Capítulo 4

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Mi mente está a punto de colapsar. Me duele la cabeza aunque no lo muestro. En estos momentos mis pensamientos son un desastre. Estoy muy confundida.

Sí lo conozco. Pero yo nunca he salido de esta isla. Eso puede significar dos cosas: mis padres me mintieron y no pertenezco a esta isla o sólo es una historia que acabo de inventar y mis padres no me han mentido.

Yo voto por la primera.

Ni siquiera me puedo creer que lo haya besado así de esa forma y he recordado más cosas.

—¿Quién eres? —le pregunté, algo confusa.

—Soy el chico que te rompió el corazón en mil pedazos y luego te reconstruyó. Soy el chico que te ama desde la primera vez que nos vimos —me respondió él, mirándome a los ojos.

Suspiré. Me llevé las manos a la cabeza con los ojos cerrados. Ignoré la segunda oración y me centré en la primera.

—Debiste hacerme mucho daño si te arrodillaste frente a mí para pedirme perdón —abrí los ojos y lo miré, tratando de recordar qué hizo.

—Sí, bueno... Eso fue humillante, pero me lo merecía.

Demasiada humillación.

El silencio se hizo presente y fue muy incómodo para mí.

Al final, tomé los remos y remé hasta la orilla. Allí nos bajamos con los pescados, obviamente. Él tomó la red, se la echó al hombro y comenzó a andar en dirección a la fogata. Yo no iría hacia allá en estos momentos.

Necesitaba aclarar mi mente y estar cerca de mi lugar feliz. Mis pies automáticamente se movieron por casi la mitad de la isla hasta llegar al llamado "Árbol de la vida". Ese lugar para mí es mágico. Siempre que necesito aclarar mi mente voy a ese sitio.

El árbol de la vida es un árbol grandísimo, el más antiguo de todos. Sus frutos nos han salvado de morir de hambre en ocasiones extremas. El canibalismo ya no es una opción desde que llegué yo.

Las mariposas revolotean a mi alrededor. Una de ellas, blanca, se posó sobre mi nariz. Sonreí. Cuando se fue me senté debajo del árbol de la vida.

Cerré los ojos. Todo lo que veía eran vagos recuerdos de mi vida. Hay un piano en un lugar lleno de gente. Una mujer sonriente y una niña de siete años que se parece mucho a mí lo están tocando de maravilla. Un hombre alto se acerca y sonríe también. La niña se ve muy feliz.

Luego la imagen se desvanece y soy yo, llorando en una habitación oscura.

Sin darme cuenta, fuera de mis pensamientos, está rodando una lágrima por mi mejilla. Rápidamente la seco.

***

Ha pasado un mes desde que Axel llegó a esta isla con su mujer. Él no parece estar interesado en su esposa, para nada.

He recordado mucho de mi vida y no le he contado nada a mis padres. Tengo miedo de lo que dirán. Suspiré y me senté en la fuerte y gruesa rama del árbol de la vida.

Miro al cielo. Hay muchas nubes grises. Parece que lloverá.

He recordado a las hermanas de Axel. Sofía, Miley, Lizt y Julia. Recordé a Andreik, Malkolm, la señora Cheryl Smith y el señor Liam Noah LeBern. Además recordé a mi tía... y a mi prima.

Duele pensar en ellas.

Duele mucho saber que si hubiera estado más atenta, mi tía no hubiera muerto. Fue mi culpa.

Alejo esos pensamientos negativos.

Aún hay piezas que no encajan en el rompecabezas que es mi mente ahora. Mis hijos son de Axel, eso está confirmado. He recordado casi todo, a las hermanas de Axel, a mi tía, a mi prima, sin embargo cuando se trata del propio Axel hay muchísimos espacios vacíos en mi mente, de él sólo recuerdo que me hizo algo malo y ni siquiera recuerdo con exactitud qué fue ya que el chico no me quiere decir. Pero eso no es el punto. En la parte de esta isla... Todo es tan confuso.

No lo entiendo.

Mis padres viven en esta isla. Ellos afirman que nunca he salido de este lugar. No entiendo nada, de verdad que no.

Suspiré una última vez antes de bajar del árbol de la vida cuando el sol se estaba ocultando. Me deslicé con agilidad y mis pies tocaron el suelo. Aspiré una gran bocanada de aire.

Comencé a caminar hacia las cabañas. Me extrañó ver que no había nadie cerca. Busqué por todas partes hasta que sólo me quedaba un lugar para buscar: la costa.

Al llegar, ya me dolían las piernas. Enarqué una ceja al notar que todos los de la isla están ahí. Me acerqué al tumulto. Pregunté qué estaba pasando, aunque nadie respondió. Me escabullí y abrí la boca en señal de sorpresa y fascinación.

Un barco. Hay un barco. La esposa de Axel está subiendo.

—Vámonos, Axel —ordenó ella, mirando atrás.

El chico va detrás de ella, dudando sobre subir o no. Él mira hacia atrás y me ve. Nuestros ojos se encuentran por un par de segundos.

Él baja, toma mis manos. Hago que me suelte. Me dedica una mirada de súplica.

—Ara... Ezra —corrige rápidamente—, por favor, ven conmigo a la ciudad. Déjame mostrarte tu vida.

Ya empezamos...

—Mi vida es esta. No iré a ningún lado contigo —como siempre, lo frené.

—Por favor... —intentó decir él con un tono de súplica que me hizo sentir lástima.

—Mi hija ha dicho que no quiere irse contigo —interrumpió mi padre, sacándome un susto.

Hubo un momento de silencio. De pura tensión. Me puse nerviosa. Miré las caras de todos. Milenne me miraba como si quisiera matarme desde su posición en el barco. Mi papá mantenía una expresión dura que daba miedo. Mi mamá está a un lado, en silencio, lista para intervenir si hace falta. Axel me sigue mirando, suplicante.

—¡Axel! —exclamó su esposa como si estuviera obligándolo a subir.

Él se volteó y la miró.

—No me voy a ir contigo si ella no se va —pronunció el chico.

—¡Pues olvídate de mí entonces! —gritó ella—. ¡Quiero el divorcio!

—Y con gusto te lo doy.

La chica soltó un sonido de rabia y el barco echó a andar. Axel se volteó hacia mí y me sonrió.

—¡¿Por qué hiciste eso?! —cuestioné con enfado.

La gente de la isla comenzó a dispersarse por orden de mi padre.

—Porque quiero estar contigo. Quiero estar donde tú estés. Entiende que no puedo dejar de amarte ni aunque yo quiera —hablando así parece que yo soy lo más importante en su vida—. En todo lo que pienso es en ti. Sólo en ti. Y jamás me iré si tú no te vas.

Sus palabras fueron tan conmovedoras que me dejaron sin aliento. La noche llegó, y con la noche llegó la lluvia. Sin razón aparente nos miramos a los ojos por un segundo. Nuestros labios se tocaron nuevamente y compartimos un beso bajo la lluvia.

Billonaire [Parte 1 y 2] (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora