Faltaban dos días para el regreso a clases. Habían pasado quince días después la visita en casa de Dreik. Hablando de él, decidí perdonarlo. No era culpa suya que su mejor amigo me hubiera utilizado de la forma en que lo hizo.
En esos días, nuestra confianza había aumentado. Incluso recordamos la vez que casi nos revolcamos en la fiesta de bienvenida a la Universidad de Artes. Él sacó el tema y acordamos olvidar eso.
Parece mentira que se hayan conocido así, Ara.
Pero así fue, conciencia.
Bueno, cambiando de tema. ¿Recuerdan la ruleta que debía ser para el restaurante? Pues, ya la conseguimos. Ese mismo día el Tigre Traumado, las chicas y yo, montamos la ruleta sin problema. La pintamos de varios colores y colocamos un número de mesa —de la mesa uno a la diecisiete— en esta.
Al día siguiente de eso, fue el primer "Día de Ruleta" en el restaurante siendo yo la encargada. Actualmente, ya es de noche y me encuentro en el local limpiando las mesas. Sofía, Julia y Lizt se habían marchado hacía —más o menos— una hora, sin embargo, no estaba sola allí. Andreik se hallaba conmigo.
Él me ayudaba a organizar las mesas. Ambos estábamos en silencio aunque no era nada incómodo. No había tensión entre nosotros.
Falta decir algo, Ara.
Bueeeeno, está bien. Creo que empiezo a sentir algo grande por el Tigre Traumado. Honestamente eso no me gusta pero, no puedo hacer nada.
Sin darme cuenta me había hundido en mis pensamientos de tal manera que no fui conciente de que llevaba demasiado tiempo limpiando la misma zona de la mesa dieciséis por un largo rato.
Reaccioné cuando escuché el ruido de una silla caerse al suelo. Cuando volteé, Andreik estaba arreglando la silla y la volvía a colocar sobre su respectiva mesa.
—Perdona, Ara, no estaba prestando atención —se disculpó él.
Fuiste perdonado por ocultar cosas que nos perjudicaban y se disculpa por tirar una sillita.
—No es necesario que te disculpes por eso, esas cosas pasan, Tigre Traumado. Además, solo es una simple silla. Ni que fuera la gran cosa —murmuré yo y me encogí de hombros.
***
De repente comenzó a llover. Me sorprendió ya que hacía mucho tiempo que no llovía. Ya había terminado de limpiar todas las mesas pero si estaba lloviendo no podíamos irnos a casa.
Respiré profundamente, me quité el delantal blanco que traía puesto y lo dejé sobre una de las mesas. Me dirigí a la cocina sin decirle nada a Dreik y coloqué el trapo —que utilizaba para limpiar las mesas— con los demás paños de cocina.
Regresé a donde Andreik, en silencio. La verdad, no tenía un tema de conversación aunque si deseaba hablar con él.
El Tigre Traumado bajó dos sillas de una de las mesas y ambos nos sentamos en cada una, esperando a que la lluvia cesara.
—Chica de los gatos —me llamó. Reaccioné y lo miré—. ¿No crees que esto es un poco extraño?
—¿Extraño? ¿Cómo así? —inquirí sin comprender a que se refería.
—Tú y yo, solos aquí, afuera lloviendo, suena a película romántica y clásica. O al menos eso creo yo —explicó.
—Viéndolo así... Sí, es cierto —admití sin saber aún a dónde quería llegar él, y me apoyé en el espaldar de la silla—. La diferencia es que tú no estás enamorado de mí.
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Billonaire [Parte 1 y 2] (Editando)
RomanceUna prestigiosa Universidad para ricos. Un chico y sus cuatro hermanas populares. Una chica ordinaria, sin dinero. Una fiesta de bienvenida y dos amores por venir. Ara Montez, becada en la mejor Universidad de Arte del país, una matrícula que no pu...