En tinieblas
No sabía cuánto llevaba en este lugar, pero para mí era una eternidad, parecía que esto fuera un terrible castigo para mi vida, como si hubiese hecho algo tan despreciable y ahora lo estuviera pagando así de duro y caro.
Y sabía que era tan solo el principio de todo.
Odiaba la oscuridad, me aterraba, sin embargo, ahora se había convertido en mi única compañía, y en una aliada que en el momento más inesperado me traicionaría.
¿Qué si había planeado maneras de escapar?
Si, había planeado muchas formas, pero lo cierto es que ninguna funcionaría, no sin saber que sendero debía tomar, pero al menos uno estaba descartado siendo mi único consuelo.
Tomé un respiro hondo poniendo las manos en mi estómago que gruñía con desesperación demasiado hambriento.
Desde que mis padres se habían ido justo en la mañana de la noche en que mi infierno comenzó, no había comido nada porque mi pereza por prepararme algo había sido tan grande que preferí aguantarme hasta la noche para pedir una pizza, pero la lluvia había empezado y no había servicio, así que solo gasté mi tiempo en poner palomitas de maíz en la maquinita que ni siquiera había avanzado a comérmelas.
Mis labios estaban secos, ante la sed que estaba presenciando, pero me negaba a pedir agua, temía por lo que podía pasar si lo hacía, aunque la certeza que tarde o temprano me la traerían me mantenía esperanza porque lo que menos querían era que muriera demasiado pronto.
¿Verdad?
Así pase las horas mirando la oscuridad, ni siquiera había dormido, me había pasado en vela contando los minutos y las horas, para saber cuántos días iban pasando.
Me preguntaba ¿que estaría pasando en casa?, incluso podía imaginar lo que sucedía, mamá enloquecida, mi padre buscándome por todos lados, en hospitales, amorgues, llamando a cada compañero de la secundaria, y la policía diciéndole que ya estaban dándole vuelta al caso, incluso podía imaginarme por todas las redes siendo compartida por personas que ni conocía.
O tal vez simplemente aún no habían llegado...
Y era lo más probable.
Encogí más mi cuerpo con frio temblando, y con la frente sudorosa, mi temperatura había aumentado, podía sentirlo a través de las yemas de mis dedos topando mi piel, por supuesto que sería demasiada la probabilidad de obtener un resfriado, había permanecido mojada ¿cuánto? ¿Un día entero? Si lo más seguro.
Mientras me retorcía temblando la puerta se abrió, dejándome ver la luz y una figura parada justo ahí, era el mismo tipo de ojos grises.
Se acercó a mí e intento tocarme, pero manotee su mano molesta. Lo que menos que quería ahora mismo es que me tocara con sus asquerosas manos.
Volvió a acercar su mano a mí, pero esta vez no pude hacerla a un lado porque la tomó ejerciendo fuerza.
Su mano fue a mi frente, y me examinó con la mirada.
—Levántate —me ordenó, pero no le obedecí.
Chasqueo su lengua molesto y me observo con una mirada de «lo haces por las buenas o por las malas» Pero no me importo, no quería obedecerle, no quería parecer una sumisa a la que le pudiera hacer lo que se le viniese en gana.
Me jaló bruscamente del brazo y me obligó a ponerme de pie.
—Camina o te quieres morir.
—Esa sería una muy buena opción —le susurré lo suficiente alto para que me escuche, pero no dijo nada.
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El Plan Perfecto
Science FictionBridget Jonhson es una chica tímida, soñadora, frágil como el pétalo de una flor, aunque hermosa y única en medio de un jardín, con un gran futuro por delante por ser miembro de la prestigiosa familia Jonhson, pero todo se ve interrumpido cuando es...