XVIII: Tremula caricia fria

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Gracias a la nevada que siguió cayendo los días siguientes, el señor Clemens, un hombre canoso y de cuerpo delgaducho, le dijo a Louis que trabajara en el establo y que alimentara a los caballos que les pertenecían a los herederos. Sin gracia y con muy poco animo Louis tomó la pala que usaba para excavar del suelo y caminó en dirección a la parte trasera de la cocina, en dirección a los establos. Una sensación de malestar estomacal se posó en sus tripas al pasar frente a aquellos ventanales empañados donde las sirvientas cocinaban, percatarse de que el árbol en donde jugó seguía en pie, le hizo bajar la mirada al suelo y caminar más rápido. El olor a pan horneado y caramelo le cosquilleó la nariz. 

Reprimió un gemido por el hambre que traía encima y continuó con su camino sin mirar adentro de la cocina. Hacerlo solo le martirizaría la cabeza con recuerdos extinguidos, recuerdos que por mucho intentase olvidar, permanecían dentro exprimiéndole el corazón. A media que subía la pequeña colina que se generaba por el terreno sus zapatos dejaron huellas en el suelo blanco, la planta de sus pies pronto se congeló, causando que dejase de sentir sus dedos por el penetrante frio. 

Los movió un poco, al igual que el de las manos. Sus nudillos rojizos ardían, y miró a lo lejos. La casona de madera se visualizó con colores rojizos y negros, junto a un cartel de madera que especificaba que era el establo real. Una herradura llena de nieve estaba clavada cerca de los tejados del techo, el cual permanecía blanco. El sonido de los pinos sacudiéndose y de algunas aves pronto se combinaron con el relinchar de los caballos y de sus incipientes pisadas.

Louis afirmó más la pala en su mano, nunca había estado en esa parte del castillo, ni siquiera cuando era un niño. Era un lugar totalmente desconocido y a la vez emocionante. Se preguntó si podría ir más seguido ahí después, cuando necesitara esconderse del rey o algún guardia.  

Al llegar a la entrada, el olor a estiércol, eucalipto y alfalfa predominaron con fuerza. Louis se detuvo y observó el castillo desde donde estaba: grande, majestuoso y... oscuro. Sus cejas y rostro se contrajeron en enojo involuntariamente, botó la pala con repulsión a un costado del establo y se dispuso a entrar. Odiaba aquel lugar, sus dueños, el aroma de las velas e incienso. Los cuadros malditos y los trajes carísimos que todos usaban.

Creía que era normal odiar a la aristocracia después de haber nacido bajo el ala de un hombre carpintero y una simple sirvienta, pero lo cierto es que, Louis en algún momento de su vida tuvo la oportunidad de conocer gente de mayor clase que él y definitivamente el rey Alastor era el hombre más horroroso que había visto en la faz de la tierra. La gente normal con dinero era mucho más humana que él. Mucho más humana que Philip, Erik, que... 

Sacudió la cabeza, Harry no era como ellos, o quizás sí, y él estaba siendo cegado por su inminente vulnerabilidad. Los caballos se asomaron con curiosidad al escucharlo, uno en particular de ellos tan blanco como la niebla, se hizo ver por sobre el resto. Pudo suponer que cada uno le partencia a los herederos. Se detuvo delante de uno con una mancha marrón en el hocico y patas. El cabello azabache del animal le rozaba el cuello largo y grueso. Louis nunca había estado tan cerca de los caballos más que en las diligencias en el pueblo. Alzó su mano y comenzó a acariciar el suave pelaje.  

Sonrió con tranquilidad mientras cruzaba miradas con el animal. El caballo simplemente dejaba ir bajos relinchos mientras intentaba sacar más la cabeza por el corral.  

—¿Tienes hambre? —otro relincho le confirmó que así era. —. Bien, te daré comida. 

Bueno, a todos. 

Caminó hacia la alfalfa, el pasto permanecía verde, fresco. Tomó un poco y rellenó las cajoneras para que cada caballo comiera, al finalizar, volvió donde estaba y disfrutó de la tranquilidad del lugar. No había gritos, regaños o golpes ahí, tan solo la nieve cayendo para deslizarse por el umbral del establo y los caballos comiendo sin hacer ruido.  

Crsálida (LS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora