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En la mañana ambos se alistan para sus clases. Dream le presta su uniforme a pesar de que le queda muy grande, lo que parece disgustar a George.

—¿Qué pasa?

—Creo que iré a mi casa a cambiarme. No quiero que hagan rumores extraños. Arruinaría tu reputación.

—Mi reputación no me importa. Ya tengo mala reputación, dudo que lo empeores.

—Solo tienes mala reputación con los profesores. La mayoría de los alumnos te aman por hacerles perder clases por tus travesuras. Bueno. Me iré.

—Si quieres te acompaño.

—Puedo ir solo. Seguramente llego para la segunda hora. No te preocupes.

—Bien. Ve con cuidado.

George asiente con la cabeza antes de salir de la casa de Dream. En verdad le había mentido. No iba a ir a su casa, iba a ir a la iglesia porque era ahí donde tenía su uniforme, pero si eso le decía a Dream probablemente iba a insistir en acompañarlo.

Llega a la iglesia que para su sorpresa está abierta, pero aún no hay nadie. Tal vez el sacerdote había olvidado cerrar la puerta.

Ingresa al pasillo y se dirige a la primera habitación. Aquella habitación que usaba para guardar sus cosas. Apenas abre la puerta de la habitación se encuentra con un niño sentado en la cama.

—Hola —dice con voz suave para no asustarlo—. ¿Qué haces aquí?

—Le quiero pedir al padre Sebastian  ser monaguillo y me ha dicho que lo espere aquí.

Aquel niño no parece tener más de siete años. Al parecer acaba de llegar, porque lo ve muy tranquilo.

—¿Has venido solo?

—Mi papi me trajo.

—¿Cómo te llamas?

—Michael.

—¡Ah! Tú eres Michael. Claro, claro. Por un momento lo olvido. Me presento, soy George, el monaguillo de esta iglesia. Justo me acabo de encontrar con el sacerdote y me avisó que te dijera que no necesitábamos otro monaguillo más. Lo lamento mucho. ¿Por qué no vamos con tu papá?

–¡Sí!

George toma al niño de la mano y mirando hacia todos lados cruzan el pasillo. Tiene miedo de encontrarse con el sacerdote, pero por suerte no parece estar cerca. Salen de la iglesia y se encuentran con el papá de Michael que justo llegaba de recoger una compra.

—¡Papi! —corre el niño hacia su padre.

—¿Qué te dijo el padre Sebastian?

El niño voltea hacia George.

—Dijo que no necesitaba otro monaguillo. Además, es muy pequeño aún. Lo lamento.

—No hay problema. Muchas gracias igualmente.

George regresa al interior de la iglesia y se dirige nuevamente a su habitación para ponerse su uniforme cuando escucha la puerta abrirse y detiene todo lo que está haciendo.

—¿George?

—Hola —dice nervioso, dándole la espalda.

—¿No has visto a un niño aquí?

—No.

—¿Estás seguro?

—Cuando vine no había ningún niño.

—George.

—¿Sí?

—¿Por qué me mientes?

—Yo no le estoy mintiendo. Le juro que no vi a ningún niño.

Sweet Home [Dreamnotfound]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora