El Plan Perfecto

29

¿Recuerdos o destino?

—Oh su gran Aldeasa me haría usted el honor en concederme este baile.

—Por su puesto señor.

El baile era lento, dos pequeños simulando la realeza bailaban y reían demasiado felices.

Pero de pronto todo se desintegro y una nueva imagen llego.

—Papá Suéltame.

—Estate tranquila Bridget.

—No déjame. ¡Nathan! Ayúdame.

—Él ya se ha ido Bridget.

—Mientes, déjame, déjame ¡Nathan!

Nathan, Nathan.

—¡Nathan! —me levante sobresaltada, gritando.

—Bridget que tienes.

—No.

Mi mente se mantenía totalmente perturbada.

—Bridget —las manos de Morte tocaron mis brazos e inmediatamente las manotee lejos de mí, y me levante hasta caer al suelo.

Sentí como se acercó a mí y me volvió a tomar de los hombros, pero esta vez no volví a alejarlo de mí.

—Tranquila cielo, solo fue una pesadilla.

—No lo fue —lo mire y mis ojos se cristalizaron —era un recuerdo.

Rodeé con mis brazos su dorso desnudo y sin control empecé a llorar.

Me sentía perdida, vacía, con una gran opresión en mi pecho como si me hallan arrancado algo demasiado valioso para mí.

—Me siento perdida, nada en mi mente encaja, y duele.

No dijo nada solo empezó acariciar mi espalda desnuda frágilmente como si temiera que me rompa. Las lágrimas rodaban por mi rostro mojando su dorso.

—El pasado nos persigue y lentamente nos destruye Bridget, estamos malditos.

—Odio esto, odio no poder ser feliz contigo, odio que nos atormente. Nos está marchitando sin que nos demos cuenta.

—Tú me enseñaste a florecer, y yo me esforzaré por no dejarte marchitar.

—Y ¿si nos terminamos marchitando ambos?

—No fuiste tú la que me dijiste juntos hasta que la oscuridad nos consuma.

—Pero ahora no quisiera que eso pasase.

—Tranquila cielo, no sucederá.

—No es algo que me puedas prometer.

—Pero, por lo que sí puedo luchar amor.

Despegue mi rostro de su pecho y tome sus manos para juntarlas con las mías antes de mirarlo directamente a los ojos.

—No sé cómo pudiste haber querido ser el villano de la historia con esa parte de ti.

—A veces nos encontramos simplemente rotos.

—Me lo has hecho entender.

Dibujé una media sonrisa en mi rostro y le volví abrazar queriendo sentir la calidez de su cuerpo.

Mi mente perturbada logro sentirse mejor a su lado, y ante tal platica, pero aun rondaban las dudas en mi mente.

¿Quién era Nathan?

¿Abría una posibilidad de que Morte lo haya conocido?

—Morte.

—Dime.