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8. 𝑵𝒐 𝒍𝒐 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒓𝒆𝒎𝒐𝒔.

—¡Hey, hey, lárgate! —Thomas grita. Está peleando con un cuervo.

Todos nos vamos despertando. Ya es de día.

—¿Se fueron? —Pregunta Newt.

—Si, creo que estamos a salvo, hay que movernos —Le contesta Thomas.

Sartén ayuda a Winston que apenas si se puede mover, la venda que Teresa le puso anoche en el abdomen, ya está empapada de sangre.

Despierto a Chuck y me pongo la mochila. Caminamos por encima de la montaña de escombros para intentar salir de las ruinas y pisar el desierto pero lo que ven mis ojos me dejan sin habla. Una ciudad, enorme, varios edificios muy altos, todos abandonados, rotos, viejos, sucios, deteriorados.

Bajamos del sitio en el que estamos y caminamos por lo que parece ser una calle.

—¿Qué fue lo que pasó aquí?. —Sartén pregunta, admirando los edificios de alrededor. Newt suspira pero le contesta.

—No lo sé, no creo que alguien haya vivido aquí en mucho tiempo.

—Espero que el resto del mundo no esté igual —Dice Aris.

—¡Alto, todos esperen! —Nos giramos hacia Thomas que es el último. —, ¿oyen eso? —Hacemos silencio y parece que se escucha un helicóptero. —, ¡corran, ocúltense todos!

Nos quedamos debajo de una pared. Miro al cielo, dos helicópteros escoltan a una enorme nave extraña.

—Jamás van a dejar de buscarnos, ¿verdad? —susurra Minho, a mi lado.

Salimos del escondite cuando se van y seguimos caminando un poco más hasta toparnos con una montaña de escombros.

—No podemos rodear esto, tomará todo el día, hay que subir —Le digo a los demás y me acerco al sitio, buscando un lugar no tan peligroso, para subir.

—¡Por aquí! —Dice Thomas y señala un lugar no tan empinado.

Subimos con mucho cuidado de no caer y sujetándonos bien. A mitad de camino, Thomas se detiene, mira hacia abajo y nos grita.

—¡¿Todos bien?!

—Si —susurra Winston a mi lado, pero no se vé nada bien.

Bajamos del otro lado en solo uno minutos y podemos ver el desierto, más bien, una montaña de arena tan alta como un edificio.

—¡Solo un poco más! —Mi hermano lidera la marcha y ya casi llegamos al final de la montaña.

Mis pies se resbalan en la arena, caigo de rodillas pero me levanto y sigo subiendo, miro a los demás, les pasa lo mismo. Al llegar arriba, nos detenemos para observar, en el horizonte, apenas se perciben las formas de unas montañas.

El Hilo Rojo: Maze Runner |Minho|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora