Capítulo 8

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AXEL

Debo admitir que me sorprendió la invitación de Ara para entrar a su casa. Ya era casi de noche y yo seguía con ella, su tía y su prima. Elice era una mujer muy agradable y amable. Al perecer yo le caía bien.

Conquistando el corazón de la señora para follarte a su sobrina, je je.

No lo niego...

Eres un pervertido, pequeño Axel.

...Pero, tampoco lo acepto.

Al final acepté la invitación de Ara. Resultó ser que vivía al lado del restaurante en una casa realmente acogedora —al menos desde afuera—. Ella abrió la puerta, dándome una perfecta vista de su cuerpo desde atrás.

Esa chica nos va a volver locos.

Ya estoy loco por ella.

Y yo igual.

Ambos entramos. Su residencia tenía un ambiente agradable. Ella dejó las llaves sobre una mesita pequeña en el lado izquierdo —claramente pegado a la puerta— de un sofá de color azul claro.

—Perdona el desorden. —Se disculpó sin ninguna razón.

No entiendo a las personas que se disculpan por el "desorden" que hay en sus hogares. ¡Si la casa está prácticamente impecable! Todos se ve muy bien orden de manera meticulosa. Rastros de polvo, no hay. Ropa sobre el sofá, no hay. Zapatos en cualquier lugar, no hay. Todo está perfecto y limpio.

Unos cinco gatos llegaron al encuentro de la chica y no me prestaron atención. ¡Eso me ofende!

Maullaban todos a la vez.

Había uno negro con los ojos verdes. Otro era un poco gordo y blanco con manchas de color naranja claro ligado con algunas rayas más oscuras. Un tercer gato era amarillo a rayas y muy peludo, esponjoso. El siguiente era blanco completo con un ojo azul y el otro verde. El último era gris con ojos normales.

—¡Hola, mis bebés! —saludó ella a los gatos con un tono de ternura.

Ara se agachó para estar un poco a la altura de los felinos.

Vale, ya sabemos que es la chica de los gatos.

La chica de los gatos es un buen apodo.

Concuerdo totalmente.

—Este es Lunim. —Señaló al gato negro—. Lo tengo desde hace tres años.

Saludé al gato con una sonrisa divertida en mi rostro. Lunim se pegó a mi pierna y se acarició a sí mismo conmigo. Le agrado, eso es bueno, ¿no?

—Te presento a Doraemon. —Cargó al animalito blanco con ojos de diferente color y se puso de pié.

Y sí, Doraemon. Intenté no reírme con todas mis fuerzas.

—¡Hola! —saludé al michi con una sonrisita.

El gato maulló y no sé si fue impresión mía, pero entrecerró los ojos.

Ya te odia. Bien hecho, pequeño Axel.

No es mi culpa caer mal con tan sólo mirarme.

La chica dejó ir al felino que traía en sus brazos. Acarició la cabeza del más gordo e indicó que era el más viejo y especial de todos. Ella dijo que era hijo de su primer gatito.

Vale, me conmovió.

Incluso creo haber secado una lagrimita corriendo por mi mejilla. Su nombre era Michigan.

Billonaire [Parte 1 y 2] (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora