Capítulo 15

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Habían pasado ya varios días desde la muerte de mi querida prima. Mi tía no quería comer y apenas hablaba, sólo lloraba sin consuelo, ahogando cada vez más a su pobre alma en pena.

Yo debía ir a la escuela todos los días, hacer las cosas en la casa de Elice y además atender el restaurante. Todo esto era demasiado para mí. Mis conocidos ricos entendieron que debían darme mi espacio.

Llevaba tiempo sin leer; no tenía tiempo para eso y siempre estaba demasiado agotada. Sentía que las vacaciones nunca llegaban hasta que por fin lo hicieron.

Esto no mejoró ni empeoró mi situación.

La tía no quería vivir. Ella deseaba morir y encontrarse con su hija en donde quiera que esté. Poco a poco iba muriendo de sufrimiento. Elice se torturaba a sí misma abrazando la ropa de su hija muerta y durmiendo en la habitación que le pertenecía.

Dolía ver esto. Y yo también lloraba en silencio. Aunque no podía desmoronarme. Yo debía ser fuerte por las dos y esto era realmente agotador y mi Elice tampoco cooperaba.

Todo es muy exasperante.

Exactamente, mi querida conciencia, y no sé si lograré aguantarlo todo.

En las vacaciones los clientes en el restaurante se hicieron más habituales. Casi siempre estaba lleno. Todos tenían tiempo de sobra menos yo que no tenía siquiera un minuto para respirar.

No podía desahogarme. No debía arrastrar a cualquier persona que conociera a ese infierno que se había vuelto mi vida en tan solo menos de un mes.

Hacía varios días que no sabía nada de los LeBern Smith. No sé si era mejor así.

Ahora mismo mientras menos tiempo estemos rodeadas de conocidos es mejor.

En eso no te equivocas. Si ellos aparecen ya no podré soportarlo.

Me miré al espejo de mi habitación y suspiré pesadamente puesto que era hora de abrir el restaurante y afuera ya había una enorme fila para entrar al local. El restaurante AMBERY'S PLACE era muy solicitado desde que una celebridad de Instagram muy importante posteó una foto de la comida italiana que le serví. La cola de espera llegaba hasta la mitad de la esquina opuesta en la que se encuentra el local.

Abrí las puertas con una gran sonrisa y di la bienvenida a todos los que ocuparían las diecisiete mesas del restaurante.

Enseguida me puse en marcha para comenzar a cocinar todo yo sola una vez más. Pasado un tiempo serví velozmente todos los pedidos de la primera ronda. Los clientes se marcharon satisfechos e hice pasar a más comensales.

***

Por fin llegó la hora de cerrar hasta que llegara el próximo día. Muchos clientes se quedaron sin entrar, porque sí, también había que tener mucha suerte para lograr entrar al restaurante ya que siempre estaba abarrotado.

Me quité el delantal que llevaba puesto para no manchar mi ropa y subí las escaleras a la casa de mi tía, lista para descansar y relajarme. Había dejado mi domicilio algo abandonado aunque de vez en cuando iba, abría las ventanas y limpiaba el lugar pero me quedaba con Elice para cuidarla. Sin embargo no descuidaba a mis pobres gatos que no tenían la culpa de nada y jamás permitiría que murieran de hambre.

Fue muy extraño para mí que todas las luces de la casa estuvieran apagadas. Encendí la luz de la sala ya que no veía nada. Me dirigí al baño con la bañera a paso lento.

Necesitaba quedarme en la bañera por lo menos una hora aunque se me arrugara toda la piel. Necesitaba esa hora con el agua caliente para relajarme porque de verdad me hacía falta. Sentía que era una hora en la que podía olvidarlo todo aunque llorara casi todo ese tiempo.

Cuando llegué a la puerta del baño me di cuenta de que la puerta estaba cerrada y la luz encendida. Supuse que mi tía tuvo la misma idea que yo antes.

—Tía, ¿estás ahí dentro? —pregunté tocando la puerta.

Ella no respondió.

De todos modos debía estarlo aunque de igual manera me puse a buscarla por toda la casa. No estaba en la cocina, ni en la sala. Estaba fuera del comedor y en su habitación ni se encontraba por lo tanto tenía que estar en la bañera.

—¿Tía Elice? ¿Estás ahí o no? Voy a entrar —anuncié yo, colocando mi mano, temblorosa por alguna razón, en la manija de la puerta.

Aspiré una gran bocanada de aire para abrir la puerta de una vez por todas y soltar un grito que llamó la atención de los vecinos.

Intenté hacerla reaccionar pero ya era muy tarde. Ahora también la había perdido a ella. Ahora sí estaba sola en definitiva.

El agua de la bañera estaba completamente roja, tintada por la sangre de mi tía. Habían gotas de sangre que rodaron por la loza de la bañera. Mi tía se había cortado las venas, muriendo un rato después. Mi tía decidió que no seguiría viviendo por más tiempo sin su hija.

Agarré mi celular y llamé al 911, en un estado de pánico.

Lloraba sin consuelo. Prácticamente Elice había muerto frente a mis narices y yo estaba abajo, atendiendo a los estúpidos clientes.

Vinieron los del 911 a llevarse el cadáver. Dije que pagaría para que limpiaran el baño aunque yo no entraría a ese lugar nunca más; sabía que vería la sangre de mi tía por todas partes y su cadáver acompañaría mi tortura.

Cuando se llevaron a la señora, todos los vecinos salieron a ver lo que pasaba. Alterada grité que se fueran a sus casas y dejaran a los muertos descansar en paz sin buitres alrededor.

Horas después fue su funeral donde una vez más recibí el pésame y las condolencias de todos.

***

No he podido dormir en tres días. Siempre tengo pesadillas por las noches. Recuerdo a mi tía muerta en el bañera. Duermo en mi casa. El restaurante ha estado cerrado desde entonces también. Los de limpieza limpiaron absolutamente toda la casa de mi tía que en paz descanse donde sea que esté.

Hace tres días que no salgo de casa. Siempre estoy encerrada. Ni siquiera he abierto las ventanas para que entre un poco de claridad.

Hoy tampoco tenía planeado salir a ver la luz del sol hasta que llamaron a mi puerta. No quería abrir en realidad pero lo hice por la educación que me dieron mis padres y que luego continuó mi tía.

Me llevé una gran sorpresa al ver a la persona que menos esperaba ver hoy y mucho menos en las vacaciones. Hablo justamente...

...De Axel.

Exacto.

Él venía solo, vestido completamente de ropa negra. En cuanto abrí la puerta, el chico me abrazó. Honestamente tampoco me esperaba eso pero aquí estamos. Axel aún no ha dicho nada y sé que en el momento preciso en que hable, comenzaré a llorar porque ya no lo aguanto más.

No aguanto más ser fuerte sin hablarlo con nadie. Ya no tengo motivos para vivir.

Billonaire [Parte 1 y 2] (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora