XXII: En esto me convirtieron

106 23 2
                                    



El bullicio en el castillo fue en aumento minuto tras minuto que se cumplía, nada de la típica tranquilidad perturbadora que caracterizaba el castillo continuaba revoloteando por sus habitaciones. Harry después de llegar con el corazón en la mano a su habitación, echó llave a la puerta y se dirigió a la ventana para observar lo que sucedía en los jardines, pensando en que alguien podía entrar en cualquier instante y vería el error que cometió. Estaba asustado, demasiado. Escuchaba como los guardias indicaban que los demás fueran al bosque, a otros que rodearan el castillo; incluso que buscaran en las habitaciones de la servidumbre. Todos en busca de Louis. 

Los guardias sostenían antorchas en sus manos para iluminar su camino y otros cabalgan sobre los caballos reales para rodear el perímetro en menos tiempo. Era aterrador, como una historia sacada de un antiguo libro. Su padre estaba con ellos, el manto real cubría todo su macizo cuerpo. Facialmente juraría oír su respiración cargada en ira emanar de su recta nariz, su lengua venenosa maldecir a todos los que se cruzaban frente a él. Apretó la mandíbula y cerró la cortina de un tirón. Necesitaba apartar todo, crear una atmosfera más tranquila para entender lo que en verdad ocurría. Poner en orden lo que sabía, lo que había oído de camino a la mazmorra.  

Si, Louis había escapado gracias a él, fue hijo de una sirvienta y se le fue acusado de coquetearle más el hecho de que empujó a Erik sin darse cuenta. Pero... ¿cuál era la urgencia de usar tantos guardias, de invadir hasta el rincón más inhóspito del bosque? No evitó mirarlo, él yacía sentado en su cama con la cabeza gacha, enfundado en uno de sus chalecos de lana ya que su ropa quedó despedazada por los azotes. Había vendado como pudo su espalda y limpiado con agua fría las heridas de su rostro. Sin embargo, aún tenía ligeras manchas de sangre que se vislumbraban por sus filosos hombros. Harry hizo lo que pudo para curarlo, en verdad que sí, pero aun así quien fue su mayor miedo durante los meses transcurridos lucia desastroso. Mordió su labio y fue a encender más velas para que no estuviera tan oscura la habitación.  

—¿Por qué están tan desesperados? —preguntó minutos después, dejando una vela en su escritorio. Louis no dijo nada. —¿Louis?  

Le escuchó emanar un pesado suspiro.

—Me dejaron encerrado por una razón, Harry, y deberías conformarte en saber lo que ya sabes. Estarían actuando de la misma forma con cualquier esclavo, sirviente o lo que sea —alzó la cabeza, su rostro era un lienzo fresco de tristeza. Harry se estremeció cuando los gritos de los guardias viajaron por el jardín vociferando un horrible: "¡Búsquenlo bien, no pudo haber ido muy lejos! ¡Vivo o muerto! Louis jadeó —. Es imposible que haya salido por mi cuenta, saben que alguien me ayudó. Además, maté a un hombre. 

Se abrazó a si mismo al recordar el cuerpo pálido en el suelo, los ojos cerrados mientras sus brazos estaban extendidos a los costados de su cuerpo. Avanzó hasta Louis y se arrodilló frente a él, la conversación de su padre alumbró latente en su memoria. 

"—¿Crees que no recuerda lo que pasó esa noche? ¿Crees que Louis no recuerda lo que le hiciste a su madre? Como es posible que sigas siendo tan necio, que sigas babeando por... ¡ella!

—Katia...

—¡No, aun muerta esa golfa viene a arruinar mi tranquilidad, mi familia!

—Majestad...

—¡Cierra la boca Sebastian, porque esto es tu culpa! Debiste matarlo". 

Matarlo. Habían condenado a muerte a Louis en su propio hogar. Más y más curiosidad combinada con tristeza se fue apoderando de él, porque debía de existir una razón lógica para decidir algo tan inhumano a un niño. Pero por ahora, dejó a un lado quien fue su tormento los últimos meses y se concentró en lo que era, en el pobre niño que desterraron como a una bolsa de basura.  

Crsálida (LS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora