23 ALEJANDRA

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- Déjame ayudare - Le pido viendo como recoge los platos.

- Que no Alejandra, entiende - Dice divertida mientras entramos a la cocina.

- Pero solo déjame recoger - Insisto.

Se gira y me mira directo a los ojos.

- No - Vuelve a girarse y deja los platos en la tarja.

Sin más remedio me quedo mirando su espalda mientras lavaba los platos que habíamos usado.

- ¿Te puedo preguntar algo? - Dice sin mirarme.

- Dime - Me acerco a su lado.

- Tú... - Duda un poco en preguntar y me mira - ¿Haz estado con otras mujeres? - Dice con un poco de pena.

- Mmm... - Me quedo pensando un momento - Sentimentalmente, no. Me llegue a besar con mujeres en fiestas y bares pero nunca más allá... - la veo asentir- ¿Y tú?

- Nunca - Dice algo divertida - Bueno, hace un par de semanas un mujer robo por completo mi atención - Dice con un tono juguetón.

- Ah si ¿Quien? - Continuo con su juego.

- Una arquitecta, es muy buena para diseñar y optimizar espacios, tiene unos ojos verdes preciosos y su cabello claro me encanta - Halaga - Pero también es muy terca, un poco Imprudente, mandona y es bastante menor para mi. Así que es complicado - Me mira con una sonrisa.

- ¿Bastante menor? - Pregunto indignada.

- Alejandra, te llevo seis años - Dice con exageración.

- ¿Y? - pregunto con humor.

Me mira mal y gira los ojos para continuar lavando los platos.

- Te prometo que ya soy legal - me acerco y beso su mejilla.

La escucho reír, volvemos a quedar en silencio y al igual que cuando cocinaba mi mirada no se despegaba de ella, su cabello oscuro caía de forma suave por su perfecta espalda, el pantalón alto de su traje junto con su camisa blanca fajada hacían que su cintura se viera espectacular. Desvíe mi mirada para evitar que pensamientos peligrosos llegarán a mi mente, pero fue inútil, mis ojos llegaron hasta la esquina de la barra donde hace unas semanas Fer me había besado con tanta pasión, a ese recuerdo se le sumaron imágenes de mi sueño de noches anteriores y comencé a perder el control. La mujer frente a mi me estaba himnotizando y no se daba cuenta. Comencé a acercarme lentamente a ella, mi mirada viajaba por sus curvas mientras mis pies seguían dando pasos sigilosos hasta llegar a centímetros de su espalda. Mi presencia no pasó desapercibida por mucho más tiempo, note como su cuerpo se tenso un poco y su respiración fue irregular, se dio la vuelta lentamente y quedamos cara a cara.

- ¿Que pasa? - Noto el nerviosismo en su voz. Su mirada bajo a mis labios y me provocó una sonrisa.

Sin tomarle importancia a su pregunta me adueñó de sus labios con un beso profundo pero lento, da un pequeño paso hacia atrás pero choca de inmediato, mis manos caen sobre su ya conocida cintura y pego mi cuerpo más al suyo. Nos separamos unos cuantos centímetros para tomar un poco de aire.

Nuestros ojos se cruzan y pude ver el mismo deseo que yo sentía reflejado en su mirada, pero no sabia si continuar, no la quería presionar ni que se sintiera obligada.

Me borro todos esos pensamientos de golpe cuando me volvió a besar con pasión, sus manos mojadas tomaron mi cuello y me arrebataron un suspiro por el frío. Me sentí en el cielo, la forma en la que me besaba era celestial, podía sentir su deseo en cada movimiento que hacia con su boca, la poca coherencia que quedaba en mi se desvaneció, la necesitaba, necesitaba su tacto, su olor, necesitaba sus besos, la necesitaba a ella y la tenía aquí dispuesta a ser mía.
Envolví uno de mis brazos en su cintura y la jale hacia mi cuerpo haciendo que soltara un ligero gemido entre mi boca, su mano se enredo en mi cabello y hacia una ligera presión haciendo nuestro beso más intenso. Con mis manos recorrí su cintura, baje por sus caderas y llegue a sus muslos, de una forma ágil enredo sus piernas en mi cintura y yo la tomé con fuerza, aunque Fer era ligeramente más alta que yo, no tuve que hacer un gran esfuerzo para cargarla. Comenze a caminar a ciegas hasta salir de la cocina, dejo de besar mis labios para pasar a mi mandíbula y cuello, esto me ayudo para poder ver el camino hacia su habitación pero también me complico más esa tarea, la forma en la que sus labios besaban mi cuello y sus dientes daban ligeros mordiscos me hacía dar gemidos involuntarios. Estábamos cerca de su habitación cuando volvió a atacar mi boca con pasión, sentí una de sus manos soltarme para abrir la puerta. Senti mis piernas chocar con el borde de la cama, sus piernas bajaron de mi cintura y  quedo de rodillas sobre la cama. Dejé de besarla y nos separamos unos cuantos centímetros, nuestra respiración era agitada y podía ver sus mejillas de un tono rosado, nuestros ojos se conectaron.

SABOR A MI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora