SOFÍA
—No necesito acudir a un maldito psicólogo, Isaac —aseguré, mirándolo.
Tenía a mi hijo en brazos. No quería soltarlo. No lo perdería otra vez. La bestia lo había rescatado junto a un equipo de no se qué, todo muy extraño y mi desconfianza aumentó demasiado.
—Lo necesitas —murmuró Isaac por quinta vez—. Irás y punto.
—Me internarán, Isaac. No quiero separarme de mi hijo. No de nuevo —abracé al niño con más fuerza.
—No voy a permitir que te internen, lo prometo —emitió él.
Samuel no dejaba de abrazarme. Decidí dejarlo ir, tenía miedo de asfixiarlo.
—Oye, campeón, dile al poli de la puerta que te dé unos caramelos y menciona mi nombre —ordenó Isaac luego de agacharse para quedar a la altura del niño.
Mi pequeño se fue contento y le habló al gorila policía que estaba en la puerta. La bestia me miró y se sentó frente a mí. Nos separaba un escritorio. Nos encontrábamos en una estación de policía. Desde afuera no podía verse nada hacia dentro gracias a las cortinas que tapaban los cristales.
Estamos en un despacho de la estación. En el escritorio, a un lado de mi mano izquierda hay una placa dorada con un grabado: "Agente Especial Isaac Redrum". No me había fijado en eso hasta ahora.
No estoy entendiendo nada.
—Es hora de que te cuente toda la verdad y mi historia. Primero me presento, soy el Agente Especial Isaac Redrum de treinta y siete años. Llevo diez años de servicio —empezó él—. Nací el 15 de febrero del 2007 en un pequeño pueblo en el campo. Me mudé con mis padres a la ciudad cuando tenía diez años. A los trece me interesé por aprender a hackear y lo hice, aprendí sobre hackeo. Hackeé las cuentas bancarias de varias personas sin que me descubrieran y de ahí obtengo mi fortuna. Luego, cuando tenía como veinte años o más, me vi obligado a ingresar en el ejército. Me convertí en el soldado 1-A-9 con mucho orgullo hasta que perdí en batalla a mi mejor amigo Celim Blunt.
Él se tomó un respiro. Isaac no está mintiendo, lo veo en su mirada.
—En su último suspiro de vida me hizo prometer que llevaría a cabo la venganza que él haría por la muerte de su tío. Un tiempo después, cuando salí del Ejército, unos policías descubrieron que yo había hackeado y robado el dinero en las cuentas bancarias de varias personas y fui a prisión por esto. Estuve un mes encerrado hasta que los policías llegaron a un acuerdo para reducir mi condena: debía trabajar para ellos. Acepté para librarme de la condena y luego escapar aunque no lo hice ya que me pagaban muy bien.
Escuché con detenimiento toda su historia. No imaginaba nada de esto. Para mí era y sería sólo una bestia pero resulta que no es así.
A mí también me sorprende.
—Fui ascendiendo hasta quedar como Agente Especial. He trabajado con el FBI y la Interpol. He perseguido a criminales muy peligrosos que ahora están tras las rejas. Hace unos meses, días antes de secuestrarte, me dieron la misión de seguirte de cerca porque tenían sospechas de que estabas metida en algo grande o que tu familia traficaba drogas, armas o algo así.
—Eso es imposible, mi familia jamás haría una cosa así —aseguré.
—Y bueno, tuve que infiltrarme y hacerme pasar por un secuestrador y violador, además de acosador. Hackeé tu celular y tu ordenador para intentar descubrir algo pero no había nada. Comprendí que esas sospechas eran falsas, pensé en retirarme de tu vida pero no logré apartarme porque descubrí que te amo. De una forma extraña, pero te amo.
Sus últimas palabras me dejaron confusa. Sentía algo en mi interior que quería lanzarse hacia él y decirle que también lo amo —de una forma extraña igualmente—, sin embargo, la cordura me lo impedía.
Al final, después de escuchar toda su historia, no le dije nada ya que un oficial entró al despacho e interrumpió.
AXEL
Estoy muy feliz con el regreso de Ara a la casa. Ella también se ve feliz. Sólo había una cosa que podría arruinar la alegría de ambos y sucedió: la chica debía irse de viaje otra vez para una nueva función. No permitimos que esto nos amargara y decidimos salir por ahí y tener una cita.
La chica de los gatos recuperó su felicidad enseguida.
Creo que ahora somos una pareja pero aún nada está claro. No somos amigos, eso se nota. No somos novios —por ahora—, así que, ¿qué somos?
Quizás somos seres humanos, Axelito.
Ni modo que seamos extraterrestres.
Le daría una sorpresa a Ara ya que ella no sabía a dónde nos dirigíamos. Hoy haríamos un buen recorrido. Primero iríamos a un museo, después al observatorio de la ciudad y más tarde a un parque natural que está un poco apartado. No sé si le gustaría la idea pero me arriesgaría.
Fuimos en auto. Ella sonreía por todo el camino e incluso tomó mi mano en varias ocasiones y yo hice lo mismo. Yo también sonreía aunque mantenía la mirada al frente. Iba a una velocidad media, no quería ir muy rápido ni muy lento.
Cuando llegamos al primer destino, tapé los ojos de Ara para darle la sorpresa. La chica se sorprendió mucho cuando estuvimos frente a la gigantesca edificación con escaleras que llegaban a las puertas y cuatro poderosas columnas al estilo griego.
Los dos entramos, tomados de la mano, entrelazamos los dedos y nos dimos un corto beso en los labios. Estuvimos un buen rato observando todo lo que el museo tenía para ofrecer.
El siguiente destino era el observador. Subimos hasta lo más alto de este para sellar el momento con —nuevamente— un beso. Este fue más largo, con más pasión.
Luego nos dirigimos al parque. Mis padres acostumbraban a venir aquí. Mi padre paseaba a su perro, Dag, en este parque. Recordar a Dag me hizo recordar el tiempo que viví con Elin, el hijo de Dag.
Buenos tiempos aquellos.
—Gracias por todo esto —murmuró Ara cuando nos sentamos en una banca a la sombra de un gran árbol.
—No tienes que agradecerme. Es lo menos que puedo hacer por ti —aclaré.
Ella me sonrió y la besé una vez más. En el tiempo que la chica de los gatos no estuvo a mi lado me di cuenta de lo mucho que la quería y hasta amaba. La amo. Nunca me había enamorado así. Jamás había sentido lo que siento por Ara. Es algo nuevo y aterrador para mí, pero si un día todo esto termina, aceptaré lo que sea mejor para ella porque eso significa amar.
En el pasado me comporté como un verdadero hijo de puta y lo acepto: fui una mierda de persona con la chica que amaba. Me arrepiento de eso más que nada. Quizás no soy lo que ella merece, ella merece el mundo y más.
Necesita alguien que la haga feliz y yo estoy dispuesto a hacerlo, porque la amo y no puedo ir en contra de ese amor.
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Billonaire [Parte 1 y 2] (Editando)
RomanceUna prestigiosa Universidad para ricos. Un chico y sus cuatro hermanas populares. Una chica ordinaria, sin dinero. Una fiesta de bienvenida y dos amores por venir. Ara Montez, becada en la mejor Universidad de Arte del país, una matrícula que no pu...