Alma Velasco
Sus labios unidos a los míos son la combinación perfecta, mi piel está erizada gracias a su mano derecha recorriendo mi espalda y mis sentidos se encuentran adormecidos por los dedos de su mano izquierda enredada en mi pelo.
Necesitaba tanto esto.
Siempre deseo sus deliciosos besos.
Gemidos se escapan de mi garganta y se mezclan con sus gruñidos, mientras mi intimidad se humedece, su erección crece y maltrata mi vientre, al mismo tiempo que succiona y muerde mis labios.
Qué delicia.
Sostengo sus mejillas profundizando más este beso necesitado y hundo mi cuerpo en el suyo, estamos vestidos, pero aun así sentimos el caliente de nuestras pieles como si estuviéramos en una total desnudez. Este hombre es una droga, es inevitable no consumirla, pero debo parar, está claro que solo me usa para saciar sus deseos carnales y yo necesito más que esto.
Retiro mis manos de su rostro y posicionó las palmas de ambas sobre su pecho, procedo a ejercer todas mis fuerzas hasta apartarlo de mí por completo.
—¡No me vuelvas a tocar!. —acompaño mi petición, impactando la parte trasera de mi mano con rudeza en su mejilla izquierda.
Su rostro se llena de impresión y muestra un gesto de desagrado similar a: —¿En serio se atrevió a tomarme de nuevo?.
—Vamos a calmarnos. —habla Leonardo, haciéndonos recordar que estamos en la entrada de su departamento—. Alma, no a la violencia.
Observó como el hombre de mirada azulada masajea su mejilla adormecida por el golpe... Se merece otra bofetada más fuerte.
Por un momento, en mis pensamientos aparece una interrogante. ¿Cómo supo que estábamos aquí?.
Llevo la mirada sobre mi amigo, él se encuentra con rostro de sorpresa y preocupación, separa sus labios y puedo leer con facilidad las expresiones de sus palabras: —Amiga, cálmate.
—¡¿Tú lo llamaste?!. —lo acuso apuntando hacia él con mi dedo índice.
—Yo... Yo, no. —tartamudea.
—¡Laura, deja el drama!. —escucho los gritos de Miguel, obligándome a posicionar la mirada sobre él otra vez.
¿Laura?.
Le dedico una mirada fulminante, aunque los deseos más profundos desde el centro de mi ser, son besar por el resto de mis días sus exquisitos labios.
—¡Mi nombre es, Alma Velasco!. —intento estar lo más enojada posible—. ¿Qué parte no te ha quedado claro?.
—¡¿Ah sí?!. ¡Cuando te llamaba Laura mientras te follaba no te quejabas!. —grita alimentando su ego.
Es un completo idiota.
—Amigo no debiste decir eso. —le dice Leonardo intentando atraer su atención, pero es imposible porque tienes su mirada fija sobre mí.
Yo también tengo la mirada sobre él y estoy bastante molesta, pero es inevitable no deleitarse con tremendo hombre, que aunque hoy luce como un enfermero de baja categoría con esa camiseta y esos feos calzados, nunca pierde su esencia.
—¿Se te acabaron los insultos?. —una sonrisa de diversión aparece en sus labios—. Dime, Laura.
Es suficiente.
Sin pensarlo, me acercó hasta él, no para darle otra bofetada, sino para golpearlo con mi puño justo en la nariz y dejarlo chillando del dolor, pero todo es misión imposible, porque Leonardo se toma la tarea de interponerse entre los dos a tiempo, mientras nos grita: —¡Tienen que calmarse!.
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Alma Velasco (+21)
RomansaAlma Velasco nunca llegó a pensar que con solo aceptar una beca todo resultaría tan difícil. La vida de Alma cambio por completo desde el día que puso los pies sobre la universidad europea de Madrid, al verse obligada a salvarle la vida a la hermana...