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Harry lo siguió. Y yo le seguí sin quedarse a esperar que el sauce despertara de nuevo.

Entramos a gatas, metiendo primero la cabeza, y nos deslizamos por una rampa de tierra hasta la boca de un túnel de techo muy bajo. Crookshanks estaba ya lejos y sus ojos brillaban a la luz de la varita de Harry. Un segundo después, entró Hermione.

-¿Dónde está Ron? -le preguntó con voz aterrorizada.

-Por aquí -indicó Harry, poniéndose en camino con la espalda arqueada, siguiendo a Crookshanks.

-¿Adónde irá este túnel? -le preguntó Hermione, sin aliento.

-No sé... Está señalado en el mapa del merodeador; pero Fred y George creían que nadie lo había utilizado nunca.

-Se sale del límite del mapa, pero da la impresión de que va a Hogsmeade. -dije completando el argumento de Harry que asintió a lo que dije.

Avanzabamos tan aprisa como podíamos, casi doblados por la cintura y por momentos podíamos ver la cola de Crookshanks. La cabeza me punzaba, pero no me había detenido por el momento a conjurar un hechizo para sanarme. No era una experta pero sabía lo más básico para sobrevivir.

El túnel parecía no tener fin mientras más avanzábamos pero entonces empezó a elevarse, y luego a serpentear; y Crookshanks había desaparecido. Nos detuvimos jadeando, para coger aire en cuanto vimos una pequeña luz. Avanzamos con cautela hasta la abertura y levantando las varitas para ver lo que había al otro lado. Aproveché ese momento para conjurar el hechizo y dejar de desangrarme.

Había una habitación, muy desordenada y llena de polvo. El papel se despegaba de las paredes. El suelo estaba lleno de manchas. Todos los muebles estaban rotos, como si alguien los hubiera destrozado. Las ventanas estaban todas cegadas con maderas.

Harry me miró a mí y luego a Hermione, que parecía muy asustada, pero asintió con la cabeza.

La habitación estaba desierta, pero a la derecha había una puerta abierta que daba a un vestíbulo en sombras. Hermione volvió a cogerse del brazo de Harry. Miraba de un lado a otro con los ojos muy abiertos, observando las ventanas tapadas.

-Harry -susurró- Creo que estamos en la Casa de los Gritos.

-Creo no. Estamos en la Casa de los Gritos. -afirmé observando todo con más detenimiento.

Noté a Harry mirar una silla de madera que estaba cerca de nosotros. Le habían arrancado varios trozos y una pata.

-Eso no lo han hecho los fantasmas -observó.

En ese momento oímos un crujido en lo alto. Algo se había movido en la parte de arriba. Miramos al techo. Hermione le cogía el brazo a Harry con tal fuerza que creía ver como éste perdía de poco la sensibilidad. Harry volvió a mirarla. Hermione volvió a asentir con la cabeza y lo soltó.

No sé si es que se están comunicando telepáticamente o simplemente me están ignorando. Por lo que repito en mi mente el mantra de que me metí en esto porque mi instinto me lo dice y no por ellos y el sentido de la abnegación que juran que un Slytherin no tiene.

Porque un Slytherin desayuna corazón de Escarbato con jugo de sangre de Unicornio.

Tan en silencio como pudimos, entramos en el vestíbulo y subimos por la escalera, que se estaba desmoronando. Todo estaba cubierto por una gruesa capa de polvo, salvo el suelo, donde algo arrastrado escaleras arriba había dejado una estela ancha y brillante. Llegamos hasta el oscuro descansillo.

-Nox -susurramos a un tiempo, y se apagaron las luces de las varitas.

Solamente había una puerta abierta. Al dirigirnos despacio hacia ella, oímos un movimiento al otro lado. Un suave gemido, y luego un ronroneo profundo y sonoro.

Love me, Potter | Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora