Me fijé en que había una mujer con rasgos chinos detrás de él, cargando a un niño pequeño, dormido. No tengo la más mínima idea de quiénes son. Ella mira la escena, confundida. Mi mirada vuelve a Andreik, el Tigre Traumado, quien parece estar a punto de decir algo.
—¿A-Ara?
Su voz era un hilo casi quebrado.
—Andreik —le dediqué una sonrisa triste.
Él soltó las maletas y me envolvió con sus brazos. Me permití a mí misma llorar.
—¿Quién e...? —intentó decir.
Era Axel, detrás de mí, seguramente, viendo al visitante. Andreik me soltó y le dió un abrazo a su mejor amigo. Mi vista se fue a la mujer. Ella me mira con una ceja enarcada. Bajo la cabeza.
—¿Por qué no me dijiste que estaba viva? —cuestionó el Tigre Traumado en tono de reproche.
—No me creerías, hubieras dicho que otra vez estaba con lo mismo y que debería olvidarla y dejarla descansar de una vez —Axel se cruzó de brazos.
—Un momento, ¿ella es esa ella? —preguntó la mujer, tiene acento chino, sorprendida.
Andreik asintió y dijo:
—Las presento, Ara, ella es Chiangmei, mi esposa y él es Wuxian, mi hijo. Mi amor, ella es Ara, la chica de los gatos.
Asentí y la china, con una sonrisa, me abrazó. Me alegra saber que después de mi supuesta muerte, Andreik decidió rehacer su vida y fue feliz.
Creo que voy a llorar. Estoy feliz y triste a la vez por la escena.
Yo también, conciencia. Pero no es momento de llorar.
Todos entramos a la casa que en algún momento fue del propio Tigre Traumado. O lo sigue siendo, no lo sé.
Hablamos durante horas. Él quedó impresionado al saber que tengo hijos con Axel. Pero su sorpresa fue aún mayor cuando le conté dónde había pasado estos cinco años y por qué no regresé antes, además de que nadie fue a buscarme a esa isla en el fin del mundo.
Hablé sobre la parte en que aún no lo recuerdo todo: eso de que Axel me hizo algo malo y no me ha dicho. Los mejores amigos compartieron unas miradas de cómplices preocupados. Sospecho que Andreik sabe algo, sin embargo, no me lo dirá para no traicionar a su amigo.
***
Ayudo a Julia en su tarea de colocar platos en la mesa grande del comedor. Axel se lució cocinando esta vez. Decidió que sería genial hacer una cena para los presentes y llamó a sus demás hermanas.
Miley también está ayudando a poner la mesa, al igual que Chiangmei.
Cuando ya todo está listo, mi siguiente tarea fue llamar a todos. La mesa se llenó enseguida. Sofía, Miley, Lizt y Julia estaban radiantes sin siquiera llevar prendas a la altura de ellas. Axel salió de la cocina y se sentó en la primera silla, encabezando la mesa. A su derecha se encuentra el Tigre Traumado, la esposa, el hijo y Sofía. A su izquierda está Lizt con el cochecito de su bebé, Julia y Miley. Frente a él, al final, estaba yo. A mi lado están mis hijos, que miran toda la comida sorprendidos.
Cositas adorables y hermosas. Los amo.
Esto parece una novela de esas donde obligan a la protagonista a casarse con un niño rico donde hay un jefe en la familia y se sienta a la cabeza con semblante serio. Aunque no estamos en esas novelas y Axel no es el líder de la familia.
Comenzamos a comer. Axel recibió elogios de todos, hasta de los niños, menos de mí. Al terminar la comida me di cuenta de algo: él quería que yo lo elogiara, no los demás, sólo yo.
Sonreí para mis adentros. Voy a hacerlo sufrir un poco. Podría ser divertido, en especial si ya empieza a desesperarse.
Me llevé el vaso con agua a la boca, lentamente. La mirada de Axel estaba clavada en mí. La comida le ha quedado buenísima, pero no lo voy a admitir así como así. No, no, el Máster Chef no me lo va a sacar tan fácil.
Eres mala, Ara.
Tu también, conciencia.
El chico encabezando la mesa carraspeó. Todos lo miraron, claro, excepto yo. Sí, se está desesperando por escuchar mis palabras.
—Ara —me llamó.
—¿Si? —emití, levantando la cabeza y sonriendo.
—¿No dirás nada? —inquirió él.
Sólo negué con la cabeza. Esa era mi respuesta. No aparté la mirada. Juro que te voy a enloquecer, Axel LeBern Smith. El chico apretó los labios.
—La cena ha estado digna de un Máster Chef, como tú, Axel —eso fue lo único que salió de mi boca.
Las palabras salían lentas. Pronuncié su nombre en un tono impropio de mí, casi sensual. Él pareció satisfecho y me sonrió a boca cerrada. Se veía tan hermoso.
Creo que quien terminará loca seré yo. Con una sonrisa así cualquiera enloquece.
Al día siguiente, en la mañana, Axel y yo tuvimos una especie de cita. La pasé genial con él. Estoy sintiendo algo, como si lo nuestro estuviera reviviendo. Y es que él me mira como si yo fuera su mundo entero.
En la noche fuimos de nuevo al Club Libélula y nos besamos. Caeré rendida a sus pies. Llegamos a media noche, un tanto contentos. De nuevo durmió en mi habitación.
Tres días después también también salimos de paseo. Me tomó de la mano. Sentí mariposas. Visitamos el restaurante. Olivia se encargaba de todo. Estoy haciendo mucho dinero siendo la propietaria del AMBERY'S PLACE de nuevo. Siento como si mi tía, mi madre y las anteriores, por fin estuvieran en paz.
Una semana después, les mostré a Rosa y Day cómo era mi vida antes de conocer a su padre. Vieron la casa en la que vivía con mi tía, obviamente no les dije cómo terminó, sin embargo era suficiente decir que ahora estaba en el cielo.
No fui capaz de entrar al baño con la bañera. Vería la imagen horrible de la muerte de Elice y no quería verme débil ante mis hijos, así que me lo ahorré. Visité mi antigua habitación, en la que encontré aquella vez a mi prima y a ese novio suyo y todavía me da asco aunque reí al recordarlo.
Estar entre esas paredes era recordar momentos fugaces de mi pobre y feliz vida allí hasta la lamentable muerte de mi prima.
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Billonaire [Parte 1 y 2] (Editando)
RomanceUna prestigiosa Universidad para ricos. Un chico y sus cuatro hermanas populares. Una chica ordinaria, sin dinero. Una fiesta de bienvenida y dos amores por venir. Ara Montez, becada en la mejor Universidad de Arte del país, una matrícula que no pu...