Capítulo 35

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—Haré lo que sea para conseguir tu perdón.

Abrió los ojos lentamente. Quiero que se ponga de rodillas aunque sea demasiado cruel. Quiero que se arrepienta de verdad por lo que me hizo. Quiero que sufra. Quiero que le duela tanto como a mí me dolió.

No sé qué me está pasando. No me reconozco. Esta versión no me desagrada, al contrario, me fascina saber que puedo ser esta persona cruel que las circunstancias han creado.

Finalmente, él lo hizo. Se tumbó de rodillas en el suelo. Estas, al hacer contacto con el pavimento alrededor de la piscina, crujieron. Se arrodilló frente a mí para que lo perdonara.

Mi expresión de frialdad y dureza no cambió en ningún momento.

—Esto es humillante para ti, Axel. Pero no es suficiente. Me vas a demostrar que vales la pena y no deseo arrepentirme —hablé con los brazos cruzados y mirándolo desde arriba en una posición firme.

Empoderamiento se llama esto.

Con un rostro de humillación, decepción y lástima de si mismo, Axel se levantó del suelo. Tomé aire. Respiré profundo.

—Vete ahora —le ordené.

El chico se fue. Cuando me aseguré de estar completamente sola, mis fuerzas se desvanecieron. Dejé a la perra empoderada descansar y volvió la Ara débil y dulce.

Me derrumbé. Me agaché y miré hacia la piscina. Abracé mis piernas y escondí mi cara entre mis rodillas. Salieron de mí unos cuantos sollozos pero no derramé ni una sola lágrima.

No lloraría por él.

Una mano tocó mi hombro.

—¡Te dije que te fueras! —grité sin voltearme, asumí que sería Axel.

—Eso ha sido humillante hasta para mí que no lo sentí en carne propia. Se fue herido —murmuró una voz que reconocía: Cédrick.

—Lo conozco y sé que jamás haría eso si de verdad no le importara —habló otro chico: Vlad.

Me sorprendió verlos. Ellos se sentaron, el castaño a mi izquierda y el rubio a mi derecha. Actuaban igual o al menos muy parecido ya que ambos se apoyaron sobre una mano hacia atrás de la misma manera y miraban hacia al frente.

—Si yo le importara jamás habría aceptado esa apuesta —mencioné.

—Tienes toda la razón pero Axel tiene una forma diferente de pensar. Esta era la única manera de conseguir la entrada VIP a aquella fiesta que planeamos mi hermano y yo —proclamó Vlad.

—En primer lugar: se supone que vosotros sois sus amigos. En segundo lugar: siendo amigos, ¿no era más fácil entregarle el pase sin necesidad de hacer una apuesta en la que yo salgo más dañada de lo que ya estaba? —planteé enojada. Me senté también.

Ellos se quedaron callados.

—Me confirman que tengo razón —dije.

Una vez más solo obtuve silencio aparte de un asentimiento por parte de Cédrick.

—El punto es —Vladymir rompió el silencio e hizo una pausa— que tu perdón le importa de verdad. Si no fuera así no se habría humillado a si mismo poniéndose de rodillas frente a ti.

—Ya llevan mucho tiempo en esto. Es hora de perdonar —expuso el castaño.

Suspiré y levanté la mirada a las estrellas. Había pocas. Era noche de luna nueva al parecer.

Un tiempo después, la fiesta terminó y todos los invitados se marcharon a sus respectivas casas, o mejor dicho, mansiones. Los hermanos Ilianov nos llevaron a Axel y a mí en el mismo auto hasta la mansión del Tigre Traumado.

Billonaire [Parte 1 y 2] (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora