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-Gracias por ser tan inoportuno Diggory. -dije al verlo entrar en la enfermería y acercarse a donde estaba, recogiendo mi ropa.

-No tienes de que preocuparte, solo patrullaba. -dijo sacando una de esas insoportables sonrisillas suyas. -¿Ahora estás bien? Se que puede resultarte incómodo

-Estoy perfecta. -lo interrumpí al ver por donde iba. - y no, te equivocas, es perfectamente normal, les pasa a todas las chicas, y si alguna vez tienes hijas les pasará a ellas.

Y luego de eso, solo salí de la enfermaría, no pretendo que piense que ahora lo idolatro porque «oh Cedric, me has salvado la vida, eres mi héroe. ¡Te amo! ¡Casémonos!» No. Cedric Diggory no me agrada.

Decidí no ir a la primera salida de Hogsmade, pero eso no quiere decir que me quedaré encerrada en mi sala común, por lo que llegué al vestíbulo, donde Filch, señalaba los nombres en una lista, examinando detenida y recelosamente cada rostro y asegurándose de que nadie salía sin permiso.

-¿Te quedas aquí, Potter? -gritó Malfoy, que estaba en la cola, junto a Crabbe y a Goyle-. ¿No te atreves a cruzarte con los Dementores?

Ni se para que vine hasta acá de tantos lugares, por lo que suspire dándome la vuelta caminando hasta las cocinas de Hogwarts, tengo tanta hambre que los elfos se pondrán muy contentos. A veces pienso que son como esas abuelitas que cuando las visitas te ven como si hubieses pasado cinco años en una guerra sin comer y estés hasta los huesos y lo único que quieren hacer es engordarte.

Aunque yo no tengo a mis abuelos vivos, y ahora que se quién es mi padre está más que claro que esos abuelos también están muertos.

No sé cuánto tiempo pasé en las cocinas, solo se que fue el tiempo suficiente para calmar mi hambre y, claro, abastecer mi bolsa nocturna para cuando esté haciendo tarea y necesite un refrigerio para que todo fluya mejor. Sino descansas no hay un buen desempeño. El resto de la tarde, o lo que quedaba de ella antes de que los carruajes volvieran estuve vagando por Hogwarts, tuve un breve encuentro con el director, que aun sigue sin causarme buena espina.

Es que todo el mundo parece adorarlo, se muy bien que es un mago extraordinario con habilidades extraordinarias, pero me resulta muy sospechoso. Siempre hay una oscura historia detrás de personas con poder; Grindelwald, Voldemort, y el mismisímo Harry Potter. Yo no le dejaría mi vida en sus manos por más poderoso que fuera, de ser así también la dejaría en manos de Voldemort.

Ni siquiera Norah confía en él, más con la historia detrás de nuestra familia, no por nada pasé casi toda mi infancia aprendiendo Oclumancia. Mi mente no está segura cerca de Dumbledore.

Durante la cena todo estuvo normal, claro que yo estaba comiendo como perico; de a pedacitos por lo llena que estaba, bueno, no tan llena, pero necesitaba ahorrar espacio para mas tarde, por lo que al terminar a cena cada casa de vuelta a su casa, pero ¿adivinen qué? Tuvimos que volver al comedor por quién sabe que razón, todos con la confusión bailando en nuestros rostros y vaya sorpresa nos llevamos al llegar.

-Los demás profesores y yo tenemos que llevar a cabo un rastreo por todo el castillo -explicó Albus Dumbledore, mientras McGonagall y Flitwick cerraban todas las puertas del Gran Comedor- Me temo que, por vuestra propia seguridad, tendréis que pasar aquí la noche. Quiero que los prefectos monten guardia en las puertas del Gran Comedor y dejo de encargados a los dos Premios Anuales. Comunicadme cualquier novedad - añadió, dirigiéndose a Percy, que se sentía inmensamente orgulloso-. Avisadme por medio de algún fantasma. -El profesor Dumbledore se detuvo antes de salir del Gran Comedor y añadió-: Bueno, necesitareis...

Con un movimiento de la varita, envió volando las largas mesas hacia las paredes del Gran Comedor. Con otro movimiento, el suelo quedó cubierto con cientos de mullidos sacos de dormir rojos.

Love me, Potter | Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora