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Al bajarme del tren esperé a que pasara un poco la avalancha de estudiantes que se bajaban a reunirse con sus familiares. Al llegar mi turno, busqué con la mirada a Norah o algún elfo. Al mirar un poco más percibí una pequeña figura acercase entre en el tumulto de gente. Era Gilly. Gilly era uno de los pocos elfos domésticos que habitaban en la mansión Max, tenía unos grandes ojos turquesas que se escondían detrás de unos lentes de sol amarillos y, en esta ocasión, lo más resaltante de su vestuario era una gran bufanda de plumas blancas. Gilly era como mi elfo doméstico personal, no era de mi propiedad; pero si sentía cierta predisposición por mi. Se debería, tal vez, a qué en mi niñez le di trabajo cuando vagaba por las calles. Ahora es un elfo con mucha autoestima.

—¡Lady!—gritó en mi encuentro—. ¡La extrañe mucho Lady!

—Me hiciste mucha falta este año   Gilly—suspiré, tenía muchas dudas, más que al principio de todo. Pero también, tenía un agujero en el pecho que, en lugar de llenarse, solo aumentó su tamaño —. ¿La tía Ella está en casa?

—Si. La Madame no ha salido del despacho, ha estado muy ocupada, y ...—Gilly miró hacia los lados, como asegurándose de no ser escuchado, preferiblemente de otros elfos, y luego me susurró: — últimamente ha salido mucho, al igual que hace tres años. Y no de negocios.

Fruncí el ceño. Era extraño ese comportamiento en la tía Ella. Ya era una patrón que siempre cumplía cuando me encontraba en Hogwarts.

—Bien, llévanos a casa.—dije aún con el ceño fruncido.

—¿La misión, Lady?—Gilly hizo el ademán de levantar sus inexistentes cejas, mostrando un poco de sus ojos detrás de los lentes.

—Asi es, Lord Gilly. La misión aún no acaba, dió un giro inesperado.

Tomé la mano de Gilly apareciéndonos en el recibidor de la mansión. Dejo mi equipaje a un lado, sabiendo que Gilly lo moverá por mi en unos minutos. Así que, sin querer perder tiempo subo las escaleras para ir hasta el despacho de la tía Ella. Al estar a unos pocos pasos de la puerta, ella la abre topándose conmigo.

—Amina, que bueno que estás de vuelta. ¿Buen año?—me dió una breve escaneada para hacer el ademán de hacerme a un lado y seguir su camino.

—Lo conocí—la detuve. Sabía a quién me refería, pero solo hizo un breve y fugaz gesto de desagrado—. No fui prioridad para él. Trece años. Trece años en Azkaban y en lo único que podía pensar era en Harry Potter y el traidor de Peter Pettigrew.

—Así que tenía razón—Ella soltó una risa de sorna—. No había forma en que ese perro pudiera traicionar a aquél asno.

Perro...

—¿Sabías que era una animago? Siempre te referiste a él como perro.—ella soltó un suspiro pesado.

—Hablaremos luego, estoy ocupada.—trató evitarme y seguir adelante, pero otra vez la detuve.

—Quiero respuestas ahora. No mañana, no luego—dije elevando mi tono de voz, exasperándome—. Tu lo desprecias, y no solo a él. Cuando hablaste de él te veías igual que... el profesor Snape. Sé que no me odias, pero odias que esté emparentada con él.

La tía Ella presionó sus dedos índice y pulgar en el puente de su nariz. Sacó su varita y con un leve movimiento convocó un pequeño frasco. Cuando hice el ademán de perguntar, llevó la punta de su varita a su cien, extrayendo de ésta un fino hilo plateado, introduciéndolo en e frasco a los segundos de haberlo sacado.

—Ten. Encontrarás allí lo que necesitas.—me tendió el frasco, y sin más que agregar, cuando lo tomé en mis manos, siguió su trayecto, perdiéndose por los pasillos.

Me quedé allí, de pie en ese solitario pasillo. Adentrándome al despacho de la tía Ella, caminé hasta donde se encontraba su pensadero, y una vez junto a éste, vacíe el contenido del frasco en el. Vi como el líquido en el platillo giraba continuamente, formando borrosas y distorsionadas florituras. Me incliné dejándome llevar.

El paisaje a mi alrededor se desdibujó como la pintura en el agua. Aterricé en los que parecían ser los pasillo de Hogwarts junto a mi juvenil tía. Ella caminaba apresuradamente, con su túnica ondeando agresivamente detrás suyo. Su ceño está muy fruncido y murmuraba por lo bajo, y entre dientes, furiosas palabras, entre ellas pude escuchar «Potter y Black» «Tonta Constanza»

Frente a nosotras se abrió uno de los tantos jardines que poseía el colegio, y en el centro de todo había un tumulto de estudiantes rodeando a un grupo. Cuando nos acercamos más noté a cuatro chicos rodeando otro que flotaba en el aire de cabeza. Segundos después identificaria al grupo como James Potter; el padre de Harry, mi padre, al profesor Erre Jota Lupin, y a la rata de Peter Pettigrew. Y al chico que levitaba como el profesor Snape.

Cada tanto se mostraba un nuevo recuerdo, y cada uno de ellos, esos cuatro estudiantes eran participes de cada "travesura"—como les gustaba llamarle los profesores —, ví a decenas de estudiantes, en su mayoría de Slytherin, sucumbir ante ellos como parte de sus "inofensivas bromas". Son solo chicos. Bromas. Juegos. Vi al profesor Snape ser el objetivo de James Potter, solo por ser amigo de la famosa Lily Evans, su interés amoroso. Obsesión aparece en el diccionario. Vi a mi madre ridiculizarse ante mi padre para llamar su atención. Cómo cambiaba de personalidad cuando éste hacia acto de presencia.

El paisaje se desdibujó hasta mostrar una discusión en el baño de chicas. Mi tía Ella, mi madre y la madre de Harry.

—¿En serio estás saliendo con Potter?—dijo Ella con incredulidad. La tía Ella siempre había gozado de una perfecta cara de poker, pero había situaciones como esta en la que su rostro adquiría subtítulos—. ¿Después de todo lo que hizo, de lo que le hizo a tu amigo?

—Él cambió. Y ya Severus y yo no somos amigos.—la pelirroja de ojos verdes trataba de no apartar la vista de Ella. Mi tía soltó un bufido.

—Pues que poco vale tu amistad. Después de todo, ya obtuviste lo que quisiste de él.

—¡E-eso no es cierto!—gritó Lily enrojeciendo freneticamente—. ¡Él fue quien decidió llam-marme... de esa forma!

—Reitero; que poco vale tu amistad. Solo hizo falta un insulto para que se te olvidaran todas las hostigaciones de Potter.

—¡Ellanorah! ¡Ella..!—el grito de mi madre fue interrumpido por Ella, que se volteo en su dirección, mirándola con furia y decepción.

—¡Ella nada, Constanza! Nada justifica que salgas con el hostigador principal de tu mejor amigo, ni siquiera porque ya no se hablen, luego de años de agresiones en su contra. Te haces llamar buena amiga, pero no aceptas sus disculpas. Le llamas dignidad, yo le digo orgullo.

»A la primera oportunidad que tuviste corriste a los brazos de Potter cuando se mostró "arrepentido". Y tu—miró hacia mi madre, que la miraba con vergüenza— ya no te reconozco. Que tan desesperada has de estar por un poco de su atención, que le has dado la espalda a toda tu educación. Ya no sé si la Constanza que conocía está viva, enterrada bajo todo este insulto, o si la mutilaste para construir el objeto en el que te has convertido.

Salí de pensadero con la respiración errática. Ahora entendía.

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⏰ Última actualización: Oct 16, 2023 ⏰

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Love me, Potter | Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora