30 FERNANDA

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La oscuridad de mi departamento me recibio. Aún podía sentir su aroma inundando cada rincón de mi hogar, era como si pudiera sentirla aunque no estaba.

Fui directo a mi habitación, me deshice de mi ropa y entré al baño dispuesta a ducharme. Ya en la bañera, comencé a pasar mis manos por mi cuerpo, cuando estas llegaron a mis pechos mi mente me llevó a lo que pasó esta mañana, recordé sus ojos llenos de deseo, su boca sobre la mía, sus manos que se deslizaban dentro de mi, la forma en la que tomaba mi cuerpo y lo hacia suyo, como me hacia delirar, como esa mujer podía tenerme a sus pies.

Una de mis manos bajo hasta mi entrepierna y comencé a estimularme, la única imagen en mi mente era ella, sus ojos verdes, su boca, sus manos. Comencé a penetrame.

Ah... - mi gemido inundó el baño.

Recordé su cuerpo, su desnuda piel que poco había disfrutado, me imagine tocándola, haciéndola sentir lo que ella me provocaba, imagine su rostro lleno de placer, sus manos aferrándose a las sábanas, me imagine penetrandola y haciéndola gritar de placer. La mano entre mis piernas aumentaba su ritmo, mis piernas temblaban, empezaba a quedarme sin aire, mi sudor se mezclaba con el agua tibia que caía sobre mi y mi otra mano jugaba con mis pechos. Estaba al borde de mi orgasmo, pero no era suficiente.

Una imagen se apoderó de mi mente, ella probándome, la forma en la que saboreo sus dedos está mañana, la imagen tan clara que tenía, sus ojos con un verde oscurecido, sus dedos entrando en su boca y ver como los saboreaba me llevaron al clímax.

- Alejandra - Su nombre acompañó mi orgasmo.

Me aferre a la pared con el agua cayendo sobre mi cuerpo, mi respiración acelerada y mis piernas temblabando. Esa mujer me tenía a sus pies y no me había dado cuenta.

Termine de ducharme sin ninguna interrupción, salí a la cocina en busca de una copa de vino la cual encontré antes de lo esperado.

Sobre el mesón estaba la botella de vino junto a una copa y una rosa blanca acompañadas de una tarjeta.

"No suelo regalar flores, pero cada que veo una rosa blanca me acuerdo de ti.

Att: A"

Su caligrafía perfecta en un trozo tan pequeño de papel, la simpleza de sus palabras y la felicidad tan inexplicable que me daba este pequeño detalle, por que era eso, un simple detalle, esta mañana había recibido una florería entera en mi oficina y no me había dado ni una milésima parte de felicidad que me había dado esta rosa.

- ¿En que momento la dejaste aquí? - Pregunto a la nada tomando la rosa entre mis manos.

Como respuesta escucho tres toques en la puerta, la primera opción que da mi cabeza es Ale la cual descarto de inmediato al saber que quería estar con su madre y que el portero no había anunciado a nadie, así que me quedaba una última opción.

- ¿Te habían dicho que eres muy terco? - Digo al abrir la puerta.

- Es un mal de los De Luque - Contesta con gracia - ¿Me contaras por que me has tenido abandonado? - Dice con un tono dramatico muy exagerado. Giro los ojos fingiendo fastidio - Mejor dicho, por quién - Dice al ver  la rosa entre mis manos.

- Déjame en paz - Le doy la espalda dejándolo pasar mientras vuelvo a la cocina - ¿Que necesitas? - Comienzo a buscar un florero para poner la rosa.

- Hablar con mi hermana - Dice mientras se sienta en la barra.

- ¿Tienes algún problema con tus pedidos? ¿O con los trabajadores? - Desvío el tema mientras me doy cuenta que no tengo ningún tipo de florero.

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