.

—¡¿Qué?!. ¡¿Ahora les gustó?!. —paciencia, paciencia—. ¿Me dejarán pasar oh no?.

—Si, claro que puedes pasar, pero... —responde la seguridad de la derecha, deteniendo sus palabras sin terminar lo que estaba por decir.

Esto era lo que me faltaba... venir a liderar con dos completos idiotas.

—Son quinientos euros. —finaliza.

¡¿Qué?!... ¡Ni de coñas pagaré todo ese pastal!.

Se me acaba de ocurrir una idea, mejor me voy a casa y espero el regreso de Milan, para partirle todo lo que se llama boca, por mentiroso y farsante, oh mejor, lo espero afuera de este cochino establecimiento y le muestro a toda esta gente que para sobrevivir en esta vida no se puede confiar en nadie. Pero una parte de mí, muy en el fondo, quiere entrar allí, desea verlo pelear a ver si es tan buen boxeador como dicen y también apreciaría escuchar una buena explicación del porqué de sus mentiras.

Llevo mi mano hasta el bolsillo trasero de mi pantalón, saco mi billetera y...

—Si no trae efectivo, puede pagar con el Rolex de su muñeca izquierda. —las palabras de este hombre logran sacarme una carcajada.

Alma Velasco (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora