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Morte se encontraba acostado a mi lado haciendo cosquillitas en mi cabeza mientras me mantenía envuelta entre sus brazos.

Podía escuchar los latidos acelerados de su corazón, y una ola de sentimientos me invadía. Se sentía tan bien estar de esa manera, creo que jamás en mi vida había llegado a sentirme así, Morte despertaba cosas en mí que eran tan nuevas y que no deseaba dejar ni alejar de mí.

Y pensar que tarde o temprano tendríamos que hacerlo me hería en él lo más profundo de mi.

La mano curiosa del ojisgrises a bajar desde mi cabeza a mi rostro acariciando lentamente las hebras de mi cabello hasta llegar a mi nariz.

Su mano siguió descendiendo hasta llegar a mi cuello y con su pulgar dio leves caricias que me hicieron estremecer, y fue inevitable no soltar un sonido placentero.

Acariciándome con su pulgar bajo hasta el escote de mi blusa de tirantes y con la yema de sus dedos acaricio la parte superior de mis senos sacándome un gemido de placer.

—Morte —mis ojos se cerraron disfrutando de sus caricias.

—Te gusta.

—Me fascina.

—Que es —mi entrecejo se frunció confundida.

—¿Qué cosa?

—Esto que siento, quiero tocarte.

—Se llama deseo.

—Se siente tan extraño, pero tan bien.

Me levante un poco para poder observarlo directamente a los ojos con una ligera sonrisa en mi rostro.

Sus pupilas se encontraban dilatadas y gracias a la poca iluminación en la oscuridad de la noche sus ojos brillaban más que otras veces, se veían tan bonito, era como si les hallan insertado un montón de escarcha.

—Te amo.

—Yo a ti cielo.

Me acerque a su rostro para besarle de manera delicada, pero en el transcurso el beso empezó a tomar un rumbo más candente.

Mi mano se deslizo al inicio de su playera para recorrer su piel, sus manos fueron a mi cintura y me sujetaron hasta ponerme a horcadas de él.

Empecé a mover mis caderas encima de su erección sin despegar mis labios de los suyos.

Lo deseaba, realmente lo deseaba a él como deseaba hacer esto.

Sentía que me deshacía.

Nuestro beso se vio interrumpido bruscamente cuando él se alejó y deje de moverme inmediatamente.

—¿Qué pasa?

—Yo... —sus labios se convirtieron en una línea pensativa —No que hacer, yo nunca...

El Plan PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora