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Oigo la voz de Hermione levantándonos a Ginny y a mi. Tengo la necesidad de lanzarle lo primero que mi mano encuentre para seguir durmiendo, pero luego recuerdo que es el Mundial de Quidditch. No siquiera me gusta el Quidditch —pero sí Oliver Wood— pero eso es mejor que estar en el mismo lugar que Norah. Así que, no me queda de otra más que levantarme.

Cada una toma su espacio para prepararse, tomándonos turnos para usar el baño, siendo la pelirroja menor la primera en usarlo. Mientras, me tomo el tiempo se sacar mi ropa, optando por una camisa blanca y falda larga de patrones en colores naranja, amarillo y blanco, a juego con una botas cortas sin plataforma de color marrón. Por la hora decidí acompañarlo de un suéter de lana que, estoy muy segura, luego me quitaré.

—¿En serio te vas a poner falda con este frío?—escuché a Hermione decirme, a lo que voltee a verla.—. Digo, es muy bonito y te quedaría increíble pero, ¿Por qué?

—El lugar al que vamos va a estar abarrotado de magos y brujas emocionados por el Mundial, eso sumándole que es verano nos dejarán con un clima caluroso para esas horas.

—Tienes razón, además, siempre puedes llevarte un cambio de ropa.

Cuando cada una terminó de alistarse bajamos, en el camino a la cocina escuchamos parte de la conversación que se llevaba a cabo en ese momento.

—Bueno, pero aprobó a la segunda —se escuchó a la señora Weasley, entre un estallido de
carcajadas.

—Percy lo ha conseguido hace sólo dos semanas —dijo George—. Desde entonces, se ha aparecido todas las mañanas en el piso de abajo para demostrar que es capaz de hacerlo.

En ese momento entramos a la cocina encontrándonos con parte de los Weasley y Harry.

—¿Por qué nos hemos levantado tan temprano? —preguntó Ginny, frotándose los ojos y sentándose a la mesa.

—Tenemos por delante un pequeño paseo —explicó el señor Weasley.

—¿Paseo? —se extrañó Harry—. ¿Vamos a ir andando hasta la sede de los Mundiales?

—No, no, eso está muy lejos —repuso el señor Weasley, sonriendo—. Sólo hay que caminar un poco. Lo que pasa es que resulta difícil que un gran número de magos se reúnan sin llamar la atención de los muggles. Siempre tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de viajar, y en una ocasión como la de los Mundiales de Quidditch...

—¡George! —exclamó bruscamente la señora Weasley, sobresaltándonos a todos. Aún estaba un poco adormilada.

—¿Qué? —preguntó George, en un tono de inocencia que no engañó a nadie.

—¿Qué tienes en el bolsillo?

—¡Nada!

—¡No me mientas!

La señora Weasley apuntó con la varita al bolsillo de George y dijo:
—¡Accio!

Varios objetos pequeños de colores brillantes salieron zumbando del bolsillo de
George, que en vano intentó agarrar algunos: se fueron todos volando hasta la mano
extendida de la señora Weasley.

—¡Os dijimos que los destruyerais! —exclamó, furiosa, la señora Weasley, sosteniendo en la mano más caramelos longuilinguos, cuando claramente ayer ordenó destruirlos—. ¡Os dijimos que os deshicierais de todos! ¡Vaciad los bolsillos, vamos, los dos!

Love me, Potter | Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora