SOFÍA
Hacía mucho tiempo que no venía a visitar a mi hijo. Él sonreía. Lo vi de lejos jugando con sus amiguitos. Estaba en una casa de acogida en la ciudad donde vivimos todos.
Detallaba a mi hijo. Su cabello negro, alborotado siempre, suave y brillante. Sus ojitos redondos y grises, expresivos. Esas cejas que tenían pinta de ser espesas cuando crezca. Su pequeña nariz, sus mejillas coloradas y de esas que te dan ganas de apretar con los dedos. Sus labios medianamente carnosos. Es un niño saludable. No me creo que yo haya traído al mundo a esa cosita tan tierna.
Samuel es una ternura y eso no se discute.
Atravesé la puerta. Los niños voltearon hacia mí. Las encargadas de cuidar a los niños también se voltearon.
Llevaba un par de gafas oscuras para no ser reconocida. Vestía una blusa roja de tirantes debajo de una chaqueta corta del mismo color y dentro de un pantalón rojo intenso, ancho y de esos que se amarran con una cinta de tela. Además llevaba un par de tacones rojos con la punta de triángulo.
Mi hijo corrió hacia mí. Sentí una felicidad inexplicable al verlo con sus bracitos estirados en mi dirección.
—¡Mamá! —gritó con alegría.
Su voz era música para mis oídos. Me hacía relajarme en un segundo. Sonreí. Me agaché para estar a su altura y me abrazó con dulzura. Sentí su dulce aroma. Aspiré el olor de su cabello. Olvidé todos mis problemas.
Ay, mi niño. El pequeño se separó de mí lentamente.
—¡Mamá, tengo algo que contarte! —exclamó Samuel. Se venía una larga charla. Mi hijo hablaba mucho—. Ayer jugamos al escondido y entonces Manu hizo trampa pero la señorita Melisa la regañó y se puso a llorar. Pero entonces yo me acerqué a Manu y le dije: "Tranquila, Manu, no importa solo es un juego" y ella se tranquilizó un poco pero no me pareció que estuviera muy bien y me quedé con ella. Entonces la abracé. ¡Y se puso feliz!
Hablaba tan rápido que apenas lo entendía. Adoraba escucharlo hablar.
—Eso es muy bueno, mi niño —le sonreí.
Me abrazó de nuevo y dijo:
—Te quiero mucho, mamá.
Esas palabras me llenaron de alegría y lo abracé con fuerza.
—Y yo a ti, mi niño.
La señorita Melisa llegó. Ella es una señora de cabello negro y ojos azules que está entre los cuarenta y cuarenta y cinco años de edad. La mujer es la actriz que interpretó el papel de Kaysa en Queen of Corpses. También es la dueña de este lugar.
Me levanté y tomé la mano de Samuel.
—Como siempre, estoy feliz de verla por aquí. Su hijo sigue siendo un tornado, sin embargo se porta muy bien. Es un niño muy educado y compasivo, es un amor. Se lleva muy bien con los demás niños —habló ella.
—Me alegra saber eso —murmuré.
La señora asintió a modo de despedida. Me agaché nuevamente y le di un beso en la frente a mi hijo. Algún día lo presentaría a mis padres, a mis hermanas y a mi hermano.
Samuel miró hacia la puerta y mostró una amplia sonrisa.
—¡Isaac! —emitió corriendo hacia la puerta.
Me levanté y me volteé para ver a un hombre vestido de negro, elevando a mi hijo para cargarlo. Me quedé estática en mi lugar sin saber qué hacer. Era mi peor pesadilla cargando a mi niño. Era la bestia. Era Celim cargando a mi pequeño hijo de cinco años.
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Billonaire [Parte 1 y 2] (Editando)
RomanceUna prestigiosa Universidad para ricos. Un chico y sus cuatro hermanas populares. Una chica ordinaria, sin dinero. Una fiesta de bienvenida y dos amores por venir. Ara Montez, becada en la mejor Universidad de Arte del país, una matrícula que no pu...