El cuervo

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Siento dolor y siento furia. El frio se apodera de mi cuerpo y lo atraviesa como hielo. Noto como la soledad me acompaña, me embulle, me sumerge a una nube cargada de ira. Estoy solo, estoy muerto, pero a la vez estoy tan vivo como alguna vez lo estuve en aquellas paredes de piedra que llamé hogar. 

Creen que no despertaré, pero yo les demostraré cuan fuerte puedo ser a pesar de que me destruyeron. 

Intento abrir los ojos, pero el mareo viene en olas, los cierro y luego, la oscuridad me rodea de nuevo. Abrupta, densa. Escucho al doctor, a aquel llamado Basil, él dice que estoy convulsionando, llama con urgencia a las enfermeras para que salven al rey, pero luego, una de ellas llega con otra noticia. Una que me hace estremecer.

—El rey Harry ha escapado, su cama está vacía y la ventana del baño fue rota. Lo único que quedó fue su carta sin firmar ¿Qué hago?

—Rómpela, y no le digas a nadie. 

¿ Harry escapó? No irá muy lejos, mis demonios, mi muerte, mi vida entera lo perseguirán por siempre. Podrá estar libre ahora, pero mis garras lo buscarán y lo traerán de vuelta a casa.  Porque nadie escapa de la tortura de Alastor, ni de la de Katia, ni de la mía. Necesito decirle todo, pero a la vez no necesito decirle nada. 

Me siento culpable, y quiero perdonarlo, pero por alguna razón mi corazón me dice que no. No comprendo por qué, pero envidio a Harry por seguir tan fuerte, por no decaer cuando todos le dimos la espalda, por conseguir huir a pesar de lanzarme por la ventana.

No es mi hermano, me recuerdo, pero a la vez siento ganas de llorar al darme cuenta de esto. Maté a Philip, maté a Laura, y maté a mi padre. ¿Quién más sigue? No, me digo. No quiero seguir haciendo esto, no quiero seguir sintiendo el pulso fallar bajo mis dedos. Es despreciable, es maldito, es monstruoso. 

Yo no soy un monstruo, pero mi ira me hace volver a temblar en la camilla dura y susurrarme que lo correcto es vengarme.

El doctor sigue intentando calmarme, pero nada lo hará. Porque soy una bestia, porque soy... 

—¿Príncipe Erik? 

De repente, ya no hay oscuridad, solo calma, olor a medicina, paz. Parpadeo, todo esta oscuro, y el cantar de algunas aves retumban en mis oídos. Miro a mi alrededor, estoy en un hospital. 

—H... Harry. 

El doctor Basil niega cuando hablo. Mi voz suena vidriosa, astillada. Apenas es un susurro. 

—¿Cómo se encuentra Erik? —intento levantarme, el doctor Basil me vuelve a acostar. —. Debe descansar. —dijo, como si yo no lo supiera. —. Está muy mal herido. 

Bajo la vista a mi vientre cuando recuerdo la mano de Louis enterrando un cuchillo, esta vendado, intento tocar, pero mi mano tiembla en el aire cuando la levanto. Desisto de esto y miro a la ventana junto a mi camilla, ahí, en aquel reflejo de la vela y mío, veo como mi rostro fue deformado, lleno de costras y punzadas que hicieron para restaurarme la piel. Parezco cualquier cosa, tal vez, lo que en verdad soy por dentro.

Mi estomago se contrae, siento más dolor del necesario, uno profundo, delirante. ¿Por qué tuve que nacer para vivir de este modo? Miro a Basil, él siente compasión de mí, en sus ojos puedo verlo, puedo olerlo emanar de sus manos. 

— Harry ... —vuelvo a decir, porque es el único nombre que mi mente parece recordar ahora. 

—Su hermano está bien... él ya despertó. 

— Harry ... Harry ... Harry ... 

Entonces, noto que de mis ojos salen lágrimas, ¿estoy llorando? ¿Por qué? Yo no lloro, yo soy fuerte, soy indestructible. 

Basil frunce el ceño y comienza a revisarme.  

—¿Príncipe Erik? 

Su voz es preocupada, su ceño es preocupado, ¿Qué ocurre?

— Harry ...

—Mary, llama al neurólogo.

Ella asiente con miedo. El doctor Basil me alumbra los ojos con la lampara, pero yo solo puedo mirarlo y nombrar a mi desheredado hermano, como si mi mente se negara a pronunciar otra cosa. Cállate le digo, cállate, cállate. 

—¿Cuál es su nombre? —dijo Basil. Yo tardo en responder, mi nombre está ahí, resuena con fuerza en mi cabeza, una, dos, tres, pero... 

— Harry ... 

Y me enojo, me molesto tanto como puedo conmigo mismo. Ese nombre maldito me perseguirá por siempre. 

Un hombre entró a la habitación, alto, con barba, él habla con el doctor Basil y le dice que quizás tengo una contusión cerebral ¿Qué es eso? No lo sé, pero de lo único que puedo estar seguro ahora es que, por muy lejos que se haya ido, Harry pagará cada una de las veces que me hizo sufrir. Tomará mi dolor, y lo sentirá tan cruel como yo lo siento ahora al no recordar ninguna palabra más que su maldito nombre.

Crsálida (LS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora