Capítulo 8

5 2 0
                                    

Me abrazaron con expresiones de sorpresa. Cheryl y Liam Noah LeBern no habían cambiado nada en estos cinco años.

—Dios mío, estás preciosa —me elogió la mujer.

—Gracias, señora LeBern —sonreí.

Axel me rodeó los hombros con uno de sus brazos y al momento me puse incómoda con su toque. Al parecer se dió cuenta de esto y disimuló cuando bajó el brazo y sonrió.

—Bueno, pasen, sean bienvenidos —murmuró el padre de Axel, alegre.

Todos pasamos a la sala de estar de la casa. Era exactamente como la recordaba. Por aquí nada había cambiado mucho.

No pensaba que mi estadía aquí se extendería tanto pero el destino tenía otros planes. Cheryl nos hizo un delicioso almuerzo al que no pudimos negarnos.

AXEL

Adoro verla feliz. Creo que ese es el motivo de mi existencia: hacer felices los días de la grandiosa Ara Montez. La traje aquí por dos razones. La primera, bueno, para que se pusiera contenta al ver a mis padres. La segunda era por ellos, para que vieran que cometieron un error al casarme con otra mujer, una a la que no amo ni amaré.

El almuerzo que preparó mamá estaba delicioso. La chica de los gatos se veía muy a gusto en el ambiente. Me llenaba de paz.

—Hijo, disculpa que me entrometa en tus asuntos —la voz de papá me hizo levantar la cabeza y mirarlo—, pero, ¿sóis pareja?

—No, no lo somos —respondió Ara por mí, parecía apenada.

—Menos mal, porque no sería muy bien visto que... Bueno, ya sabes —habló padre de nuevo.

Por favor que no lo diga en voz alta.

Sigues casado, Axel —dijo lo que tanto temía que hablara.

Mi mamá, la chica y yo nos tensamos.

—Te recuerdo que fue decisión de ustedes dos —los acusé, señalándolos.

—Creímos que sería lo mejor para ti, aunque nos dimos cuenta muy tarde de que no era así —intervino madre.

La chica de los gatos parecía muy incómoda. La miré un par de veces.

—No tiene caso discutir por eso ahora, el daño ya está hecho...

Fueron los peores años de mi vida.

—En cuanto esa mujer aparezca, le pediré el divorcio —terminé.

Esas palabras fueron el fin de la conversación. Almorzamos todos callados, muchísimo mejor así. Mi apetito disminuyó pero no quería dejar la comida, así que de todos modos comí.

Tiempo después, todavía seguíamos en la casa de mis padres. A veces ellos me daban algo de lástima, siempre tan solos en esta casa inmensa. En parte vine por eso también. Y por esa razón tampoco nos hemos ido.

Mamá decidió llamar a mis hermanas. Mis padres idearon una cena familiar de la nada. La mesa era bastante grande, como para quince personas más o menos.

En media hora comenzaron a aparecer mis hermanas. Primero llegó Lizt con la pequeña Ara en su cochecito. Mi hermana se veía bastante recuperada y la bebé estaba fuerte y sana. Sonreía y se removía en su lugar.

Me llené de tristeza cuando pensé en mis hijos, me perdí esta etapa de ellos. No sabía cuál había sido la primera palabra de ambos, ni los vi dando los primeros pasos, no estuve en el parto de Ara. Me perdí demasiadas cosas, pero no era mi culpa, no era de nadie.

Las cosas del destino son así, Axelito.

Después llegó Sofía con su marido, Isaac, y Samuel. Mi hermana mayor lucía elegante y joven con veintiséis años encima. Ya casi los treinta. Nunca había apoyado su relación con su esposo ya que lo consideraba demasiado mayor para ella. Él tiene ahora como cuarenta y dos años. Con el tiempo aprendí a aceptarlo.

Luego llegó Julia con Malkolm y mis hijos. La hermana más pequeña era la que siempre se encargaba de cuidar a mis niños cuando no estábamos. Ella salió de la escuela a la que íbamos hace justamente un año. Ya está en sus veintidós y sigue pareciendo aquella de diecisiete. Kolmo sigue igual, no ha cambiado en nada. Ha hablado conmigo para intentar pedirle matrimonio a Julia, sin embargo, no se atreve.

Miley apareció con su estilo un tanto extravagante. Llevaba gafas oscuras y circulares, el pelo atado en una coleta alta, un abrigo grandísimo blanco simulando ser de piel de un animal con el cabello largo más o menos. Traía debajo una blusa de tirantes blanca con unos pantalones de cuero negro y unas botas pequeñas también negras. Con su mano derecha sostenía un pequeño bolso Prada negro.

***

—Miley, cariño, no has pensado en tener un novio o un hijo, creo que ya es tiempo —le habló nuestro padre.

Mi hermana puso una mueca de asco enseguida.

—Eso no es lo mío —mencionó—. Por mi parte no te vas a llenar de nietos.

Bueno, es cierto, se están llenando de nietos. Sofía tiene un hijo, yo una niña y un niño y Lizt otra niña. Ya tienen cuatro nietos. Y si todo me sale bien tendré otro hijo o hija con mi chica de los gatos.

Por supuesto, porque el plan conquista empieza de nuevo.

Pero debo librarme de Milenne primero. Conociéndola eso va a estar difícil.

Ella hará hasta lo imposible para no darme el divorcio. Aunque voy a luchar para hacerlo.

—Ara, querida, estás muy callada, ¿ocurre algo? —cuestionó mamá.

—No, nada, es sólo que no vengo aquí desde hace cinco años y compartir con todos a la vez se siente algo extraño —contestó la chica—. Espero que me entiendan.

—Tranquila, chica de los gatos —Lizt le dedicó una sonrisa de apoyo. Su bebé comenzó a llorar—. Oh, ahora vuelvo.

Se levantó y fue a revisar a su bebé.

—Estos cinco años han sido muy vacíos sin Ara —comentó Sofía.

—Estoy de acuerdo —admitió Julia.

—En especial cuando íbamos al restaurante —soltó Miley con pesar.

—Y nosotros, pues, no la conocíamos mucho —Kolmo se dirigió a Isaac.

Este último sólo le dedicó un asentimiento en respuesta. A veces en serio me gustaría que mi hermana se hubiera casado con otro.

La cena transcurrió de maravilla. Todos charlando, riendo. Compartiendo tiempo en familia. Eso es lo verdaderamente importante.


Billonaire [Parte 1 y 2] (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora