XXXVII: Laberinto maldito

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El baile comenzó con éxito. El salón se llenó de toda clase de personas vestidas elegantemente, cada una con sus respectivos antifaces. La risa de ellos resonaba en cada recodó de la habitación, la coquetería también, como siempre sucedía en los bailes del rey. Philip y Donna dieron la entrada con un lento vals, donde se besaron sin vergüenza y rieron mientras se convertían en dos extraños frente a sus padres y hermanos. 

Harry se sintió como Philip mientras lo observaba danzar, era verse a sí mismo ante toda la alegría que resplandecía en su rostro, y le sorprendió ver aquella magnética alegría en su hermano después de pasar años en una seriedad imperiosa. El secreto de Philip era aquel, el noble corazón que había sido enjaulado como canario, para ahora por fin ser libre.

Luego los invitados se unieron, y Harry aprovechó la circunstancia para escabullirse e ir hasta una esquina mientras sostenía una copa de vino en sus manos. Fijó sus ojos en el laberinto que se podía avistar desde la ventana, estos permanecían bajo una espesa cortina de lágrimas. Pensó en que fue lo que ocurrió para que Louis le ocultara algo justo el día donde un maldito plan de sabotaje se llevaría a cabo. Cerró los ojos y bebió el ultimo sorbo de vino, el líquido bermejo tardó en deslizarse por su garganta ante el impetuoso nudo que se formaba en ella.

Debía confiar, debía confiar... 

Pero rompió su promesa, lo excluyó como a una rata que solo manipuló con sus seductoras manos. Dejó la copa vacía en la bandeja de uno de los sirvientes y tomó otra, esta vez no tomaría sin control, tenía que estar pendiente a cuando Marcus llegara con el aviso de que un hombre corría peligro en el laberinto. 

REY Y REINA AKSNES.

El maravilloso vestido que había encargado la reina Katia dejaba en claro su estatus, su elegancia y el poder que tenía sobre la familia. El papel importante que jugaba para todos. Su alegría y carisma enamoraban a cualquiera, a pesar de que detrás de aquellos ojos un hielo los manejaba. El antifaz que cubría su rostro lo sostenía de una varilla con seguridad en su mano. El rey a su lado usaba un traje negro, su antifaz cubría solo una mitad de su temible rostro. Se veía amenazador y casi nadie se le había acercado más que sus fieles amigos de apuestas y negocios.  

Katia, has hecho un trabajo honorable al organizar todo esto halagó Alastor en el oído de su esposa, quien miraba a sus invitados con orgullo y aversión —. Creo que es momento de disfrutar también.

—Espera, viene la duquesa Payne interrumpió Katia, mientras se preparaba mentalmente para una conversación. La mujer de cabellos dorados suspiró exageradamente al reunirse con ellos. 

—Mi reina, es todo un honor haber unido fuerzas por fin, su hijo dejó en claro lo que es, un joven lleno de poder... al igual que su padre —El rey se inclinó a modo de agradecimiento, la reina hizo lo mismo —. Lo ha criado muy bien si me permite opinar.

Ambos reyes se tensaron un poco. Philip había sido criado por Margaret y una institutriz, lo que, según Alastor, provocó su débil carácter.

—Muchas gracias duquesa. Espero que haya disfrutado de la boda y de la comida esta noche.

—¡Por supuesto! Mi hijo Liam y yo estamos muy felices, orgullosos de lo que ha ocurrido hoy. Liam dice que Philip es un hombre distinguido y digno del amor de su querida hermana Katia miró a Liam, quien charlaba animadamente con una chica. Sus mejillas iban cubiertas por una pulcra barba castaña y su pecho fornido le advertía que tenía buen cuerpo —. Mi pobre Donna ha sufrido mucho, y gracias a Philip dejó de lado aquel abrigo de su padre fallecido.

—Oh, eso es bueno dijo Alastor, tomando una copa de vino de una bandeja. 

—Claro que lo es sostuvo la duquesa —. Ahora se irán a las costas de luna de miel, que hermoso ser joven y estar enamorado. 

Crsálida (LS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora