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El monstruo que nunca sería

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El monstruo que nunca sería.

Narrado por los dos protagonistas.




Bridget.

Después de quedarme con las palabras frías de Morte en mi mente repitiéndose como eco en cada esquina de mi cabeza, me había quedado dormida, tal vez desmayada y cuando desperté caminé hacía la puerta llevándome la fenomenal sorpresa que de nuevo estaba cerrada.

Un giro al inicio de la historia.

Grité y zapateé airada, ni siquiera me había molestado en curar mis heridas, simplemente no me había importado ya nada, me sentía fatal, hartada, fastidiada y de la mierda.

Había intentado procesar todo lo que Morte me contó, pero yo simplemente, no lo soportaba. ¿En serio mi padre había hecho algo así? Toda mi vida había tenido la figura de un señor intachable frente a mí, un ejemplo a seguir, pero ¿y ahora? No sabía ni quien era Walter Jonhson él señor que tenía como título ser mi padre.

Todo en mí se había desmoronado por completo, yo simplemente no podía con esto, era demasiado.

Por los siguientes dos días pase encerrada procesando, no tenía señal de Morte, sabía que estaba ahí, porque podía sentir sus pasos. Lloraba cuando lo oía salir y me dormía cuando estaba.

No sé cuántas horas pasaron después de un nuevo amanecer, pero la puerta se abrió, espere verlo entrar aterrada nada preparada para lo que sea que quisiera hacerme, pero él simplemente no lo hizo ¿Entonces acaso él esperaba que saliera yo a enfrentarlo? Por qué de ninguna manera estaba lista para hacer tal cosa, no quería verlo, me aterraba. Le tenía demasiado miedo.

Fui hacía la puerta a paso lento y salí por ella tratando de no hacer ruido ¿Por qué? Pues temía que aquello lo irritara de alguna manera y quisiera volver a matarme, aunque bueno eso seguía en pies.

Se encontraba sentado en el sillón jugando con... con una navaja entre sus dedos, cada neurona de mi cuerpo tembló e inmediatamente mis ojos se llenaron de lágrimas. Sentí que todo a mi alrededor se distorsionaba, mi cabeza daba vueltas y mi vista se empezó a nublar.

Todo mi cuerpo temblaba, parecía una gelatina.

No era el mejor momento para esto, pero mis ojos se cerraron llevándome a la oscuridad.

Y sí me desmaye.

Me desmaye porque le temía, y le odiaba, porque era una comprobación de que estaba logrando lo propuesto.

Morte.

No la vi cuando salió, lo único que pude sentir fue cuando su cuerpo se calló hacia él suelo impactándose en él. Me había metido tantos en mis pensamientos que ni supe en qué momento había empezado a jugar con una navaja en mis manos, logrando qué inevitablemente me hiciera un corte en mi mano.

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