Capitulo 26 .. Trastornos psicóticos.

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Advertencia, este capítulo tiene un contenido altamente perturbador, leer bajo toda su responsabilidad. También les recuerdo que esto solo es una historia, separen todo esto de la realidad y favor de no intentar nada en casa.

Domingo, 2:00 AM.

El enmascarado

Sostengo la pieza plana, cuadrada y delgada de metal, en la que tengo guardado todos mis ahorros de estos últimos años, su color negro me indica que mis propósitos han estado funcionando, no solo me apoyo de ella para ir al cajero porque en realidad le doy poco uso en ese aspecto, sino que con ella me ayudó alinear en una raya larga y delgada el polvo blanco, cristalino y fino encima de la superficie de madera. Una sonrisa se figura en mis labios de solo recordar lo mucho que me ayuda está delicia en mi miserable vida.

Intercambio la tarjeta negra por una pajilla transparente, de la cual tengo muchas más, me he encargado de prepararlas cada una cortándolas en tres partes iguales para que me resulte todo mucho más fácil. Posiciono la parte baja de la pajilla sobre el inicio del contenido blanco y en el otro lado pego una de mis fosas nasales, en este caso la izquierda, mi favorita de los dos huecos de mi nariz. Procedo a inhalar mientras que con el dedo índice de la mano derecha cubro el otro agujero que se encuentra libre de mi fosa nasal, al mismo tiempo que aspiro toda la raya del polvo mágico que había preparado, enviando la cocaína a encargarse de mi sistema por unas largas horas.

Mi nariz arde, mi mirada se oscurece y comienza aparecer esa sensación intensa de placer, es como si fuese una sobre carga de energía en mis venas. De pronto, empiezo a reír, reírme a carcajadas por unos largos segundos, para luego repetir los mismos procesos. Con mi tarjeta negra preparo el contenido y con la misma pajilla inhaló todo, sin dejar ni una sola porción, porque ese rico manjar no se puede desperdiciar.

Las risas no desaparecen, al contrario, aumentan mucho más, mis carcajadas resuenan como ecos en el pequeño orificio que me encuentro. El ritmo cardíaco de mi corazón está demasiado fuera de lo normal, mientras mi respiración es muy agitada, hasta siento mi cuerpo frío y mi presión arterial hasta el tope, pero nada de que preocuparme, me importa poco contraer una enfermedad pulmonar oh cardíaca, es más, si me aparece un cáncer oh una embolia sería perfecto, porque nada en mi porquería de vida estaría peor.

Otra vez, hago el mismo proceso, meterme otra raya de cocina por la nariz, sintiendo un sin números de efectos en todo mi cuerpo, pero nada de hacerme olvidar aunque sea por unos malditos minutos, ella continúa metida en mi puta cabeza... una carcajada desgarra mi garganta de solo pensar en lo enamorado que estoy de esa hija de puta.

—¡Maldita, Mia Arango!. —grito por el impulso, sacando el odio que tengo así mi mismo por amarla más que a mí.

Poco a poco las risas paran, hasta que la sonrisa de mis labios se borra y de manera inesperada, mis ojos se llenan de lágrimas y sin poder evitarlo, se deslizan por mis mejillas una detrás de otras.

—¿Por... porque te amo tanto, Mia Arango?. —susurro mientras rompo en llanto como si fuese una nena de cinco años.

Lloro de manera desconsolada por ella, aunque no se lo merezca, porque es una puta. Se la pasa insinuándosele a los hombres, siempre se viste muy hermosa para llamar la atención del género masculino, su pelo siempre lo mantiene suelto peinado en ondas para provocar y levantar pollas por donde quiera que camine.

Hasta usa lencerías provocativas debajo de su ropa, las bragas de hilo son sus favoritos. ¿Cómo lo sé?. Porque aquella noche que me adentre a escondidas en la mansión y viole la privacidad de su habitación, mientras ella dormía de forma profunda yo estaba metido en su closet, allí me demore una hora completa, verifique sus vestidos y todos son demasiados sexy, la tela de cada uno de ellos es muy fina y la forma es especial para definir más los atributos de su cuerpo, todo para provocar a los hombres.

Alma Velasco (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora