XLVI: Sangre por sangre

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Como si fuera un sueño recién vivido, Louis escuchó la voz de Harry provenir desde las profundidades del pasadizo. Pronunciaba su nombre en forma de quejidos, una y otra vez, mientras su voz era consumida por algo de lo cual no tenía ningún control. Detuvo su andar a medio camino, frunciendo el ceño. Era imposible que Harry estuviera ahí dentro, si suponía conocerlo bien hasta ahora, el príncipe jamás se habría metido donde la oscuridad llenaba cada recodo, el silencio en vez de ser tranquilizante, era torturador.

Había llegado al castillo hace unos minutos, con la capa húmeda por la neblina que se apoderó de Flamänn y sus bosques. Entró al pasadizo sin darle demasiadas vueltas, teniendo en consciencia el peligro en el que se encontraba Harry ahora que Erik reinaba. Su objetivo había sido claro, ir a la habitación de él y sacarlo de ahí inmediatamente, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por su voz, su suave y deliciosa voz que era opacada por el agrio pánico. Observó detenidamente la estrechez ante él, girando sobre sus pies para cambiar de dirección y caminar un pequeño tramo, pensando en usar una de las antorchas abandonadas que pendían de la pared para iluminar, cuando volvió a oírlo, esta vez, con más desespero. Se oía tan cerca, como si estuviera frente a él.

—¡ Louis!

—¿Harry?

Volvió a avanzar, pensando en que tal vez estaba al otro lado, en uno de los salones donde se reunían a merendar por las tardes, pero se estremeció por completo cuando su voz recorrió el mismo camino en donde él estaba ahora, como un susurro mortificador. Su llanto le hizo recordar a cuando apenas era un niño, completamente solo y aislado del mundo real. Sujetó el bolso que cargaba consigo con provisiones y comenzó a caminar, aun dudando de si lo que había oído era real. Creía haber sido claro con sus instrucciones, pero si Harry no estaba en su habitación esperándolo, significaba solo una cosa.

—¡Ayúdame!

Eran susurros lastimeros. Si un niño los escuchaba, lo más probable es que saliera corriendo al creer que se trataba de fantasmas. Sin embargo, para él no lo eran. Por cada paso que dio el llanto de Harry se hizo más y más real. Dobló en algunos pasajes mientras se quitaba la capucha de su cabeza con una mano para oír con mayor claridad, dejando ver su cabello castaño completamente desordenado y la preocupación empezar a contraer sus facciones. 

—¿Harry? —llamó, con el miedo a flor de piel e inseguro de que realmente su chico estuviera ahí dentro. A su pesar, la voz de Harry coló dentro suyo como una daga cuando le respondió. Su respiración se pausó al comprobar que realmente él estaba en los pasadizos, probablemente, buscándolo. 

Harry sorbió por la nariz y giró su cabeza, la presencia de otra persona se hizo notar a unos pasos de él a pesar de no verla.

—¿Louis? —escuchó pisadas, y de pronto, todo quedó en silencio, la respiración agitada de él recorrió todo el pasillo, aliviando por completo su dolor y el pánico que lo había consumido al creer que las paredes lo aplastarían. Se levantó apenas, aun sosteniéndose de la pared y corrió hacia donde creía que él estaba. Tanteó en el aire con su mano, la cual fue recibida por la de Louis. Áspera, fría, familiar. No tardó en jalarlo hacia él. Harry rodeó su cuello y lo abrazó como jamás creyó hacerlo. — Louis ...

Sus heridas le hicieron quejar y tensarse cuando Louis lo estrechó y lo acercó más a él, pero esa calidez, su olor a sándalo, apaciguó todo lo sufrido con anterioridad. Pudo sentir en sus manos y su mejilla la humedad de afuera, el frío del aire impregnada en la capa. El castaño jadeó en el cuello de Harry y sus manos comenzaron a recorrer toda su espalda hasta llegar a su nuca.

—Mi chico —susurró en su oído. Harry asintió frenéticamente al borde del desmayo —¿Qué haces aquí? ¿Por qué has venido? 

—Yo... — Harry pasó saliva, no sabía por dónde empezar, que ocurriría una vez le contara lo que Erik le había hecho. Cerró los ojos, poco a poco bajando sus manos al pecho de Louis en busca de calor. Prefirió omitirlo hasta encontrar el momento oportuno para confesar la verdadera razón de por qué estaba ahí —T-te necesitaba y estaba preocupado, te extrañé mucho, creí que podía encontrarte, que podía... ser valiente alguna vez en mi vida.

Crsálida (LS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora