SABOR A MI

36 FERNANDA

Todo era perfecto, mi madre había hecho un trabajo increíble. Encontró la forma de que un mismo lugar hubiera dos ambientes completamente diferentes, por un lado del salón, había una pista de baile con varias mesas alrededor y un DJ que ponia am0biente para los empresarios más jovenes. Al otro lado las mesas eran más grandes y varios meseros que repartían bebidas, aunque la música no podía ser aislada por completo, si era de un volumen más bajo, permitiendo platicar, en medio de ambos ambientes había una barra que servía a ambos lados de la fiesta.

Yo me mantenía al margen de ambos ambientes, no quería tomar demasiado, mi noche se había basado en presentar el proyecto, presentar accionistas con posibles clientes, presentar antiguos clientes de la constructora a Lozano y así comenzar a vender.

A estas alturas todos los posibles negocios comenzaban a dejarse de lado para disfrutar la fiesta.

- Eso de tener que bailar para concretar un negocio me hace sentir como si ne prostituyera - Dijo Max cuando se acercó a mi lado en la barra.

- No seas dramático - Digo con gracia - ¿Lograste algo? - Pregunto algo más seria.

- Si. Se dedica a algo de transporte de mercancía, tiene varios trailers y otros transportes y quiere una gran bodega para guardarlos. - Me explica - Un whisky por favor - Pide al barman.

- ¿Vas a tomar?

- Si mamá ¿Puedo? - Lo miro mal - ya concrete tres citas, déjame divertirme.

- Bien.

- Gracias, El otro posible cliente...

Max comenzó a contarme sobre otro de los clientes pero deje de prestarle atención, mi vista estaba en la pista de baile, específicamente, en Alejandra, la forma en la que se movía era himnotizante, como sus caderas se movían de un lado a otro y sus manos se paseaban por su cuerpo. Intentaba contenerme, intentaba dejar de mirarla, pero simplemente no podía, el vestido que traía tampoco ayudaba mucho, resaltaba demasiado sus curvas, la abertura en su pierna era provocativa pero la forma en que lo lucia era simplemente maravilloso.

- Max - Me sobresalto la voz de mi madre.

- Dime

- Tu padre te busca.

- Bien, vamos - los veo alejarse hasta el otro lado del salón.

- Arquitecta - Una voz masculina me llama a mis espaldas.

- Dígame Lozano.

- Le quería pedir si podría guardar el contrato - Me extiende la carpeta que firmamos esta tarde - El ambiente ya no es precisamente de negocios, no me gustaría que le pase algo...

- Claro, la guardare.

- Gracias arqui.

Era claro que el hombre ya estaba un poco pasado de copas, así que me quedé con el contrato y lo guardaría en mi oficina.

- ¿No baila arqui? - Esta vez es una voz femenina la que me sorprende.

- ¿Es una invitación Díaz?

- Tal vez - Su mirada coqueta me provoca unas ganas intensas de sonreír las cuales reprimo.

- Ahora no Díaz, tengo que llevar esto arriba - Señaló la carpeta - Sin contar que sería algo peligroso y estamos rodeadas de gente...

- Cariño - Mi madre nos interrumpe - Perdón que las interrumpa.

- No se preocupe - Como siempre su sonrisa amable aparece.

- Te busca uno de los inversionistas cariño.

- ¿Cuál de todos? - Pregunto intentando conseguir más información.