Prefacio

448 38 4
                                    




"Desde hace unas noches he comenzado a sentirme observado. Escucho el resonar de unos zapatos detrás de la pared que transitan con sigilo. Hacen eco en las profundidades del castillo, consiguiendo erizarme la piel. Aquellas suelas que se deslizan por húmedos pasajes cuando el sol se esconde y trae la noche, siempre son acompañadas por una respiración que con el transcurso de las horas se torna pesada y angustiada.

No sé cómo, ni el por qué, pero cada vez que camino por los pasillos del castillo, alrededor del jardín y de las esculturas, siento estos ojos sobre mí que parecen inspeccionar cada recodo de mi cuerpo sin escrúpulos a pesar de yo ir vestido. No evito sentirme acorralado y temeroso, pero a la vez con el anhelo de descubrir de quien se trata. Quien me acecha por horas.

Ellos siempre están sobre mí, atentos, como si esperaran el momento preciso para atacarme. Despedazar cada esperanza y poca vida que me queda. Y quisiera decir que hombre o criatura ronda mi infernal hogar, pero no encuentro las palabras exactas para ello. Por mucho esfuerzo que me proponga dar, no logro darle un rostro, una forma, más que la de un espectro.

Un espectro que me susurra en el oído a medianoche usando la voz de un chico que no ve la luz y que vive en la oscuridad de su alma. Quiero temerle, pero durante este tiempo me he visto preso de él, de su fría mirada como la luna y el mar, de su venenoso cantar y de sus ásperas manos que solo quieren arrebatarme la vida.

Con él ya no me siento triste, no me siento pequeño. Y aunque quiere destrozarme... puedo ver en él una parte de mí, una parte que anhela vivir tanto como yo".

Crsálida (LS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora