Bridget Jonhson es una chica tímida, soñadora, frágil como el pétalo de una flor, aunque hermosa y única en medio de un jardín, con un gran futuro por delante por ser miembro de la prestigiosa familia Jonhson, pero todo se ve interrumpido cuando es...
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¿Cómo que la ropa se lava?
Bridget
Me miré al espejo, y lo que hallé en el mi impacto.
Traía unas ojeras horrendas, en los últimos días dormir se me había estado dificultando demasiado. Mi cabello era un asco, ya no había nada de ese brillo que tenía, ahora solo se veía maltratado y hecho nudo.
Me veía más pálida de lo normal, la falta de sol en mi piel se está haciendo presente.
Me metí bajo el chorro de agua que caía de una manguera y una botella agujerada que hacía copia a una ducha, y relajé mi cuerpo.
Me gustaba la creatividad de Morte, ver cómo se las había ingeniado para que esta cabaña tenga todo lo necesario para vivir. Aunque eso haya causado que se convirtiera un prófugo de la justicia. Me daba cierta gracia eso, y admiraba de cierta manera su agilidad para no permitir ser atrapado, y nunca dejar que nadie tenga la imagen de su rostro, para que puedan prevenir y llamar a la policía cuando lo vieran merodeando las tiendas, listo para armar su complot.
Salí de la ducha y envolvió mi cuerpo con una toalla, con mis manos empecé a desenredar mi cabello un poco, se sentía muy áspero y grasiento. Me vestí con la única muda de ropa que quedaba limpia. Y salí del baño puesta para tener una conversación con el ojigrices de cosas necesarias para un lugar donde viven personas, y lo primero era un detergente. ¿Es que acaso él nunca había lavado su ropa? Por qué en el tiempo que llevaba con él, en ningún momento había visto un detergente por aquí.
¿Podrá ser más irresponsable?
Salí de la cabaña e inspeccioné el lugar hasta que lo vi practicando arquería algo adentrado al bosque.
Desde que había entrado en el baño y me hallo en ropa interior me había estado evitando por completo, y me fastidiaba tanto que lo hiciera.
—¡Morte! —grite su nombre para que viniera a mí.
Me puse las manos en la cintura molesta viendo cómo se tomaba su tiempo para llegar a mí.
Bueno menos mal no me estoy muriendo.
—¿Qué quieres? —pregunto de mala gana y lo miré con indignación.
¿Qué se creía?
—¿Puedo preguntar como rayos lavas tu ropa?
—¿Lavar? —fruncí el ceño como si no tuviera idea de lo que estaba hablando.
—Si L-A-V-A-R —remarque la palabra con fastidio —Morte toda mi ropa está sucia, y esta que llevo puesta es la única que está limpia, he buscado por toda la cabaña detergente para lavarla, pero no hay ni un empaque vació.
—Será porque no tengo idea de que es detergente —mi boca se abrió y mi ceño se frunció.