XII: Identidad revelada

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Tenía buenas excusas para lo que había hecho. Todos aquellos asesinatos causados por su mano fueron producto del miedo y para proteger su propio pellejo. Alguien como él no podía correr riesgo alguno; no podía caminar de aquí para allá como si fuera parte de la realeza por los jardines del castillo. Louis no lo era y nunca sería parte de un mundo tan cruel. Había fingido ser un jardinero humilde que cumplía con su trabajo para poder filtrarse otra vez a donde él vivió de pequeño con su madre, pero nunca profesó que asesinar a un guardia, lo conduciría hasta aquí.

Louis seguía pensando en cómo acabar con la vida de Harry después de que este lo viera en uno de los salones, sin embargo, algo curioso ocurría cada vez que se lo proponía. Siempre que lo intentaba, el fugaz pensamiento de que ambos fueron moldeados por la misma mano, de que sus pieles fueron acariciadas por la soledad y la maldad de Alastor, se detenía, con un mal sabor en la boca. Harry era víctima de tanto y él en las semanas que llevaba metido en el castillo se encargó de convertirse en otro peso en sus hombros. La idea de matarlo era tentativa, pero la realidad era muy obvia: Harry no sería capaz de hablar con nadie de él.

Muchas veces intentó clavar su cuchillo en su tersa piel para quedar con la mente en paz y proseguir a darle el descanso merecedor a Céline, pero cada maldita vez quedó aún más estático cuando Harry lo miraba con terror a través de su ventana. Louis quedaba enmudecido cuando el pobre príncipe de ojos esmeralda clavaba sus ojos verdes en él de manera inocente, con miedo. Su corazón daba un vuelco y terminaba postergando su acción para otra noche. 

Y otra. 

Y otra.  

La pospuso tanto que, ahora, en medio de una inocente confesión de amor, salió huyendo y se desmayó bajo las tersas lianas del sauce nevado.  

En su inconsciencia Louis notó que lo jalaban por los brazos, su espalda se había entumecido y los pulmones por alguna razón le ardían al respirar. Quiso mirar qué ocurría, pero estaba tan decaído que el solo hecho de pensar en alzar la cabeza y ver quien lo tiraba lo cansó. A pesar de ello se obligó a parpadear, obteniendo una imagen borrosa del cielo, oscuro y distorsionado. Se quejó y volvió a cerrarlos, al menos no eran los guardias quienes lo habían capturado.  

Notaba la gélida nieve colarse en los huecos de su ropa para enfriar mucho más su piel. Sus poros y labios se llenaron de los finos copos de nieve que caían. Louis abrió la boca para preguntar que ocurría, pero la voz le quedó atascada en la garganta. Movió sus dedos, pero estos se encontraban totalmente entumecidos. Se rindió y dejó que lo arrastraran como cadáver mientras que entre ráfagas del viento oía los quejidos de su captor.  

El último recuerdo que trajo consigo en su cabeza fue el de la confesión que el príncipe le dijo; Harry se había enamorado del jardinero y del chico de la pared, lo que era ilógico cuando Louis era los dos al mismo tiempo.  

De pronto, el frio que caló sus huesos cambió abruptamente y un olor a incienso, perfume varonil y madera perforaron su nariz. El suelo era duro, nada de ruido engullía sus oídos más que el del fuego trepando por alguna parte de la chimenea. Poco a poco la curiosidad comenzó a despertarlo, abrió los ojos en un leve parpadeo y observó lo que tenía frente a él: alfombra, muebles y una cama.  

Frunció el ceño y empezó a levantarse a cuestas, quedando en sus cuatro extremidades. Le costaba respirar, mantenerse en pie y pensar. Su cuerpo era un saco de escalofríos y temblores por la nieve que se derretía en su ropa. Miró al frente, aun descifrando donde se hallaba, cuando las largas piernas de Harry aparecieron en su campo de visión: desnudas bajo el camisón de su pijama. Entreabrió los labios y alzó la mirada, encontrándose con sus ojos, los cuales estaban bajo la dolorosa humedad del llanto. Su mano estaba empuñada y en la otra el filo de un cuchillo le sonrió. Louis tardó en comprender que ocurría.  

Crsálida (LS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora