Laberinto sin salida
El día estaba soleado, lo podía apreciar por la ventana de la habitación, al final mi rareza de privador de libertad me había dejado la habitación para mi encierro, dejando atrás aquel cuartucho oscuro.
La habitación era luminosa, algo pequeña, pero acogedora, tenía una cama suave, y mantas para arroparme en las noches frías. No tenía idea de donde dormía Morte, pero para ser honesta me daba igual sí bajaba a dormir en el mismísimo inframundo.
Me quede parada junto a la ventana por largos minutos viendo los árboles, y unas cuantas aves volando por los cielos, hasta que él apareció en mi campo de visión. No traía camisa, solo iba vestido con su típico pantalón negro y unas botas de cazador. Se encontraba de espalda, con un hacha en sus manos listo para cortar la leña. Se colocó un par de guantes de lana, y empezó a trazar la madera sin fallar en su tiro.
Mire su espalda ancha y marcada curiosa. Tenía lunares en cada parte de su espalda, y fue gracioso la comparación, pero me recordaba muchísimo a los dálmatas, fue inevitable no reírme.
Por unos segundos se giró su cuerpo dejándome ver su marcado abdomen, si tenía una tableta en su abdomen, dura y muy, pero muy marcada, creo que nunca había visto una así, daba a entender que pasaba muy constantemente ejercitándose.
Era jodidamente atractivo, pero tan peligroso a la vez. Todo en él transfería la sensación dé: Peligro. Muerte. Dolor. Destrucción.
Si esas cuatro palabras. Algo en él era tan oscuro que te daba tanto escalofrió y te aterraba tanto que querías salir huyendo.
Pero.
¿Has escuchado eso de?
Un monstruo no nace siendo uno, un monstruo se hace.
Y ese era los aires que él daba, había algo en él que te daba tanta curiosidad como si en el fondo hubiera algo que lo atormentaba y lo hacía ser quien era. Y ahora era cuando me quería aferrar que en el fondo no era tan despiadado como lo quería aparentar, sino que estaba tan destruido hundido en su propia angustia atormentándolo cada día.
Quería descubrirlo, quería saber qué era eso que tanto martillaba todo su ser, para llegar a ser esta persona.
¿Pero realmente debería intentar saberlo?
Que ganaría yo con eso, al final él me había secuestrado, y planeaba hacerme miserable.
Observé cada movimiento que hacía hasta que sintió mi mirada trayendo así la suya hasta la mía. Los nervios se me alteraron y me aleje de la ventana. Me quedé parada en una esquina de la habitación temiendo que llegará furioso, pero no lo hizo, y me permití suspirar profundamente aliviada.
Me tiré sobre el colchón y me encogí mirando el techo, sintiéndome tan prisionera, tan sola, tan... miserable.
Echaba de menos mi hogar, mi habitación, y mi biblioteca. Amaba leer, por eso mi padre me había hecho una pequeña biblioteca en casa donde coloco muchísimos libros de todo género, ya casi llevaba la mitad leídos, era mi lugar favorito del mundo entero, no tenía vida social, porque para mí conocer nuevos personajes ficticios era suficiente, en ellos no le temía a la hipocresía, ni podían lastimarme de una forma tan destructiva como las personas, y sobre todo ellos no me juzgaban.
En cambio, la gente del mundo real.
Estaban tan llenas de hipocresía, deshonestidad, siempre esperado que cometas el mínimo error para juzgarte, y muy preparados para apuñalarte por la espalda.
Me hundí en mis pensamientos yéndome a un recuerdo, cuando apenas tenía cinco años, cuando creía que debajo de mi cama había un monstruo, mamá había compuesto una canción para mí para que cada que tuviese miedo la cantara y me sintiera protegida, de alguna manera funcionaba, la tarareaba cada noche hasta que mi miedo se fue.
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El Plan Perfecto
Fiksi IlmiahBridget Jonhson es una chica tímida, soñadora, frágil como el pétalo de una flor, aunque hermosa y única en medio de un jardín, con un gran futuro por delante por ser miembro de la prestigiosa familia Jonhson, pero todo se ve interrumpido cuando es...