XXXIX: Angeles y demonios muertos

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—Si, lo sé —aclaró Donna, acariciando la mejilla de su ahora esposo, temerosa por su repentino estado. —¿Philip? 

—Esto es malo —susurró él, rodeando la muñeca de Donna para bajarla y fijar sus angustiosos ojos en los de ella —. Debemos irnos. 

Donna miró a donde estuvo la mariposa, luego a Philip, totalmente confundida. 

—¿Por qué? Era sólo una mariposa. 

Philip no apartó la mirada del suelo, sintiendo como cada vello de su cuerpo se erizaba por completo al traer las imagines de su niñez. Acarició su cuello reiteradas veces con su mano, debatiendo en si levantarse e ir al baile o mantenerse en aquellos peldaños con la persona que lo hacía feliz. Miró a Donna una vez más, ella negó para sí misma, casi incrédula a que los ojos de Philip se hubieran puesto muy abiertos, donde el pasado parecía querer arrancarle las pupilas para anunciarse ante ellos. Él respiró hondo, por costumbre, cantó mentalmente cada palabra que su madre le hizo grabar a fuego en su memoria: 

"No eres un simple humano, eres el futuro rey, no debes llorar o demostrar temor"

"Los reyes no deben enseñar debilidad, por ningún motivo"

"Serás un pésimo gobernante si permites que cosas tan mínimas te afecten. Eres un rey

Philip. No permitas que tu corazón te manipule" 

Pero esto iba mucho más allá, porque cuando Erik salió herido la noche en que aquella sirvienta intentó secuestrarlo, dos de esas mariposas se posaron en su ventana, y ninguna de ellas se fue hasta que escuchó a Sebastian al borde de las lágrimas pasar por su pasillo en busca de Margaret, anunciando que la mujer había muerto en la cocina.

—No... no es una simple mariposa —musitó, escuchando su corazón rugir en sus oídos. —. Ellas... esto es malo Donna. 

—Si es tan malo como dices, entonces debemos ir al baile. 

Philip hizo una leve mueca, no le gustaba enseñarse de aquel modo tan débil, permitir que el pasado lo atormentase, pero se levantó de todos modos agradeciendo que Donna no le preguntase nada más. Se dijo mentalmente que solo era un insecto, y el que hubiera volado por sobre su cabeza no significaba que él muriera o que alguien importante lo hiciera esta noche.

Le tendió la mano a su esposa. Donna la recibió con gusto, pero quedó quieta al percibir el temblor y sudor en los dedos de Philip. Tensó los labios y le acarició la mejilla, donde depositó un casto beso para que se calmase. 

—Tranquilo, no es nada malo. Ya verás. 

—Eso espero. 

El semblante de Philip se tronó gris, tan gélido como el hielo. Donna suspiró, resignada, y se dispuso a caminar con él hacia el salón real sin decir ninguna palabra. Sabía que aun existían secretos en aquella familia, y que Philip era el que más guardaba, pero por mucho que quisiese conocerlos, jamás lo obligaría a contarlos.

Tan pronto como llegaron a las puertas, la música retumbó en sus oídos. Alta, salvaje. Los violines eran tocados con alegría mientras la gente ahora bailaba más libre. Muchos se reían y giraban con sus copas en el aire, ajenos a lo que Philip había visto allá afuera. Dejó a Donna junto a su madre y se despidió con un asentimiento de cabeza, mientras procesaba y hacia un esfuerzo extenuante para apartar los llantos de aquella miserable noche cuando era solo un infante asustadizo. La familia Payne intentó preguntar que ocurría, pero dejó que Donna le explicase la situación sin importarle que lo tomasen por exagerado. 

Buscó a su madre, pero ella había desaparecido al igual que su padre. Luego, a Erik, pero él también no se encontraba en el salón. Les sonrió a los invitados que lo detenían para felicitarlo, y hablaba brevemente con viejos duques que le decían cuan nostálgicos estaban por el matrimonio. Philip intentó esquivarlos, pero fue inútil hasta que, mientras hablaba con un viejo conde dueño de un barco, el cual intentaba crear un tipo de alianza con las exportaciones que se llevarían a cabo en la primavera, Philip logró ver a Sebastian que se hallaba mirando por uno de los ventanales hacia el jardín. Suspiró aliviado y terció la boca a modo de disculpa cuando el Conde le hizo una pregunta que no logró entender. 

Crsálida (LS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora