O2

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Tarde; llego muy, muy tarde, según Norah. La verdad, yo creo que lo bueno se hace esperar, pero ella no cree lo mismo.

Con todo listo partimos a la estación de King Cross, al atravesar la pared de concreto-en la que suponía que me estrellaría como sapo volador- Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h». «Andén Nueve y Tres Cuartos»

Antes de que pregunten, sí, vine sola, como toda hembra alfa que se hace respetar. Al caminar hacia la locomotora pasé junto a una familia pelirroja-¿Por qué "pelirroja" si nuestro cabello es naranja-cobrizo? - que bien podría yo hacerme pasar por su hija, junto a un chico pelinegro.

El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de la gente. Las lechuzas se llamaban unas a otras, con un malhumorado ulular, por encima del ruido de las charlas y el movimiento de los pesados baúles. Los primeros vagones ya estaban repletos de estudiantes, algunos asomados por las ventanillas para hablar con sus familiares, otros discutiendo sobre los asientos que iban a ocupar.

Encontré un compartimiento vacío, entrando en el me acomodé dejando mi equipaje-porque aunque se llame "baúl" me gusta más "equipaje" - me senté en uno de los extremos del sillón y saqué un libro sobre Hogwarts. A los minutos sentí entrar a alguien, virando para ver quién era me encontré a una chica un poco más alta que yo; ojos cafés, cabello exuberante y con aires intelectuales.

- ¡Oh! Estás leyendo, yo también lo he leído todos; me parece fascinante su historia. -habló emocionada para luego presentarse- soy Hermione Granger. -

- Amina Black, un gusto. -dije presentándome.

Admito que Hermione es un poco parlanchina-por no decir mucho- y en busca del saber, pero fuera de eso es muy amigable. Otro chico se nos unió luego de unos momentos para que la locomotora empezara a moverse, un chico de cara redonda y algo torpe; Neville Longbotton.

Decir que era torpe-acertando- fue muy apresurado, este chico era una ternura, Hermione y él salieron del compartimiento en busca del sapo de éste, aprovechando que no faltaba tanto para llegar me levanté para ir a cambiarme.

Al salir del baño ya lista caminé por los pasillos hacia mi compartimiento, en el trayecto sentí algo caer en mi cabeza y luego de eso murmureos de estudiantes que me veían-o más bien lo que tenía en la cabeza- subí mis manos palpando hasta tocar algo peludo, al tomarlo algunas chicas soltaron pequeños chillidos y los chicos pequeñas risas, miré lo que había tomado y era una tarántula.

Unos chicos, tres para ser exactos, se me frenaron enfrente, un par de gemelos pelirrojos y un chico de pelos tiesos, supongo que la araña le pertenece a alguno de ellos.

- ¿Es suya? -dije mostrándosela.

- Es de Lee, me sorprende que no hayas gritado-dijo uno de los gemelos, éste era ligeramente delgado, señalando al moreno.

- ¿A qué te refieres? -pregunté entregándole la criatura a su dueño.

- Las chicas al ver la tarántula salen gritando. -respondió a mi pregunta el otro gemelo.

- No metas a una manzana verde en el saco de las rojas. -dije mirándolos y cruzándome de brazos.

- ¿Qué? -dijo el chico Lee a mi respuesta.

- Creo entender...-dijo un gemelo, el más gordo, para más fácil.

- Significa que, el hecho de que seas chica, como todas, no quiere decir que seas igual. -dijo el otro gemelo, que al parecer completó la frase de su hermano.

- Exacto. -dije asintiendo- Amina-

- Fred...-

- Y George Weasly. -dijeron completando la oración.

- Lee Jordan. -se presentó su amigo.

- Bien, eso es todo. -dije volteándome para seguir con mi camino sin esperar una respuesta suya.

Esos chicos tienen algo que me agrada; como una chispa, esa chispa que no todos poseen, esa que hasta en los momentos más oscuros puede iluminarte. Y dirán, ¿Cómo es que una niña de apenas once años sabe tanto? Solo diré que no hay que ser inteligente para ser observador.

Una voz retumbó en el tren.

- Llegaremos a Hogwarts dentro de cinco minutos. Por favor, dejen su equipaje en el tren, se lo llevarán por separado al colegio. -

El tren aminoró la marcha, hasta que finalmente se detuvo. Todos se empujaban para salir al pequeño y oscuro andén-por merlín, parecen crías peleándose por el pecho de su madre- entonces apareció una lámpara moviéndose sobre las cabezas de los alumnos, y se oyó una voz:

- ¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí! ¿Todo bien por ahí, Harry? -

Un hombre gigantesco se acercó hasta nosotros para guiarnos y de paso llamando por un tal Harry, supongo que es el guardabosque.

- Venid, seguidme... ¿Hay más de primer año? Mirad bien dónde pisáis. ¡Los de primer año, seguidme! En un segundo, tendréis la primera visión de Hogwarts -exclamó Hagrid por encima del hombro-, justo al doblar esta curva.

Se produjo un fuerte ¡ooooooh!

El sendero estrecho se abría súbitamente al borde de un gran lago negro. En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas.

- ¡No más de cuatro por bote! -gritó Hagrid, señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla.-¿Todos habéis subido? -continuó Hagrid, que tenía un bote para él solo-.¡Venga! ¡ADELANTE! -

Tomé el bote junto a otros tres chicos a quienes, obviamente desconozco, para que la pequeña flota de botes se mueva al mismo tiempo, deslizándose por el lago, que era tan liso como el cristal. Todos estábamos en silencio, contemplando el gran castillo que se elevaba sobre nuestras cabezas mientras nos acercábamos cada vez más al risco donde se erigía.

- ¡Bajad las cabezas! -exclamó Hagrid, mientras los primeros botes alcanzaban el peñasco. Todos agachamos las cabezas y los botecitos nos llevaron a través de una cortina de hiedra, que escondía una ancha abertura en la parte delantera del peñasco.

Fuimos por un túnel oscuro que parecía conducirnos justo por debajo del castillo, hasta que llegamos a una especie de muelle subterráneo, donde trepamos por entre las rocas y los guijarros.

- ¡Eh, tú, el de allí! ¿Es éste tu sapo? -dijo Hagrid, mientras vigilaba los botes y la gente que bajaba de ellos.

- ¡Trevor! -gritó Neville, muy contento, extendiendo las manos.

Luego subimos por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara de Hagrid, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo. Subimos por unos escalones de piedra y nos reunimos ante la gran puerta de roble.

- ¿Estáis todos aquí? Tú, ¿todavía tienes tu sapo? -Hagrid levantó un gigantesco puño y llamó tres veces a la puerta del castillo.





-SmileCreative-

Love me, Potter | Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora