Capítulo Final

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Axel y yo tuvimos una noche muy pasional después del paseo cuando llegamos a casa. Se sintió mucho mejor que la primera vez, sinceramente. Todo fue entre besos y caricias silenciosas pero deliciosas para que Julia no se enterara de nada.

Calladitos es mejor, je je.

El chico y yo dormimos en su cuarto, juntos y abrazados. Sentir su calor me transmitía paz.

Luego de eso, el tiempo pasó. Diciembre llegó junto con sus fiestas. Este mes es así y yo debo viajar. No podré pasar el fin de año con mi ahora novio.

Es cinco de diciembre específicamente. El año 2044 tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas. Más cosas buenas que malas, diría yo.

Concuerdo.

Conocí gente nueva e hice valiosos amigos que me apoyaron en todo momento. Si no hubiera sido por esos que me dieron apoyo, ni siquiera estaría contando esto ahora mismo. Ya me hubiera quitado la vida como lo hizo mi tía al perder a su hija.

Reconozco que tuve una vida verdaderamente miserable. Desde los ocho años mi vida se fue a la basura con la lamentable muerte de mis padres. Luego le siguió el fallecimiento de mi prima en uno de sus ataques de asma. Después, el suicidio de mi tía por no poder aguantarlo.

Esas cuatro muertes me marcaron para siempre. Estoy herida y lo reconozco pero esa herida poco a poco va sanando.

Otro hecho que me marcó profundamente fue perder el restaurante. No sé si esto me dolió más que todo lo demás.

Hoy me había decidido a pasar por ahí. Necesitaba torturarme un poco. Quería ver con mis propios ojos el estado del AMBERY'S PLACE. Necesitaba hacerlo sola.

Informé al Máster Chef que saldría un rato y que quería estar sola. Le dije que iría al restaurante. Él comprendió, me regaló un beso y una sonrisa de apoyo.

Me di la vuelta y suspiré. Ya me había cambiado de ropa así que salí de la casa. Tenía ganas de caminar por lo cual fui hasta allí caminando.

Iba a mi paso, a veces lento y otras más rápido. El cielo estaba gris y amenazaba con llover. Cuando llegué me deprimió ver al restaurante.

Todos los cristales se encontraban rotos. Habían restos de estos esparcidos por el suelo. Miré hacia dentro. Las mesas y las sillas ya no estaban. Habían retirado las lámparas. Todo se veía oscuro.

Recordé los tiempos de mi madre. El restaurante lleno. Música clásica sonando de fondo. Mi mamá con una bandeja en su mano llevando los pedidos a una mesa. Ella llevaba un vestido amarillo que le llegaba hasta los tobillos y un delantal blanco. Su cabello estaba recogido en una coleta alta. Siempre mostraba una radiante sonrisa que alegraba el día de los clientes.

Mi padre está a un lado atendiendo a un cliente maleducado muy gritón. Papá se encargaba de estos por tener más paciencia y si él no lograba calmarlos entraba yo a la escena y siempre funcionaba. Mi yo de niña era una especie de calmante.

Luego la imagen cambió. Pasó a ser de mi tía atendiendo el restaurante. Yo estaba sola en una esquina. Había perdido a mis padres recientemente. Mi prima se acercó a mí con una muñeca y la acercó a mí en señal de invitación para jugar. Yo bajé la cabeza, no estaba de humor. La Laura pequeña se sentó a mi lado y me abrazó.

Una vez más esa imagen desapareció y en su lugar me mostró a mí, ya más grande llevando los pedidos a las mesas junto a mi tía y a Laura. La escena se borró y aparecí yo con mis tres ayudantes, las hermanas Sofía, Lizt y Julia.

Nuestras esclavas favoritas.

Ahora en su lugar quedaba la vacía imagen del restaurante destruido.

Billonaire [Parte 1 y 2] (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora