Alma Velasco
Sus labios son una perdición, la perdición de todos mis sentidos. Hace solo unos momentos estaba dispuesta a borrarlo de mi vida, por su ausencia, por ignorarme después del increíble viaje que tuvimos a Francia, pero todo fue hasta que tocó a mi puerta, para hipnotizarme y hacerme olvidar lo molesta que estaba con él. Ahora su boca se encuentra unida a la mía y no tengo planes de apartarlo, desde que llego no ha dicho una sola palabra y tampoco quiero que lo haga, por ahora solo deseo que me haga suya de la forma que me gusta, esa forma que me tiene enloquecida y siempre con hambre de él.
Estamos en la habitación sobre la cama... quizás sea una mala idea permitirle entrar aquí porque este dormitorio lo comparto con mi hermana y si mi madre nos encuentra se decepcionaría de mí, en esta casa no se permiten hombres y menos en nuestra habitación, pero por ahora no quiero pensar en nada, ambas están fuera de la casa y no quiero preocuparme demás.
En mi defensa, no es de mucha ayuda tomar buenas decisiones mientras el cuerpo de Miguel Arango está sobre el mío. Él también está consciente de que todo esto es una mala idea, pero es imposible asimilar mientras estamos sintiendo nuestras pieles sin ningún impedimento al estar totalmente desnudos, con su enorme erección maltratando mi bajo vientre y mis botones erectos rozando su pecho, sus manos recorriendo mi cuerpo y las mías sobre sus mejillas, sin romper nuestro beso ardiente ni un momento.
En definitiva este hombre me hace perder la cordura. No tengo la menor idea dónde mierdas quedó la toalla que cubría mi cuerpo y tampoco recuerdo en qué parte de la casa dejamos tirada su ropa... mi madre me matará.
Su lengua húmeda baja por mi cuello torturándome, obligándome a temblar por sentir como lame mi piel, lo hace muy despacio, tomándose todo su tiempo, repartiendo besos suaves en el proceso y trasladándose al mismo paso hasta mis pechos, atrapa el izquierdo, me deleitó al ver cómo su boca lo cubre casi completo, demostrando el hambre que tiene de comerlos. Estoy como un mar de tan empapada y el cosquilleo me desespera... necesito sentirlo dentro de mí.
Este hombre todo lo hace bien, su profesionalidad en cada detalle es impresionante, como ahora que me está comiendo los pechos, los atiende a cada uno con chupetones y mordiscos, mientras que con sus manos los magrea a su antojo. Mis botones duelen de tan erectos y mi vagina palpita por culpa de la excitación.
Hace varios días que llegamos de nuestro viaje a Francia, días que no lo tenía tan cerca de mí y me siento como si necesitara de él a diario, es como si fuese una penuria cuando no está conmigo. Miguel Arango me gusta, me gusta demasiado.
Con besos húmedos sobre mi piel se desplaza despacio por mi estómago hasta llegar y detenerse en mi ombligo, puedo sentir como su lengua lo humedece, haciendo que mi cuerpo tiemble al mismo tiempo que bajan fluidos de excitación por mi vagina... esto me está desesperando, necesito sentirlo dentro de mí.
Continúa trasladándose con su lengua humedad, dejando pequeños besos en el proceso del camino, se detiene en mi pierna derecha y continúa repartiendo caricias con su boca, mientras una de sus manos aprieta el muslo de mi pierna izquierda, robándome un corto jadeo porque con la lentitud de cada movimiento mi cuerpo no se está conteniendo.
—Miguel... —pronuncio su nombre con voz distorsionada, porque sus besos en mi pierna me tienen al borde de un colapso.
—Uhmm...
—No aguanto más. —confieso.
No entiendo en qué momento me volví tan necesitada de este hombre.
—Ojitos lindos abre las piernas. —su voz se escucha en susurros.
Amo que me llame así... obedezco a sus órdenes, separando mis piernas de extremo a extremo, lo más abiertas posibles.
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Alma Velasco (+21)
RomanceAlma Velasco nunca llegó a pensar que con solo aceptar una beca todo resultaría tan difícil. La vida de Alma cambio por completo desde el día que puso los pies sobre la universidad europea de Madrid, al verse obligada a salvarle la vida a la hermana...