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"Flashback"

-Recuérdame, ¿Por qué estoy haciendo esto? -pregunté hacia el Gryffindor que sostenía dos escobas en una mano mientras que con a otra me tenía sostenida de la manga de mi sueter.

-Porque sí. Todo el mundo sabe jugar Quidditch, a excepción de los hijos d muggles, pero ese es otro tema; todos, repito, todos deben saber montar una escoba. Y yo te voy a enseñar, como me llamo Oliver Wood.-Oliver decía con tal convicción aquello que me hacía pensar en un futuro con él como Ministro de Magia; todo aquel mago o bruja que sepa de la existencia del Quidditch y no lo sepa jugar, irá a Azkaban.

-Oh, ¿Y tú me enseñaras a montar una escoba? -dije batiendo mis pestañas en su dirección, esta acción causó que se sonrojara levemente, pero aun así conservaba su ceño fruncido. -No me mires de esa forma, esas fueron tus palabras.

Al llegar al centro del campo el Gryffindor soltó las escobas y me dejó al lado de una de ellas dándome las instrucciones básicas. Eso me recuerda en la manera en que estoy en este lugar, porque estaría mintiendo si digo que vine por voluntad propia, no, el capitán del equipo de Quidditch de la casa de Gryffindor me asaltó en pleno pasillo-iba de camino a la biblioteca- y casi que me lleva como a un saco, y me arrastró por casi todo el colegio en dirección del campo de Quidditch.

Esto me gano por meterme en asuntos de un Gryffindor, y para colmo, el más obsesivo de todos.

-...pero tranquila, no es necesario que vayas tan alto porque eres primeriza, pero luego vas a tener que ir cogiendo más altura, eso si no tienes vértigo. Porque no tienes vértigo ¿Cierto? Eso sería un poco problemático pero no es un obstáculo y..

-A ver, a ver. Muy lindo y todo, pero no voy a montarme en una escoba, no lo necesito, y tampoco voy a morir por ello. -interrumpí su discurso antes de que le llagara un halo de inspiración y me hablara del Quidditch en la edad de piedra: la invención del palo. -Además, tengo falda y no suena para nada cómodo. Nos vemos.

Me alejé caminando hacia la salida, la verdad me esperaba un poco de caminata pero es lo que me gano por meterme con ese loco...

Solté un grito y por impulso me sostuve fuertemente de quién me tenía sujeta de la cintura, en cuanto capté quién era el bastardo que me había arrastrado en el aire le grite: -¡Eres un maldito! ¡psicótico del Quidditch!

El muy maldito había pasado a toda velocidad junto a mí tomándome me la cintura hasta dejarme sentada en la escoba junto a él y elevarse en el aire. Se puede creer que me sentiría segura en su brazos, pero lo que siento es temor de mi vida en los brazos de este loco.

-Relajate, no te dejaré caer. -dijo entre risas, pero aun así manteniedo un firme agarre en mi cintura.

-Pues claro que no me dejarás caer; porque si lo hago, tu lo harás conmigo Wood. -dije en un resoplido, sintiendo como dejaba escapar grunidos hacia el chico a mis espaldas. -Nadie había atentado contra mi vida de esta manera.

-No seas paranoica.

-No lo soy, eso te lo dejo a ti.

Sin más que hacer que rendirme, porque aunque me sintiera tentada a lanzarme de la escoba y causarle un susto catastrófico al pobre chico, no lo haré, será mejor cooperar en este caso. Así que no me quedo más que dejarme enseñar a montar una bendita escoba, siguiendo las instrucciones que me eran dadas pude a aprender a montar una escoba decentemente. Y ya en tierra pude tomar un respiro, mientras hacia una mueca; montar una escoba y usar falda no pueden ir juntos.

-Bien, ahora que ya saber como volar correctamente, te enseñaré lo básico de cómo se juega al Quid...

-¡Ah no! ¡Adios! -grité interrumpiéndolo mientras sacaba mi varita y lo apuntaba con ella alejándome rápidamente. -Y ni se te ocurra volver a hacer la misma gracia, porque como me llamo Amina Black que lo último que verás será la luz saliendo de mi varita.

"Fin del Flashback"

Me llegaron los recuerdos de lo que pasó el domingo, más que nada lo que pasó luego de irme del campo de Quidditch, porque me resulta curioso que durante la cena sentía la mirada de cierto Gryffindor clavarse en mi nuca, pensando que era Oliver había volteado para obtener alguna respuesta a su incesante mirada, pero vaya sorpresa que me había llevado al descubrir que no eras unos ojos castaños sino unas esmeraldas las que me devolvieron la mirada.

Harry Potter me miraba como si hubiese matado a su lechuza a sus espaldas y le hubiese dado el pésame de frente. Ron y Hermione le miraban mientras la castaña le susurraba cosas, como regañándole haciendo que dejara de mirarme. Sea lo que sea que estuviera pasándole parecía haberla agarrado conmigo y Hermione intentaba hacerlo entrar en razón.

Fue la única vez que vi a Harry desde que Fred y George le hayan entregado el mapa. ¿Qué habrá pasado en ese lapso de tiempo sin vernos que le haya hecho verme de esa forma? Una pregunta cuya respuesta no estoy interesada en saber.

La noche antes del comienzo de clases, los gemelos me ayudaron a infiltrarme en la torre de Gryffindor para entrar a su habitación y convivir un poco, claro, también en compañía de Lee.

Me hallaba acostada boca arriba haciendo figurillas con la varita oyendo los murmullos y risas que soltabas los pelirrojos con algún que otro comentario de parte del moreno. Ya cansada de esta posición me senté correctamente pasando la vista por la habitación mientras me levantaba, llevaba mucho rato aquí y tenía algunas cosas por organizar.

-Oigan, ¿Sería molesto de mi parte decirle a su madre si puede hacerme un suéter y unas medias a juego? Me gustan los suéter unas tallas más grandes. -dije caminado hacia la puerta.

-Uh, o hay problema, estará encantada, pero ¿porqué no tomas uno de los nuestros? Te quedaría bien. -George señaló al par de suéters que descansaban en un baúl que se encontraba abierto y desordenado.

-Te recomiendo el que tiene una F, va con el tono de tu cabello y te haría ver fabulosa.-dijo Fred chasqueando los dedos imitando a una diva, pero George lo empujó para lanzarme un suéter con una G.

-No le hagas caso, él no sabe la diferencia entre unos botines y unas botas (las dos son iguales), no zopenco, los botines son de bota corta. -George miró a su gemelo con decepción, como si la idea de combinar mi atuendo con el color de mi cabello fuera una insolencia, mientras éste le regresaba la mirada entre ofendido y burlón. -Usa el mío, realza tu figura y te hace ver gloriosa.

Lo miré con una ceja alzada ante el consejo de moda y éste solo se encogió de hombros a la vez que decía: -Mamá deja revistas en el baño.

Negué riendo por la idea de un pelirrojo sentado en el retrete leyendo una revista de moda mientras defecaba.

Bajé las escaleras para salir de la sala común encontrando a algunas personas en ella, y llegué al momento en que Ron le soltaba a Oliver-quién hablaba con Harry-que el mencionado había recibido una Saeta de Fuego.

-¿Una Saeta de Fuego? ¡No! ¿En serio? ¿Una Saeta de Fuego de verdad? -Preguntó Oliver casi infartandose de la emoción. Podía jurar que sus ojos chispeaban, casi aparecen estrellas en ellos.

-No Oliver, una Saeta de Fuego de juguete. -dije a unos centímetros del trío. -Que preguntas que haces. Por Morgana.

-¿Tú que haces en la sala de Gryffindor? -soltó Ron de inmediato al notarme junto a los otros dos muchachos que lo acompañaban. Notando a Harry dirigirme malas miradas otra vez. Uy si, mira que tiemblo.

-Yo no estuve aquí. -dije al pasar a su lado dirigiéndole un saludo al Gryffindor mayor, osea, al que tiene un amor enfermizo por el deporte del mundo mágico.

Love me, Potter | Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora