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En esos momentos deseaba nunca haber conocido a Dream. Hubiera estado mejor con su horrible vida de antes sin saber que lo pudo haber tenido todo y ahora se había quedado en nuevamente. Le había dado ese pequeño pedazo de esperanza y se lo había quitado de la forma más desgarradora posible.

No quiere ir a ninguna parte. No quiere sufrir de nuevo.

El viento sopla demasiado fuerte despeinando sus cabellos. Sus manos se vuelven frías y temblorosas.

Saca sus llaves y abre la puerta de aquel lugar al que ya no pensaba volver.

La grandeza de la iglesia lo hace sentir tan pequeño. No parece haber nadie allí por la tranquilidad y el silencio que lo embarga.

Se dirige a aquel pasillo y abre la puerta de su antigua habitación. En ese momento se da cuenta que esa habitación ya no es suya, sino que ahora tenía un nuevo dueño. Nuevamente la historia se repetía.

El niño lo mira y después vuelve su mirada a sus libros.

—¿Sabes dónde está el Padre Sebastian?

El niño simplemente le hace señas indicando que está en la habitaciones de a lado.

Abre la siguiente puerta y encuentra aquel hombre protagonista de sus peores pesadillas.

—Sabía que volverías tarde o temprano —dice con una voz calmada—. Supongo que ya te has dado cuenta que es demasiado tarde.

—¿Quién es ese niño?

—Un nuevo monaguillo. Aún está en su etapa donde dice pocas palabras, así que no esperes que te diga algo. A todo esto, ¿qué haces aquí? Pensé que estabas con tu amiguito.

—Yo no tengo amigos. Para tener amigos debes confiar en alguien y yo ya aprendí que no se puede confiar en nadie.

—Te dije que no era bueno para ti. Somos hombres y los hombres somos pecadores. No intentes buscar un dios en un simple mortal.

—Tengo estándares muy bajos desde que lo conozco.

El sacerdote suelta una risa sincera.

—No hables como si fueras la gran cosa. Has perdido tu valor con los años. A nadie le gusta las cosas usadas cuando puede conseguir nuevas.

—Me gusta más ser así. No quiero que me miren con deseo, ni que me usen cual juguete. A pesar de mi poco valor, sé que merezco un poco de decencia.

—¿Entonces, por qué has vuelto?

George apoya su mochila sobre el viejo escritorio y rebusca entre sus cosas hasta sacar un papel.

—Tal vez debería ir a verse —dice entregándole el papel.

—¿Qué es esto?

—Una receta médica. Me diagnosticaron VIH.

George toma el papel y lo vuelve a meter en la mochila. El sacerdote no se ha movido ni un milímetro y su mirada se ha quedado fija al suelo.

—Más le vale que cuide a ese niño. Me lo llevaría yo, pero no quiero darle falsas esperanzas —menciona antes de salir de allí.

Cuando está por salir de la iglesia se encuentra con Karl que tiene entre una cara de sorpresa y de alegría por verlo nuevamente ahí.

—¡Volviste!

—Ya me iba.

—¿A dónde vas?

George se encoge de hombros y sigue su camino.

—¡George, espera! ¡Déjame ir contigo!

Para en seco y se voltea a ver a Karl con mala cara. No es que esté molesto con él, pero tenía demasiadas cosas en la cabeza como para intentar mostrarse amable.

—¿Qué quieres, Karl?

—Quiero ir contigo.

—No voy a ir a ninguna parte.

—Vamos a mi casa. No queda muy lejos.

Está por decirle que no hasta que recuerda que no tiene a donde ir. Ir a su casa era mejor que quedarse en la calle.

—Bien.

Durante el camino Karl no dejaba de hablar ni por un segundo. Ni siquiera sabía de lo que hablaba. Hace un buen rato le había dejado de prestar atención a lo que decía, hasta que algo llamó su atención.

—Expulsaron a los tres chicos. Me enteré ayer.

—¿En serio?

—Sí, me di cuenta porque el chico que golpeó a Dream me miró con cara de querer matarme. Supongo que no lo hizo por temor a ser expulsado también.

—Puede ser... Karl... ¿por qué te gusto?

Por primera vez en todo el camino Karl se calla. Tal vez debió haber hecho esa pregunta antes.

—¿Cómo sabes que me gustas?

—Eres demasiado obvio.

—¿En serio? —Karl se cubre la cara avergonzado—. Es que eres demasiado lindo. Tienes esa apariencia angelical y me dan ganas de abrazarte cada vez que te veo y... de verdad eres todo lo que me encanta en este mundo.

—¿O sea solo te gusto físicamente?

—No, eres lindo por fuera, pero sé que eres lindo por dentro también.

—No me conoces.

—¡Claro que te conozco!

—No hemos hablado mucho. No puedes conocer a alguien solo observando.

—¡Pero me gustas!

—Estás obsesionado.

—No actúes tan borde.

George suspira y mete sus manos a sus bolsillos.

—Karl, te voy a decir una cosa por tu bien. Aléjate de mí. No soy ni de cerca a la persona que crees que soy. Nunca me he enamorado y dudo que alguna vez lo haga. Estoy enfermo y mi cuerpo da asco. Búscate a alguien mejor.

—No quiero a alguien mejor. Conozco tus defectos y tus virtudes. Sé que tampoco soy perfecto y que puedo ser un poco raro e intenso a veces, pero prometo amarte tal cual eres si tú lo haces conmigo.

Karl toma su mano con calidez y entrelaza sus dedos.

—Dame una oportunidad.

—Amigos, Karl. Solo amigos.

—Está bien. Solo amigos.

Karl suelta su mano al igual que sus esperanzas por tener algo más que amistad con George.

Sweet Home [Dreamnotfound]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora