en las buenas y en las malas, siempre Boca

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El avión ya había aterrizado, estábamos nuevamente en Argentina.

Habíamos perdido otra final de libertadores.

No pensaba reprochar nada, los jugadores hicieron lo que pudieron, aunque debería admitir que al que si me lo cruzaba le encajaba un bife, era a Almiron.

—¿Bri?— me llamo Mar, volte a verla —estas bien ¿no?

Solamente asentí, no tenía ganas de hablar para nada.

Admito que había llorado por un rato luego de que se terminó el tiempo extra en el partido, jamás perdí la esperanza y hasta que no se pitara el final, yo seguía esperando el último gol del empate.

Pero no se logró, tendríamos que esperar otro año más.

—¿Hablaste con Valen?— le pregunte a mi cuñada llegando a su lado.

—Si, no se escuchaba bien la verdad— admitio ella —¿que te dijo a vos?

Aprete los labios al escuchar su pregunta

—No, no hable con el todavia— le dije, ganandome una mirada confundida de su parte.

—Vos no crees que te esta evitando o algo por el estilo ¿no?

—Na, no creo— dije segura —Ademas, tarde o temprano va a volver a casa, no se va a escapar de mi por siempre— bromee y ella se río —mejor me voy a casa.

Mar asintió —después te veo Bri, cuídate.

Comenze a caminar hasta mi edificio, por suerte no quedaba tan lejos de donde estábamos, llegué al edificio y subí a mi depto luego de saludar al portero.

—Hola Coco bebe— me agache y con una sonrisa cansada deje que el perrito me reciba a justo.

—¡Seguis viva! Gracias a dios— mire a Guada y me enderece.

Ella me abrazo rápidamente, la mire extrañada.

—¿Todo bien?

—¿Por qué no respondiste a los mensajes?— pregunto tomándome de los hombros —tu mamá me dijo que tampoco te llegaban los suyos, estábamos asustadas.

—¿Por qué?

—Vi en la tele que un chico que suicidó porque Boca perdio— mordió su labio —teníamos miedo.

—Ay por dios Guada ¿como pensas eso?

Ella soltó un suspiro y las dos nos dirigimos a la cocina.

Mi amiga camino hasta la mesada y agarro una taza, al parecer se estaba haciendo un te, la seguí con la mirada viendo como ella sacaba otra taza y preparaba otro té, pero este era para mi.

Se acercó hasta la barra y se sento al frente mío, dejó la taza extra al frente.

—Apague el celular después del partido— comenze a hablar.

—Era cuestión de minutos hasta que los de river comiencen a decir millones de cosas, a las horas lo más seguro era que la cuenta de la libertadores subiera miles de fotos y videos de los ganadores— mire mi taza y me quedé en silencio.

—Perdón Bri, se lo merecían más ustedes.

—Me duele Gua— dije y sorbi mi nariz —eso solo significa que todas las señales fueron en vano, ahora cada vez que veo un siete por coincidencia, ya no significa nada.

Era doloroso saber que todo el sufrimiento que pasamos, escuchar como todos deseaban que perdamos.

Ellos acertaron.

Colorado | Valentín BarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora