Capítulo 17

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¿Iba a aceptar realmente? ¿Estaba lista para dejar esta vida atrás? Pues... Creo que sí. No puedo soportar seguir aquí, no donde mi tía se suicidó. No donde mi prima muerta vivió toda su vida.

Me quedé pensando un momento hasta que mi mente quedó completamente en blanco.

Segundos después mis neuronas volvieron a ponerse en marcha rápidamente. En realidad sí quería irme a vivir con ellos y ser "parte de la manada" como el mismo Andreik dijo.

Reaccioné, levantando la mirada. Todos me observaban; ansiosos por una respuesta que yo no confirmaba ni negaba.

No hay que pensarlo tanto, querida.

En realidad, sí.

Como tú digas.

—Acepto.

Sólo esa simple palabra salió de mi boca. Todos se pusieron contentos enseguida.

Al fin.

—¿Hay alguien alérgico a los gatos? —pregunté con una sonrisa de nervios. No iba a dejar solos a mis gatos.

—Pues no —contestó Julia—. ¿Por qué lo preguntas?

—¿Puedo llevarme a mis gatos? —inquirí mirando hacia Andreik.

—Puedes hacer lo que quieras, incluso tomar mi tarjeta de crédito —planteó este en respuesta a mi mirada. Obviamente no iba a hacer eso.

—Entonces, ¿yo puedo comprarme libros con tu dinero? —cuestionó la menor de todos con un brillo especial en sus bonitos ojos azules.

—Claro que no —aclaró el Tigre Traumado, tajante.

Julia cruzó los brazos y adoptó la postura de los niños pequeños cuando se enfadan.

Infantil y adorable.

Luego de eso Andreik insistió en que esta misma noche debía irme con ellos y que él se encargaría de hablar con los padres de los chicos. Digamos que el Tigre Traumado tenía un increíble poder de persuasión.

Esta noche solo dormiría con ellos, mañana me mudaría en definitiva. Eran aproximadamente las 8:50 de la noche cuando en pijama, agarré unas cobijas y me fui —junto a mis gatos— con los millonarios en el auto de Andreik a su casa.

En un dormitorio que ya estaba preparado específicamente para mí —y sí, el Tigre Traumado dió por hecho que yo aceptaría la mudanza—, pasé la noche hasta el día siguiente.

***

A la mañana siguiente cuando me levanté, el bello arribol cubría los cielos. Descalza me encaminé a la ventana y la abrí completamente. El sol naciente escalaba para llegar a la cima del cielo ahora en tonalidades rojas y naranjas. Quedé medio embobada mirando al horizonte —porque sí, no hay nada a la redonda excepto césped y árboles—. Era todo un hermoso espectáculo el maravilloso amanecer y pensar que todos duermen a esta hora.

Y pensar que tú estás despierta tan temprano en vacaciones.

Lo arruinas, conciencia.

Esa es mi especialidad.

Se nota.

Malhumorada me alejé de la ventana, me puse unas pantuflas peludas y suaves, me até el cabello y salí de la habitación que honestamente no podía considerar mía, sin siquiera mirarme al espejo.

Billonaire [Parte 1 y 2] (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora