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LEAH MILLER.

Llevábamos años tras los pasos de William Jonhson por que se creía que él era dueño de un laboratorio ilegal, no sabíamos qué hacía específicamente, pero lo cierto era que dé hay salían muchas medicinas y las distribuían alrededor del mundo. En los lugares que eran mucho más constante estos casos, era en Ecuador, México, Canadá, Estados unidos y aquí en Escolacia, siendo Redblack la ciudad donde más compraban.

William era muy astuto, sabía camuflarse muy bien, pero gracias al gran equipo profesional que teníamos habíamos podido llegar a ellos. Llegué como una infiltrada a los laboratorios, y aunque fuera un hombre inteligente debía admitir que ese hombre tenía sus fallos. Había sido muy fácil entrar aquí ¿Cómo? Pues verán, en el mundo entero no todas las personas constan de riquezas ni tiene la suerte de encontrar trabajo estable, por lo tanto, ellos se aprovechaban de eso, iban por ahí ofreciendo empleo y reclutando personas de todos lados, es decir a quien no le gustaría pasar de una baja posición económica a una alta, por que sin duda era lo que les ofrecían y de hecho debía admitir que lo cumplían.

Ser una agente infiltrada en este lugar me lleno de dinero, aunque nunca lo usaba de hecho cada que podía retirar mi dinero la depositaba en una cuenta a la base, para que se encargaran de dárselo a fundaciones, centros de rehabilitaciones, orfanatos, inclusos para personas quienes vivían en condición calle, esto con la única posibilidad que más personas no cayeran en estos negocios sucios. Si era verdad que era dinero sucio el que repartía también, pero al menos ayudaría con él a muchas personas.

Al llegar aquí mi apellido cambio, claro que no podía llegar con el mismo y al arriesgarme que al registrar mi nombre en el sistema saliera que era una agente de la base de investigación de Tavia por lo tanto de llamarme Leah Miller, pase a llamarme Leah Durand.

Los agentes profesionales de informática se habían encargado de todo, ante William yo era una joven chica francesa que había venido a Tavia en busca de una mejor vida, y huérfana que de hecho era la única verdad de que mantenía de mí en ese lugar.

Había perdido a mis padres en un accidente cuando tenía ocho años, y había caído en manos de mi tía Klara, tenía un techo donde dormir, y comida, sin embargo, de su parte nunca había recibido una sola muestra de cariño, creo que una parte de ella me odiaba, aún sigo queriendo creer que no. Cuando salí de casa tenía dieciocho y me adentré a las pruebas para entrar a la base de Tavia, corrí con suerte. Había trabajado muy duro para reunir dinero y tomar un vuelo a Tavia, hasta que lo logré, hay conocí personas maravillosas, y en la base conocí al amor de mi vida. No había estado en mis planes enamorarme, pero solo paso, porque, aunque desees evitar enamorarte, no puedes porque cuando llega, llega.

Fue muy duro para mi dejarlo y unirme a esta misión, pero después de hablarlo el termino aceptando.

Las medicinas que comercializaban eran efectivas. En los últimos años ya no había casos de cáncer, sida ni de ningunas otras enfermedades mortíferas que existían, ahora formaban parte de los libros de historia, aunque no están bajo permiso y se teme que algunas puedan causar daño en el ser humano, pero no solo era eso lo que nos inquietaba, si no que había tráfico de órganos proveniente del mismo lugar y se pensaba que podrían estar secuestrando personas para esto. Al enterarme del caso no dude en ofrecerme como voluntaria, mi pasado doloroso me había llevado a tomar la misión no quería que las personas sufrieran porque un ser que aman le fuera arrebatado.

El Plan PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora