Capítulo 23

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AXEL

—Hermano, por favor —suplicó Miley con ojos llorosos—. No es necesaria tanta violencia. Ya le has dejado el rostro desfigurado.

Ella mantenía su mano firme sobre mi brazo. Y, ¿dónde estaba mi brazo? Pues, apretando el cuello de la camisa de un chico. Este maldito había intentado llevarse a mi hermana a la fuerza.

Bien, empezaré la historia desde el principio. Mi hermana me había enviado un mensaje diciendo que iría a una cita a ciegas y que estuviera pendiente por si necesitaba ser rescatada.

La cita sería nada más y nada menos que un bar —justo donde estamos ahora—. Miley me informaba sobre su cita y el tipo resultó ser un completo idiota sin inteligencia. Ese chico se fue luego de un rato y la dejó sola allí, bebiendo en la barra del bar.

Aparte de ser estúpido, al abandonarla pierde más puntos.

Exactamente, conciencia.

La cosa es que este imbécil que tengo frente a mí, se acercó a Miley —quien me avisó cuando su cita se marchó y dijo que la viniera a buscar—, quizás un poco más de lo que debería.

Mi hermana se negaba a irse con él y lo hacía educadamente. Pero el otro no lo soportó, la agarró fuertemente del brazo y la hizo levantarse del asiento en donde estaba, por suerte en ese momento llegué yo.

Sin previo aviso planté mi puño cerrado —utilicé demasiada fuerza— en la nariz del tipo. El chico casi pierde el equilibrio. Intentó devolverme el golpe, sin embargo yo fui más rápido, logré esquivar su ataque y ¡Pum! Le dejé un ojo morado. Después de ese golpe lo agarré del cuello de su camisa.

Y ahí termina la historia.

Seguramente, Miley está aterrada. Ahora que lo pienso, nadie se dió cuenta de la pelea. El bartender no estaba en su puesto de trabajo, tal vez fue al baño o algo. Los demás clientes del bar estaban en lo suyo. Así que los únicos que están al tanto de la lucha, somos el desgraciado, mi hermana y yo.

—Hermano —murmuró Miley, otra vez en tono suplicante, sin soltarme ni apartar la mirada de mí.

En sus ojos podía notar lo asustada que estaba. Mataría por mis hermanas pero no quiero que esté asustada. Decidí soltar al tipo —que también se veía con miedo— de una vez por todas. Mi hermana y yo luego de eso nos fuimos del bar y tampoco pagamos las bebidas que Miley se había tomado.

***

—¡¿Qué ha pasado?! —El nerviosismo de mi madre y su grito de preocupación me hizo alejarme un poco de ella.

Habían invadido la casa de Andreik.

Mi madre se dió cuenta del estado de mis manos aunque me esforcé por ocultarlo. Mis nudillos estaban ensangrentados. Por lo menos mamá fue discreta y me llevó a la cocina para hablar y formar su escándalo. Papá y los tíos se hallaban en la sala de estar junto a sus hijos. Incluso las gemelas habían venido.

—Me he metido en una pelea, nada importante —expliqué, restándole importancia aunque no le dije todo lo que pasó en realidad.

—Falta contexto, Axel LeBern Smith —proclamó mamá y me dedicó una de esas miradas matonas de siempre después de decir nombre con apellidos.

Eso significa peligro, Axelito.

—Me metí en una pelea por Miley, que tuvo un problemita con un malnacido en un bar —solté yo. No sé si mamá entendió lo que dije ya que reconozco que pronuncié cada palabra muy rápido.

—¿Qué tipo de problemita? —preguntó madre. Estaba claro que era imposible mentirle u ocultarle algo, al fin y al cabo fue psicóloga.

—El chico se la quería llevar para acostarse con ella aunque Miley no quería hacerlo. Tuve que intervenir, mamá, es mi hermana y debo defenderla ante cualquier cosa —mencioné—. No iba a quedarme de brazos cruzados.

—Hiciste lo correcto, hijo. Estoy orgullosa de ti —comentó con su tono suave y me sonrió.

No pude evitar darle un fuerte abrazo.

—Te amo, mamá.

La señora y yo volvimos a la sala. Ara ya estaba en casa con mis otras hermanas. La chica de los gatos estaba sentada en uno de los sofás —son dos, uno frente al otro con una mesita de cristal en el centro—, atendiendo a lo que mi familia decía.

—...Y entonces después de lanzarla al agua llegó el padre de la chica y abofeteó a mi esposa. Yo estaba a punto de ir y partirle la cara al señor pero las gemelas me detuvieron, admito que fue una espeluznante sincronización la de ambas. Mira —mi padre señaló a su propio brazo, estirándolo para que Ara lo viera mejor—, se me pone la piel de gallina de tan sólo recordarlo.

Mi madre rió, sentándose al lado de papá y lo tomó de la mano. Miró a la chica de los gatos.

—Eso ocurrió durante el evento donde anunciaron el compromiso de Leo y Nicole Pritz —aclaró mamá. Estoy seguro de que recordaba sus tiempos. Aunque yo no sabía esa historia y sentía curiosidad por la vida de jóvenes de mis padres.

¿Quién no querría saber sobre la vida de sus padres?

Me senté al lado del Tigre Traumado —ya se me había pegado el apodo— para prestar atención a las anécdotas del grupo.

Los hijos nos sentamos en un sofá y los padres en el otro.

—El señor la abofeteó de nuevo y Cheryl le devolvió el golpe —añadió la tía Sara, riendo.

—Por eso la llevaron a una celda y mi hermano tuvo que pagar la fianza —planteó el tío Leo y soltó una carcajada.

—Fue emocionante estar en una celda, lo admito —dijo mamá y rió también.

—Definitivamente eso no me lo esperaba de ti, madre —afirmó Sophie.

Los hijos estábamos impactados y los padres estaban riendo. Mis primas, las gemelas también reían. Ellas habían estado allí.

—Ese mismo día mis hijas dejaron de ser un secreto para todos —expuso Sara.

—Pero nada de eso supera al día en el que dejamos a todos los niños con los abuelos y nos fuimos de viaje por carretera en una furgoneta vieja que mi marido consiguió —rememoró la tía Alissa—. ¿Lo recuerdan?

—¿Cómo podríamos olvidar esa catastrófica semana? —articuló mi madre.

—Nos quedamos atascados en una carretera llena de baches y a cada lado no había nada más que arena y arbustos secos. Además, después de una semana es que la ayuda llegó a nosotros —expresó el tío Derek.

—Y no teníamos mucha comida ni agua puesto que se suponía que llegaríamos al destino en un día —manifestó papá, pegando la espalda al espaldar del sofá.

Me fijaba mucho en las reacciones de Ara aunque estaba un poco lejos de mí. Me prometí a mi mismo que después de la fiesta me disculparía con ella.

Billonaire [Parte 1 y 2] (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora