X: Regreso

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El simultaneo escalofrío le recorrió la espalda. Harry quedó congelado en su cama mientras procesaba lo que había sentido.  

Una semana completa había transcurrido desde su accidente en el rio, una semana entera donde todo marchó de maravilla, sin fantasmas o asesinos que querían asustarlo por gusto al otro lado de la pared, hasta ahora. Miró con pavor a la pared después de escuchar un suspiro, tragándose la tos que amenazó con aparecer al haberse resfriado. Estaba la posibilidad de haberlo imaginado o soñado, pero no bajaría la guardia. No sabía qué hora eran, pero la oscuridad le confirmaba que aun el amanecer estaba próximo de llegar. Tragó grueso y alzó su mano, solo para comprobar que no fue un sueño lo que escuchó. Dio dos golpes suaves, recibiendo uno de vuelta.

Harry ahogó un grito, quedando paralizado.

Había vuelto.  

No supo cómo reaccionar, sus oídos se llenaron de un tímido pitido, el cual se disipó cuando otro golpe se hizo presente. Por inercia volvió a alzar su mano, pero no sabía que esperar si le respondía. Se suponía que debía deshacerse de aquel ente, ignorarlo, no verlo como amigo. Sin embargo, algo en el fondo de él lo empujaba, le susurraba que no tenía nada que perder. Harry mordió su labio y estrelló sus nudillos en el suave tapiz que decoraba sus paredes antes de arrepentirse. El sonido hueco retumbó hasta el techo, bajó la mano y esperó en silencio la repuesta bajo la luz del fuego que proyectaba su sombra en la pared.  

—Hola.

El susurro ajeno tardó en aparecer. Harry al oírlo respiró intranquilo.  

—Hola —respondió —, habías desaparecido.  

—Si. 

—¿Has vuelto para... matarme?

La risa de él se hizo notar al otro lado, burlesca. Harry sintió sus mejillas arder.

—Probablemente.

—Oh... —susurró, sintiendo la bilis quemarle en la garganta ante la descarada confesión. Se hizo un ovillo en la cama y miró el armario. Era increíble que estuvieran tan cerca y a la vez tan separados —. Yo... creí que no volverías, pero por alguna razón te esperé. No pensé que fuera alguien tan importante para ti. Supongo que lo soy por ser el hijo del rey, pero, aunque no lo creas, él también quiere matarme. No eres el único, así que... creo que he esperado este momento por mucho tiempo. 

Harry escuchó la respiración cambiar a una más pesada. Le costaba creer que alguien podía estar ahí detrás, en caminos que él no sabía encontrar. En el fondo intuía que aquel chico llegaba a él por razones que, si bien temía saber, también le intrigaban y le revolvían el estómago. Lo había esperado, porque más allá de su rutina, aquel asesino fue lo único que consiguió remecerle el piso y sumergirlo a incógnitas que le quitaron el sueño al intentar entenderlas. Era el único en esas murallas que... no lo había tratado como si fuese una rata de alcantarilla.  

—¿Me esperaste?  —preguntó el chico detrás de la pared.

Harry frunció el ceño, ante todo lo que dijo ¿fue lo único que le importó?

—¿Sí? Sé que es estúpido, pero no tengo con quien hablar, he estado en cama siete días por mi torcedura de pie y un insoportable resfriado.

—Oh, ¿vino el doctor? —Harry alzó la cabeza hacia la pared cuando percibió algo de preocupación en su voz.  

—Si, dijo que me recuperaría pronto. Uno de los trabajadores fue a rescatarme aquel día. Fue muy gentil y amable de su parte. No tenía que hacerlo.  

—¿Sí? ¿Qué tan gentil?  

Sonrió al recordar al jardinero, sus manos callosas tratarlo con delicadeza.  

—Él... él no soltó mi mano mientras buscábamos la salida del bosque, me condujo entre los árboles hasta dejarme en el jardín. Si sabes quién soy, entonces sabes mi secreto. Me hizo sentir... bien. Su mano, a pesar de ser fuerte y rasposa era suave y calmante en la mía. Fue un momento mágico para mí —No escuchó ninguna respuesta. Todo se consumió en un silencio ensordecedor abruptamente. Harry se apoyó en su codo y miró a la pared, luego al armario. — ¿Estás ahí?  

Al otro lado el chico carraspeó, su voz sonó afectada.

—Si.

—¿Te hice sentir incomodo? Lo siento, creí que sabias que me gustan los hombres.

—No. Estoy bien.  

—¿Por qué hablas así? Como si estuvieras impactado.  

Volvió a oír el carraspeó y el sonido de pies arrastrándose en el suelo.

—¿Te enamoraste del chico del jardín? —preguntó, casi con molestia. Harry notó una ola de calor apoderarse de sus mejillas.  

—Yo... no lo sé... ¿lo estoy? —Harry llevó una mano a su vientre cuando recordó su voz y las líneas que se formaron en su mejilla al sonreír. La atracción que sus manos sintieron por él, por su piel, por tocar su cabello. Respiró hondo y tragó. El corazón le latió deprisa. —. Si, creo que estoy enamorado, es un buen chico. Fue lindo conmigo desde el primer momento.    

—Si, lo parece —respondió en un susurro el chico desconocido. Harry miró el techo y esperó otra respuesta, pero ninguna voz volvió a envolver su soledad, y estaba bien. Estaba perfecto, claro, si no hubiera caído en cuenta que su corazón ya había encontrado dueño.  

Se levantó de la cama conmocionado y caminó hacia el escritorio. Tomó su diario y leyó algunas cosas que había dejado ahí, fue entonces que sus ojos dieron con una frase que no parecía escrita por él. Acarició con su dedo las letras distorsionadas y bien marcadas. El asombro en su rostro no tardó en aparecer.  

"Soy real, no estas alucinando"

—Fuiste tu —susurró y miró la pared. —, escribiste en mi diario. 

Afuera la primera nieve del mes comenzó a caer con rudeza después de soportar toda una tarde en las nubes, Harry la miró mientras intentaba recordar en qué momento aquel asesino pudo escribir, pero en cuanto un destello alumbró su cabeza, un golpe y un gemido se escuchó afuera. Frunció el ceño y miró a la ventana, asombrándose al ver una persona arrastrándose por el suelo mientras su capa flameaba por el viento en dirección al sauce.

Crsálida (LS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora