Capítulo 1: Corazones rotos

217 14 5
                                    

Lo que Dios a unido, que no lo separe el hombre, escuchaba desde el umbral de una de las puertas de una iglesia un apuesto joven de cabello desordenado, quién ante esas palabras dejo caer unas lágrimas de sus ojos al piso, mientras empuñaba sus manos y giraba sus pasos para abandonar el lugar.

Al poco tiempo los aplausos se escucharon en el lugar, mientras en otra de las puertas una castaña se quebraba de dolor, tras ver besar a la persona que creía el amor de su vida, a otra mujer.

¿Por qué?, ¿por qué?, pensaba la castaña, mientras giraba sus pasos con el rostro bañado en lágrimas para salir del lugar, al tiempo que la marcha nupcial empezó a sonar.

La joven caminaba a paso rápido inmersa en su dolor, que ni noto que, de otra de las puertas de la iglesia, otro joven con el rostro igual de melancólico que el de ella había salido igual de presuroso, impactando con ella.

¡Disculpe! escucho, luego de ello sintió la voz alejarse, y la frase muy cerca de ella: ¡Viva los novios!, ante ello la castaña hecho a correr.

En tanto:

Un apuesto joven de cabello desordenado y mirada melancólica, abordaba un auto, mientras otro joven que iba al volante lo miraba con nostalgia.

Fue verdad, pronunció con amargura, el joven de mirada nostálgica, mientras unas lágrimas rodaron de sus ojos y humedecieron sus mejillas.

Ella fue quien perdió amigo, expreso un joven de mirada cálida.

¿Por qué Taro?, ¿por qué?, ¿por qué rompió nuestra promesa?, ¿por qué él?, ¿Cómo pudieron ser tan falsos?, agrego el joven de cabello desordenado, con voz quebrada.

Por ambiciosa, o por qué tal vez no te amo como te lo decía amigo, y en cuanto a él, la verdad no sé cómo pudo engañarnos, contesto con nostalgia el joven de mirada cálida, al tiempo que veía pasar frente al auto a una hermosa castaña de rostro nostálgico. Pobre muchacha, se nota tan devastada como mi amigo, pensó.

¡Vámonos Taro! no quiero seguir aquí, agrego el joven de cabello desordenado.

Como digas Tsubasa, contesto el joven de mirada cálida, encendiendo el auto, al tiempo que la castaña corría por la acera, mientras una voz venía a su mente diciéndole unas palabras que la lastimaban aún más.


Estaré un mes fuera, pero en cuanto regrese vendré por ti para presentarte con mi familia.


¡Mentiras! Solo mentiras, pensó la castaña, mientras unas lágrimas brotaban de sus ojos y seguían humedeciendo aún más sus mejillas.

Luego de varios minutos de carrera, debido al agotamiento la joven detuvo sus pasos en un parque, se sentó en una banca, y continúo sollozando. Solo el sonido de su celular fue capaz de interrumpir su llanto. La hermosa joven, al ver el nombre de la persona que la llamaba, tomo inmediatamente la llamada.

Sany, ¿encontraste la dirección?, escucho.

Sí, dijo la castaña con voz entrecortada.

¿Qué pasa amiga?, ¿por qué lloras?, porque estás llorando y no me lo niegues, escucho.

Fue cierto Yukari, él solo jugaba conmigo, si era la dirección de una iglesia como nos lo dijo Ryo, él se casó hoy con otra, agrego la castaña rompiendo en llanto.

Debí acompañarte para darle sus buenos golpes a ese cretino mentiroso, escuchaba la castaña.

Nunca me amo Yuka, nunca me amo como me lo decía Kanda, y yo de tonta creyendo en sus palabras,

DOS CORAZONES UN MISMO DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora