LIZT
Habían pasado varias semanas desde el regreso a la escuela. La chica de los gatos y el Tigre Traumado seguían de novios. Cada día de cada semana, Sofía desaparecía sin dejar rastro. No me molestaba en seguirla ni me preocupaba por eso ya que mi hermana tiene veintiún años y sabe lo que hace.
A mí me preocupaba otra cosa: la reacción de mis padres cuando les dijera lo que quería hacer con mi vida. Estaba esperando el momento justo y este fin de semana lo haría. Lo haré el domingo, en mi cumpleaños número dieciocho.
Estoy emocionada y asustada. Me emociona mi cumpleaños y me asusta que mis padres reaccionen mal.
Me ubiqué en dónde me encontraba ahora. Estaba en la furgoneta de Andreik, camino a la Mansión LeBern. Seguramente los preparativos para mi cumpleaños ya están listos aunque faltan dos días.
Suspiré. Mis hermanas y mi hermano venían conmigo. Axel —al lado del conductor— dibujaba algo en su vieja libreta de dibujos. Hacía mucho tiempo que no lo veía dibujar algo. Miley llevaba tomándose fotos por lo menos desde hace media hora, ya debe haberse tomado unas quinientas selfies.
La menos fotogénica.
Literalmente.
La mayor bipolar estaba dormida sobre el hombro de Julia, quien leía un libro en su celular. Wattpad para ella nunca pasa de moda. Ara estaba sentada frente a mí con sus manos en los hombros de su novio.
***
Mi cumpleaños por fin había llegado. Mi décimo octavo cumpleaños estaba aquí.
El peinado que me hicieron mis estilistas favoritas —mis hermanas y mis primas las gemelas— era básicamente el cabello suelto y ondulado con dos mechones hacia atrás unidos por un lazo marrón brillante.
El maquillaje era una sombra de ojos, rímel aplicado, un delineado de gato, un poco de rubor y labios pintados de marrón con gloss por encima.
Mi vestimenta era un vestido marrón con los hombros al descubierto, de mangas largas, enseñando una pierna y unos tacones negros de esos que se usaban en los tiempos de mi madre: de punta cuadrada al igual que el tacón alto y mostrando las uñas y dedos de los pies.
Cuando las chicas terminaron de prepararme, salí de la habitación junto a ellas que también estaban maquilladas y con vestidos bonitos, obviamente no se iban a quedar atrás. Incluso Rana, quiero decir, mi prima Lana se puso un vestido negro y sencillo. Sé cuánto odia ella los vestidos.
Vi a Ara, ella traía puesto un vestido púrpura que le llega por la mitad de sus muslos, de mangas largas, sin escote porque es de cuello alto aunque con la espalda al descubierto. Llevaba un maquillaje sencillo. La chica ayudaba en la cocina y con los preparativos en lo que podía.
Adoro a esa chica.
Creo que todos la adoramos, conciencia.
Pues si.
Le sonreí y ella se acercó a mí con una gran sonrisa. Siempre tan alegre, no sé cómo lo logra después de haber pasado por tanto. Perdió a sus padres, a su prima y a su tía, y no tiene a nadie más excepto a nosotros.
—Estás preciosa, Lizt —me elogió ella, agarrándome las manos.
—Gracias —sonreí otra vez—, tú no te quedas atrás.
—Nada comparado contigo —aseguró.
—¡Ya eres toda una vieja! —bromeó mi hermano mayor con los brazos abiertos, viniendo hacia mí con cara de que quería llorar.
—Entonces tú eres un anciano —murmuré y reí. Lo abracé.
—Te quiero muchísimo, hermanita —me susurró. Definitivamente él va a llorar esta noche y estoy segura de que mis padres lo van a acompañar.
—Y yo a ti, hermano.
Mis hermanas se unieron al abrazo. Andreik —que acababa de llegar a la escena— se unió también y alguna de mis hermanas jaló a la chica de los gatos por el brazo y la unieron al abrazo para hacerla sentir parte de la familia.
Aunque ella quizás no lo sepa, ya es parte de la familia.
Nos quedamos así por un buen rato hasta que me quejé porque me estaban asfixiando.
La fiesta comenzó. Me tomaron cientos de fotos con el pastel de dos pisos con una capa blanca que lo cubría por completo, adornado con rosas —no de las reales, claramente— que podían comerse y también contaba con dieciocho velas en total y en el centro de diecisiete velas, había un número 18 que también era la última vela.
Me tomaron una foto mientras las apagaba todas y cantaban "Feliz Cumpleaños". Detrás de mí habían unos globos blancos y otros rojos además de dos que formaban un uno y el otro un ocho, siendo este el dieciocho.
Muy delicioso, por cierto.
Exactamente.
En la noche, había llegado el momento de anunciar lo que quería en un principio. Primero me fui a mi habitación para quitarme el maquillaje y el vestido. Decidí que sería mejor bañarme. Mis tíos y los padres del Tigre Traumado ya se habían ido. Andreik seguía aquí y mi familia estaba abajo en los sofás.
Me di una ducha de agua caliente. Me preparé mentalmente para cualquier situación que pudiera surgir. Mis hermanas ya lo sabían y estaban de acuerdo ya que era lo que yo quería y estaba segura de eso.
Suspiré y me vestí. Me puse mi suéter de la suerte súper suave. Es mi suéter favorito además. También me puse unos pantalones cortos.
Aspiré una gran bocanada de aire y bajé a donde estaban todos. Ara desapareció, ya no estaba allí al igual que Andreik aunque se iban a quedar los dos en la mansión.
—Mamá, papá, hermanas, hermano, tengo algo que decir y espero que respeten mi decisión —empecé.
—Te escuchamos, hija —emitió mi padre.
Nuevamente suspiré. Sentí que me temblaban las manos pero solo era mi impresión. Me senté en una butaca, levanté la mirada hacia mis padres y con simpleza y seriedad dije:
—No quiero seguir estudiando en la Universidad de Artes.
El rostro de mi madre expresó una seriedad absoluta. Maldición, ya valí. Papá le echó una miradita a mamá y como ella no dijo nada entonces papá habló:
—¿Por qué no quieres seguir estudiando en la Universidad que nosotros creamos para ustedes?
—Quiero ser... —pensé en retractarme, sin embargo con seguridad—: Quiero ser periodista.
—Te apoyamos —mencionó mi madre.
El jurado que ya estaba de acuerdo con todo —mis hermanas y mi hermano— me dedicó una mirada de aceptación, una mirada reconfortante.
—Pero —soltó papá, mortalmente serio y con demasiada firmeza.
Ay, no.
—¿Eres consciente de que en este país no podrás estudiar periodismo? —añadió.
Ir a estudiar a otro país significaría alejarme de mi familia. Estaría sola en el extranjero, aunque, estoy lista.
—Soy consciente de que debo estudiar periodismo en el extranjero —expuse yo.
—Bien —murmuró mi madre y suspiró—. Te irás del país en un mes.
¿Tan pronto?
Asentí. Irme del país. En un mes. Dejar a mi familia. En un corto mes. En treinta días me montaría en un avión y estaría sola.
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Billonaire [Parte 1 y 2] (Editando)
RomanceUna prestigiosa Universidad para ricos. Un chico y sus cuatro hermanas populares. Una chica ordinaria, sin dinero. Una fiesta de bienvenida y dos amores por venir. Ara Montez, becada en la mejor Universidad de Arte del país, una matrícula que no pu...